Alejandro Dolina cuenta en La Venganza Será Terrible la historia de John Snow, médico británico que investigó comenzó a investigar el brote de cólera 1854, en un momento en que se sabía muy poco sobre la enfermedad.

Snow no sólo era un experto en el flujo de aire y gases -ya había desarrollado la ciencia de la anestesia- sino que había visto de cerca el cólera durante la primera epidemia de Reino Unido en 1831.

Durante la última epidemia, visitó a los pacientes en su casa, aunque no se contagió: eso lo llevó a pensar que el contagio no se daba por vía aérea tal como se creía. "Tan pronto como fui al lugar, me di cuenta de que todas las muertes habían tenido lugar en las cercanía de la bomba de agua", escribió.

Más tarde, tras continuar sus indagaciones, postuló que la transmisión no se daba con solamente agua sucia, sino agua contaminada con heces. La investigación de una posterior y más grave epidemia de cólera en 1866 terminó por confirmar las conclusiones del trabajo de Snow.