En su columna, Fernando Borroni habló de las actitudes miserables en los sectores concentrados de la economía y en la política argentina.
En medio de una crisis económica profunda como la que estamos viviendo, en medio de un país que se desangra con 18 millones de pobres y en el medio de un país que está batallando una deuda demencial, la Sociedad Rural presenta un amparo ante la justicia para dejar de pagar retenciones.
9.104 millones de dólares se recaudan con esas retenciones. Este sector del poder concentrado pretende no pagar más. No les importa lo que les pase al resto de los argentinos. Son la apatria. Esta miserabilidad política y económica fue histórica de este sector del campo y es parte del problema del país.
Si hablamos de miserabilidades también hay que hablar de un sector del poder político. Para dar un ejemplo podríamos hablar del gobernador Gustavo Valdés que, de vacaciones y en medio del peor incendio que ha registrado la provincia de Corrientes, se dedica a echarle culpas al gobierno nacional. El interés primario, profundamente individualista, de accionar política, está por encima de todo el daño que genera este incendio a toda su ciudadanía.
La ciudad de Buenos Aires, por su parte, infló el pecho diciendo que empezaban las clases antes, que ellos eran un ejemplo de educación, vociferan su compromiso por la educación pública.
Ahora 57000 chicos sigue sin vacante. El gobierno porteño continúa subejecutando presupuesto y recorta becas por la enorme miserabilidad política de un gobierno porteño que reduce y recorta todo lo que venga de la mano de la educación pública. En el medio de todo esto, los estudiantes.
Hoy se cumplen diez años de la tragedia de Once y uno se abraza al dolor de las víctimas, pero no por eso va a dejar de decir la enorme miserabilidad con la que se movieron medios de comunicación, periodistas y políticos, para de alguna manera explotar el dolor ante la pérdida humana y hacerlo un hecho político.
¿Quieren más miserabilidad en estos tiempos? Recordemos a quienes especularon con las muertes de coronavirus y de los que especularon con las vacunas para poner su interés más primario por encima del interés colectivo. ¿Quieren más miserabilidades? Ahí tienen a sólo oligopolios que manejan los precios en la Argentina, precios que cada vez son imposibles de pagar.
La miserabilidad política, la miserabilidad económica, la miseriabilidad de algunos sectores de la sociedad son el rostro de un modelo que culturalmente se expresa así. Lo que quiero preguntarme es quién le va a poner límite a esto. ¿Quién le va a poner un límite ético inmoral a una democracia que tiene tanto miserable conduciéndola? No es menor y eso también parte de la batalla cultural. La sociedad y el Estado deben poner límites.