Florencia Kirchner recordó este viernes a su padre, Néstor Kirchner, en el día en que el expresidente hubiera cumplido 72 años. En un posteo en las redes sociales, la hija de la vicepresidenta contó cómo vive cada aniversario.
"Mi padre no entendería por qué hoy su foto entre estos libros que tan poco tienen que ver con él, pero a foto instantánea, cuento cómo paso yo su cumpleaños", comenzó Florencia Kirchner en un breve posteo donde compartió una foto apoyada entre libros en su casa.
"Año a año, en estas fechas, en esta mente, va apareciéndose un enorme pedazo de tierra a la que le niego inutilidad y algo debo… Hacer, mover, quizás ir plantando mientras me arrastro. Narraciones de imágenes a las que entrego todo mi permiso para que se nazcan, para que pueblen, me asusta la tierra baldía", agrega.
Luego, afirma: "Los primeros años, me empujaba la fecha a otras cosas, lanzada a la calle-donde sea-me mezclaba por aquí y por allá, creyendo que así los dos volvíamos vivos a casa, hasta que un día, dejé de volver yo, cuerpo de nada, tierra de nada".
"Hoy, mi padre no entendería por qué su foto al lado del medieval Chaucer, o el ruso Turguénev, a menos que, abriera los libros-estos y tantos otros-y viera marcada cuánta cosa soy capaz de relacionar con la historia que me comenzó el día que se fue", cuenta Florencia Kirchner en otro tramo de su posteo en Instagram.
Finalmente, afirma: "Cixous escribe “La interrupción le permite a lo ininterrumpido que descanse un instante y a lo interrumpido que retome el aliento”. Lo creo. Sobre esta tierra y en un delirio sonoro, ocurre, suenan las pisadas de mi padre, viene su voz".
El otro recuerdo de Néstor Kirchner, por Florencia Kirchner
Hace dos años, Florencia Kirchner también recordaba a su padre con un emotivo posteo en las redes sociales.
Un cuadro de Los Beatles. Cigarrillos. Los colores de los setenta. Y esos pantalones, como siempre, cortos para un hombre muy alto.
Te extraño como se extraña a través de la década, y el tiempo en el que me muevo, y el tiempo en el que no puedo. Y los días todos. Los días todos en los que tu figura sigue sin aparecer. Van a ser diez años sin que levantes los brazos como gigante, caminando hacia donde parada estoy, dándome vuelta porque venís, a punto de decirte “papá”.
Tenía veinte años el veintisiete de octubre de dos mil diez cuando me llamaron por teléfono y me tape la boca con la mano para que no se escuche el grito. Dejé la mayoría de mis cosas para irme corriendo a una pista de aviones y volar hacia un cuerpo que nunca más me iba a mirar. 27 de octubre de 2010, con una cita libre de Kafka en la mano: ¿Cómo será el día después de que seas eterno?
Feliz cumpleaños papá. Nena, me dicen las señoras y me agarran el rostro, sos la cara de tu padre. Se me enciman otrxs tantxs, no me conocen la voz, no me han permitido decirles nada, pero tengo la cara de mi padre. Nena, flaca y alta como tu padre. Nena, esas son las manos de tu padre. Nena, yo conocí a tu padre. Nena, ojalá no se hubiera muerto tu padre. Nena, nena, nena.