En su editorial, Cynthia García repudió a la Unión Europea por censurar las emisiones de Russia Today y Sputnik dentro del territorio comunitario en el marco de las sanciones a Rusia por el conflicto con Ucrania.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció ayer que la Unión Europea prohibirá las emisiones de los medios de comunicación Russia Today y Sputnik en Europa. Ahora, hace unos minutos también estamos escuchando que Vladimir Putin respondió restringiendo el acceso a Twitter y Facebook.
"Prohibiremos la maquinaria mediática del Kremlin en la Unión Europea", dijo la funcionaria en un claro atentado contra la libertad de prensa. "Las empresas estatales Rusia Today, Sputnik y sus filiales ya no podrán difundir sus mentiras para justificar la guerra de Putin", agregó.
No debería sorprender a nadie este gesto autoritario de parte de lo que la diplomacia hegemónica llama Occidente. Y aquí retomo el con la idea de la doble vara que el diputado de Podemos, Gerardo Pisarello, remarcaba. "En nombre de la democracia soy más autoritario que lo que critico".
Fue el propio Theodor Adorno, uno de los intelectuales de la Escuela de Frankfurt que huyó del nazismo, quien dijo que Hitler no había caído, sino que se había escondido en Estados Unidos para graficar que el totalitarismo había sido absorbido por la democracia supuestamente liberal de la Casa Blanca después de la Segunda Guerra Mundial.
Ya que estamos hablando de pensadores apelamos a lo que escribió Slavoj Zizek sobre el poder y la palabra. "Nuestra sociedad está definida por lo que se puede decir y lo que no se puede decir, lo que es visible y lo que es invisible", dijo el filosofo en su último libro.
De hecho, narra Zizek la anécdota de una entrevista y que un diario israelí le hizo al titular del partido laborista israelí Ehud barak hace más de una década. En ese reportaje le preguntaron al dirigente político qué hubiera hecho si hubiera nacido en Palestina. "Me hubiera unido a una organización terrorista", respondió Barak. Para Zizek, la importancia de esa declaración no está en el presunto aval al terrorismo sino con el compromiso de abrir un escenario de diálogo real con los palestinos.
En ese sentido, este autor considera que "las palabras no son nunca solo palabras". Importan porque definen el contorno de lo que podemos hacer. Aquí está el quid de la cuestión. Aunque parezca una perogrullada ampliar el campo de lo decible y lo pensable, ensancha el margen de lo que se puede hacer.
Coartar la libertad de prensa, un gesto reaccionario más viejo que la injusticia, sirve para recortar la conversación pública, para obturar la circulación de ideas, para controlar el flujo de lo que se dice e intervenir contra lo que puede convertirse en acciones políticas más repulsivas o revolucionarias.
No en vano sabemos que la palabra, después del dinero y las armas, es la divisa que domina el mundo. Occidente tiene el dinero y aplica sanciones económicas a Rusia. Occidente tiene las armas y promovió la expansión de la OTAN más allá de lo pactado con Moscú tras la caída del muro de Berlín. Occidente tiene la palabra, pero no le alcanza para permear culturalmente el planeta entero. Por eso tanta doble vara, porque la palabra es la arena de la lucha política y el insumo básico para hacer historia.