Este viernes por la tarde, a los 84 años, murió el escritor, periodista y artista Miguel Grinberg, uno de los últimos representantes de la generación pionera del rock y la contracultura argentina de los 50 y 60.
Inclasificable y nómade durante muchos años, se movió con fluidez y heterodoxia entre la música, la poesía, el periodismo cultural, la ecología y la mística. Había nacido el 18 de agosto de 1937 en Buenos Aires y, además de publicar varios libros de poemas, volúmenes sobre ecología y un libro esencial sobre los orígenes del rock argentino, recibió varias distinciones por su militancia por una agricultura diferente y fue el centro de una reciente película de Federico Rotstein, Satori Sur. En los últimos años fue también colaborador de Página/12.
Editor y crítico musical, también incursionó en la cinematografía, a la que se dedicó desde la divulgación del pensamiento alternativo. Pionero del ecoperiodismo en la Argentina y protagonista del movimiento ecologista internacional, fue cofundador de la Red Nacional de Acción Ecologista y del Pacto Eco-Social de América Latina.
Dirigió revistas emblemáticas como Eco Contemporáneo, Contracultura, Cine & Medios y Mutantia. Entre sus numerosos libros se destacan Un mar de metales hirvientes: Crónicas de la resistencia musical en tiempos totalitarios (1975-1980); 80 preguntas a Miguel Grinberg; La generación de la paz; Ecofalacias; Beat Days; La Generación “V” y Tiempo de renacer.
En Argentina formó parte de varios medios de comunicación y, en los 60, se dedicó a traducir la literatura producida en inglés por la Generación Beat, por la cual cosechó amistades en Estados Unidos de manera epistolar, hasta que se radicó allí.
Durante diez años trabajó en la órbita de Naciones Unidas para la célebre conferencia cumbre ECO 92. En 2015 fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
La biografía de Grinberg se corre de todos los estereotipos y límites, así como participó en los inicios del rock argentino -y escribió, al respecto, el libro Cómo vino la mano-, vivió en Estados Unidos y fue testigo de los comienzos del hippismo, como también de los movimientos pacifistas contra la Guerra de Vietnam y los derechos civiles de los negros.
"Hace muchos años hubo un cantante folklórico de la generación de Bob Dylan, llamado Phil Ochs, que era totalmente confrontativo. Era un tipo antisistema, que no dejaba de denunciar la guerra de Vietnam. Entonces sus discos no los pasaban por radio, la televisión no lo invitaba y se quedó en el absoluto aislamiento. En medio de su desesperación, cuando no podía grabar porque estaba en la lista negra, sacó un disco de canciones de amor, y en la tapa escribió: 'Estos son tiempos tan horribles en los que la única protesta auténtica es la belleza'. Me agarré de esa concepción de la resistencia y la defendí", le había dicho precisamente a Página/12.