La columna de Fernando Borroni en La Mañana de Víctor Hugo Morales.
El palacio y la calle es una expresión que se usa mucho en algunos sectores de la política lo que intenta desnudar es que hay distintos territorios para hacer política. El Palacio se los suele llamar a esos espacios cerrados de la discusión política donde se toman decisiones. Y la calle es la calle, donde transcurren las expresiones de la realidad.
Debo confesarles que si bien creo que es cierta esta distinción entre el palacio y la calle, no es una frase que me guste mucho. De todas maneras no deja de ser importante ponerla sobre la mesa porque es una frase que evidencia la distancia que puede existir en algún momento de nuestra historia entre la dirigencia política, el presente y el grito de clamor popular. El palacio con las ventanas cerradas y la calle que grita.
Es cierto que cuando comienza a haber una distancia entre lo que sucede y lo que un sector del gobierno dice que sucede la tensión comienza a ser mucho más grave. La credibilidad para con la política y para con los políticos está en decadencia en la Argentina. Le pedimos a todo el arco político que tome cartas en el asunto.
La calle está gritando que la plata no alcanza y los palacios están enredados en discusiones que se cierran en si mismos. Es muy difícil entender por qué ayer los movimientos sociales y grupos piqueteros que acamparon en la 9 de julio no fueron atendidos por el ministro de Desarrollo.
El proceso de despolitización, sumado a una crisis económica y social, es peligroso. La desesperanza, la falta de pan, la falta de credibilidad, las discusiones políticas puertas adentro del palacio y los gritos de la calle queriendo ser silenciados por frases rimbombantes en la televisión, son dinamita.
No gana nadie así. A ver si lo entendemos todos y todas: si pierde el pueblo, si pierde el trabajador, pierden todos. Ante esta realidad, que algunos sectores sigan pidiendo moderación, es un error. El hambre no modera.
La falta de trabajo no modera. Los empresarios no son moderados cuando se llevan la plata afuera, cuando uno no paga los salarios que tienen que pagar o cuando aumentan los precios. Los formadores de precios no son moderados. La Sociedad Rural no es moderada. ¿Por qué entonces vamos a moderar la política?
O la política vuelve a ser un instrumento para transformar la realidad de los argentinos, o la política se transforma en una clase que más temprano que tarde se la llevan puesta.
Hay que cuidar al pueblo trabajador, el salario y los precios. Hoy hay que cuidar a las decenas de familias que están en la Avenida 9 de julio.
Cuidar todo eso significa cuidar al gobierno, no al revés. El que crea que sea al revés está mirando la política de arriba hacia abajo y no de abajo hacia arriba, desde donde en verdad debemos mirarla.