En su columna de La Mañana, Fernando Borroni apuntó al Gobierno por cómo se administran las tensiones, dentro del propio Frente de Todos, de cara a la sociedad y frente a los poderes concentrados.
La columna de Fernando Borroni
¿Qué hacemos a esta altura de la tensión dentro del Frente de Todos?
¿Qué hacemos a esta altura del nivel de tensión entre la sociedad y el Gobierno?
¿Qué hacemos a esta altura en el nivel de tensión entre el poder concentrado, los formadores de precios, algunos sectores del campo y el Gobierno?
¿Cómo se administran las tensiones dentro del Frente, con el Gobierno y cómo el Gobierno enfrenta que se pueda comprar pan o leche?
Estas tres tensiones se aflojan o relajan si se profundiza una de las tres.
Si el Gobierno tensiona frente a aquellos que ganan mientras crece la pobreza en Argentina, con quienes quieren un país para pocos mientras crece la marginalidad, si el Gobierno asume el conflicto, va a liderar la tensión contra esos sectores.
Al mismo momento, las divisiones en el frente de gobierno se van a calmar. Y la desazón entre el Gobierno y un sector de la sociedad, también.
Pero la clave está en no negar el conflicto, porque es negar la realidad.
Escuchar al presidente el viernes daba una sensación amarga: se vive de diagnósticos y se niega el conflicto.
Negar el conflicto es negar a los actores que forman parte del conflicto y de la realidad, los intereses que representan, la historia de nuestro campo nacional y popular y sus luchas.
Por eso, el grito popular hoy se podría expresar para sumar, no restar.
Presidente, haga política, no niegue el conflicto.
Hay margen, entonces, pero se va reduciendo, porque si siguen aumentando los precios no queda mucho margen, es cada vez menos.
Es tiempo de escuchar más las voces de un pueblo y dejar de leer las tapas de los diarios.
El conflicto es una realidad que hay que afrontar, si se niega o ningunea, se pierde. Pero si se decide enfrentar, se puede perder o ganar.
Para eso estamos: para dar la pelea.
No hay opción, o se enfrenta el conflicto o se pierde. Todavía la pelota está en el campo nacional y popular.