El cine está “paralizado”, por eso la comunidad audiovisual decidió volver a moverse.  La fecha elegida para una nueva protesta de la Asamblea Abierta –que reúne a cineastas, técnicos y estudiantes, entre otros actores del sector– fue ayer, día previo al vencimiento de 300 contratos en el Incaa. En las puertas del organismo ubicado en Lima al 300, cientos de personas se quejaron por diferentes razones que conducen a lo mismo: la disminución en la producción de películas nacionales. Las caras de esta misma moneda son el despido de cuatro trabajadores, la precarización laboral, la “parálisis” administrativa, la posible tercerización de los créditos, el cierre del espacio Cine.Ar de Constitución y la poca “transparencia” en el proyecto de Ley de Convergencia, que podría reducir el fondo de fomento.

Parte de la calle Lima quedó cortada al tránsito. Había banderas de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), del Centro de Estudiantes de Arquitectura y Diseño de la UBA (Ceadig), Documentalistas de Argentina (DOCA), ATE y Cine.Ar Arte Cinema, espacio que cerraría el 31 de julio. Los manifestantes sostenían carteles con las leyendas “defiendo al cine argentino”, “no a los despidos” y “apoyo al Incaa”, entre otros. Como pasó en alguna de las masivas movilizaciones de abril –que alertaban sobre las posibles modificaciones en el fondo de fomento del Instituto–, en este caso hubo micrófono abierto. “El cine nacional está detenido”, sentenció Francisco Márquez, de la coordinadora de la Asamblea Abierta de la Comunidad Audiovisual y del Colectivo de Cineastas, y celebró la “respuesta masiva” que se vio en la calle pasadas las 15.

“Lejos de solucionarse, los problemas se están agravando”, continuó, para luego leer el comunicado firmado por todas las agrupaciones de la Asamblea, que denuncia la subejecución presupuestaria, la parálisis en la producción, la pérdida de acuerdos de coproducción, los riesgos de la posible tercerización de los créditos en entidades financieras por fuera de la órbita del Incaa y los despidos. El delegado Camilo Moreira Biurra manifestó: “Dos de los cuatro despedidos son egresados de Enerc. Es un mensaje nefasto para los estudiantes. El Estado forma profesionales, les da empleo precarizado y luego los despide”. Respecto del vencimiento de los más de 300 contratos, aseguró que el gremio cuenta con el “compromiso” del presidente del Incaa, Ralph Haiek, de que serán renovados. “Pero no alcanza. Reclamamos la regularización, el pase a planta de los trabajadores”, exigió. “Reincorporación”, gritaron los presentes después del testimonio de uno de los despedidos.

Los estudiantes dijeron que ven “negro” el futuro de su profesión. Los técnicos, que por cada film que no se realiza, aproximadamente 60 de ellos no están trabajando. También tomaron la palabra los vecinos que luchan por la recuperación del Cine Teatro Urquiza, de Parque Patricios, y miembros de la asamblea que busca impedir el cierre de la sala Arte Cinema. Anunciaron un festival para el 15 de julio. El conflicto quedó planteado en su complejidad: es tanto un asunto laboral como un “ataque” a la identidad nacional. En este contexto, los manifestantes pidieron la apertura de más salas e instaron a otros sectores de la cultura, de diferentes disciplinas, a organizar una movilización masiva y en conjunto. “Que no se confundan. No nos cansamos”, aseguraron.