El coeficiente de Gini, un indicador que cuanto más cercano a 1 sea el valor mayor es la desigualdad en la distribución del ingreso, se ubicó en 0,437 puntos durante el primer trimestre de 2017. El apagón estadístico dispuesto por el Indec imposibilita la comparación interanual. La cifra publicada ayer representa un retroceso hasta la foto distributiva de 2011, cuando el índice llegó a 0,434 punto. Los registros disponibles para el mismo período de 2015, cuando el índice llegó a 0,420, ofrecen una aproximación al deterioro en el “reparto de la torta” que acompañó a la aceleración de la inflación, los aumentos en las tarifas de los servicios públicos, el salto cambiario, la quita de retenciones y el incremento en el desempleo experimentados a lo largo del año pasado. La autoridad estadística publicó en su informe los datos correspondientes al segundo, tercer y cuarto trimestre de 2016. En el segundo trimestre del año pasado el indicador llegó a 0,427 puntos cuando un año antes se había ubicado en 0,410 puntos. El pico en el deterioro distributivo se alcanzó en el tercer trimestre, cuando el índice de Gini marcó 0,451 puntos, el nivel más elevado de los últimos siete años para ese período del año.
Los registros que el Indec volvió a difundir en forma de Informe Técnico en reemplazo de los cuadros estadísticos publicados desde el segundo trimestre del año pasado revelan que la brecha entre el ingreso familiar promedio del diez por ciento de los hogares más pobres y el diez por ciento más rico llegó a 21,8 veces en el primer trimestre de 2017. Tampoco es posible comparar con el mismo período un año antes pero, entre enero y marzo de 2015, la diferencia informada por el Indec había sido de 17,8 veces. A pesar de la imposibilidad para realizar comparaciones interanuales y el cuestionamiento a las cifras, los datos dan cuenta del ensanchamiento de la brecha distributiva desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri. En el segundo trimestre de 2015, la distancia entre los ingresos de los hogares del primer y el último decil había sido de 16,5 veces mientras que durante el mismo período del año pasado llegó a ser de 18,9 veces. En el tercer trimestre de 2016 la diferencia de ingresos entre los extremos había ascendido a un pico de 21,7 veces y durante el período octubre-diciembre se ubicó en 18,7 veces.
El equipo de investigación de Cifra que conforman Mariano Barrera, Mariana González y Pablo Manzanell señaló que en el “primer año de gobierno de la alianza Cambiemos se avanzó en un proceso regresivo en la distribución del ingreso que derivó en una transferencia del trabajo al capital en torno de los 16.000 millones de dólares, producto de la caída de la participación de los trabajadores en el ingreso nacional del 37,4 al 34,3 por ciento entre 2015 y 2016”. Ese proceso se explica por la devaluación, la eliminación de los derechos de exportación, el alza en el precio de los servicios públicos y la restrictiva política monetaria. El impacto de esas medidas en las condiciones de vida de los hogares no afectó a todos por igual: los más perjudicados fueron los de menores ingresos lo que ensanchó la brecha distributiva.
Los datos publicados ayer muestran que el décimo decil, el segmento donde se ubican las familias más acomodadas, se apropio del 31,6 por ciento del ingreso mientras que el primer decil, el correspondiente a los sectores más vulnerables, apenas concentró el 1,4 por ciento. Para evitar las imprecisiones que arrastran los datos referidos a los extremos de la Encuesta Permanente de Hogares se pueden realizar comparaciones alternativas como la relación entre el segundo y el noveno decil. Mientras que los primeros se recibieron 3,4 por ciento del ingreso los otros se quedaron con el 16,7 por ciento. Otro guarismo que da cuenta de la concentración distributiva es que el 10 por ciento más rico de las familias concentra un nivel de ingresos superior al del 60 por ciento de la población de menores ingresos. Una dinámica similar se observó en la CAB A. Durante el primer año de gestión de Horacio Rodríguez Larreta , las diferencias entre los ingresos reales de los hogares porteños más pobres y los más ricos, así como la brecha entre el norte y del sur del distrito, se amplificaron.