Las narrativas de provincias, cuando se asocian con una historia de iniciación y de descubrimiento del mundo, permiten que lxs lectores descubran ese territorio a través de los ojos de los personajes. En Las primas de Villaguay, el cuarto de libro de Carolina Bugnone (1974), la mirada pertenece a una chica que vive en Concepción del Uruguay con su familia, rodeada de amigas, parientes, vecinos y galanes. Pocas coordenadas temporales se establecen en la novela breve de Carolina Bugnone, aunque basta con una sola. Hacia 1983, la narradora es una nena de nueve años que, como hicieron otros, comienza a desafiar los hábitos autoritarios impuestos por el terror: “De un día para el otro, dejó de ser obligatorio llevar medias tres cuartos azules a la escuela. Así que me puse, precisamente, un par multicolor debajo de los guillermina azules, sobre mis piernas-huesos y el guardapolvo blanco”. Los padres, sobrevivientes de la dictadura en una zona de frontera, apoyan ese acto reivindicativo.
Ordenada en capítulos con títulos que forman series (aunque algunas series constan de un solo capítulo), Las primas de Villaguay posee una estructura musical, emparentada con los estribillos y las creaciones corales que tanto entusiasman a los personajes en reuniones con amigos y familiares. En el pueblo, la narradora asiste a una escuela de música: “Entrar en la sala de partituras era como encontrarse con la caja fuerte de los tesoros. El olor de las hojas, de la madera, de la genialidad. Allí todo era mucho. Allí también se mostraba lo que no había”. Orientada en esa dirección, la novela intenta recobrar del pasado lo que en su momento no había sido percibido con nitidez. “Traté de ser fiel al punto de vista de una infancia que se recupera desde la adultez –cuenta la autora–. Es decir que la voz no se despegara de esa mirada infantil pero que tampoco renegara de la mirada adulta, algo así como hacerlas hablar a la vez. Esa especie de doble voz involucra, para mí, estar adentro y afuera.”
En Las primas de Villaguay, distintos pueblos entrerrianos sirven de escenario para reencuentros de sobrevivientes, despedidas, costumbres y romances. Villaguay, la isla de Cambacuá, el centro de Gualeguaychú, las casas, los bares y las calles de Concepción del Uruguay se transforman por el don de la contigüidad. “Varios mundos existían entre nosotros, si no era el de la música era el de los libros, el de a pesca, el del agua, o sino éste, el de los debates, en que nos ilusionábamos con entender el funcionamiento de la sociedad”, se lee hacia el final. “Cuando escribí la novela no me interesaba que el escenario regional fuera especialmente realzado –indica Bugnone–. No quería centrarme en él pero tampoco lo podía soslayar. Dentro del proceso natural (si es que eso existe) de escritura, lo regional se fue escribiendo junto con la trama, porque esa trama era impensable para mí en otro lugar geográfico.”
Un lenguaje secreto, a medias proverbial, a medias ficcional, se pone en juego en la novela. En las respuestas de los padres, “había una verdad que no soltaban”; en la escuela, “el concepto de ‘libertinaje’ todavía nos quemaba la moral”; en el paso a la adolescencia, “el sentido real, punzante, vino de a poco, de a tandas”. Son esas ráfagas de sentido las que cobran forma en Las primas de Villaguay.
Actualmente Bugnone, licenciada en Psicología por la Universidad Nacional de La Plata, escribe narrativa y poesía a la vez. “Colaboro con Goles Rosas, una editorial chiquita especializada en poesía de Mar del Plata, ciudad donde vivo “cuenta”. La poesía es un idioma al que me siento muy unida. Estoy haciendo relecturas de Freud, corriéndome de mi lugar de psicoanalista, buscando la poesía en él; me seduce la idea de encontrar poesía donde se supone que no la hay.”
Las primas de Villaguay
Carolina Bugnone
Peces de Ciudad