En los últimos años se plantearon intensos debates sobre el vínculo de la universidad con la sociedad. A partir de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, el rol social de la casas de estudios superiores vuelve a resignificarse, se internacionaliza y apunta a la inclusión. Internacionalizar es mucho más que hacer convenios: implica un proceso transversal que incluye brindar clases en idiomas extranjeros, tener acreditaciones internacionales, reglamentar movilidad de docentes y estudiantes, figurar en rankings internacionales, realizar proyectos con fondos internacionales e integrar las currículas de las carreras.
Antes de la pandemia de COVID-19, las políticas de internacionalización eran sostenidas principalmente por la movilidad de estudiantes que, más allá de los recursos destinados, incluía un reducido número de beneficiarios. Una de las respuestas emergentes de las universidades a las dificultades que trajo aparejada la crisis sanitaria fue adaptar de forma precipitada programas de movilidad existentes al formato virtual, lo que implicó un cambio de foco de una internacionalización para pocos a una opción de alcance masivo.
En este sentido, el Ministerio de Educación, a través de la Secretaría de Cooperación Educativa y Acciones Prioritarias, impulsa la primera edición del Programa de Cursos Cortos de Posgrado, una propuesta que reformula la dinámica histórica del Programa de Becas de Formación en el Exterior BEC.AR, con el objetivo de formar profesionales argentinos en instituciones de educación superior de excelencia en campos considerados estratégicos para el desarrollo del país.
La oferta académica fue especialmente seleccionada en función de la promoción del desarrollo sostenible, la modernización productiva y el crecimiento sostenido, solidario y equitativo. “Entre otras áreas identificadas como prioritarias se destacan la biotecnología, la economía digital, las energías renovables, la tecnología en alimentos y las lenguas extranjeras”, explicó el ministro de Educación, Jaime Perczyk, en diálogo con el Suplemento Universidad.
“El programa, financiado por la cartera educativa nacional con respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo, funciona desde 2012, pero antes las becas eran para que algún argentino viajara al extranjero. Del 2012 al 2020 viajaron 500 estudiantes, un promedio de 80 por año. Lo que nosotros hicimos es que las universidades del exterior vinieran a Argentina. En un año participaron 1.270 estudiantes, es decir que en 12 meses se duplicó lo que había pasado en los 12 años anteriores. Becamos a graduados argentinos y vienen profesores extranjeros”, detalló Perczyk.
Del nuevo programa, que incluye 38 cursos de 34 instituciones extranjeras –de 9 países– y 27 nacionales, participan más de 1.500 becarios de todo el territorio argentino.
El ministro aclaró que el programa es “absolutamente federal; las becas se distribuyen por jurisdicción e igualdad de género, y lo novedoso es que no tienen límite de edad” y remarcó: “En otras modalidades del sistema, un estudiante de 30 o 35 años ya queda afuera. Este programa, en cambio, les da posibilidades a profesionales en ejercicio de todo el país que antes no podían tener actualizaciones de posgrado con becas”.
La mayor carga horaria de los cursos corresponde a la modalidad virtual; sin embargo, los encuentros presenciales también son obligatorios.
Experiencias con Alemania e Italia
Desde Salta, la ingeniera industrial Claudia Raquel Andrés terminó hace unos días el curso “Sustentabilidad, desarrollo y participación social en América Latina”, dictado por la Universidad de Kassel (Alemania) en convenio con la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
“Tuvimos una semana presencial en la UNSAM, donde pudimos interactuar no sólo entre compañeros, sino también con los docentes y personal de apoyo, tejiendo redes de contacto que resultan muy provechosas”, contó Andrés a este suplemento. En la sede de la universidad del conurbano bonaerense conoció a colegas de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Misiones y Tierra del Fuego.
La ingeniera –docente y trabajadora del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI)– es madre de un nene de 3 años y una beba de un año y medio: “Es importante destacar la nueva modalidad mixta del programa, que posibilitó a cuidadores (principalmente mujeres que maternan) poder cursar online un posgrado internacional y sólo ausentarse del hogar una semana para el encuentro presencial”.
Una experiencia similar vivió el licenciado en Biotecnología Lucas Ripoll, que cursó el posgrado "Métodos avanzados en bioinformática", que se dictó entre la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y la Universidad de Padova (Italia). “Los 47 participantes provenían de diferentes instituciones, lo que permitió tender interesantes redes durante los 15 días de cursada presencial en la UNQ. Asimismo, poder intercambiar con docentes de otros países nos permite conocer las preguntas centrales que se quieren responder desde la ciencia en otros lugares del mundo”, comentó Ripoll, becario del CONICET, a este suplemento.
Andrés y Ripoll coincidieron en que sus respectivas prácticas fueron “enriquecedoras y sumamente útiles”. “Tomar las fortalezas de los trabajos y experiencias compartidas para reforzar las nuestras y tomar también las debilidades para aprender de ellas. Saber que hay muchos casos de éxitos a lo largo del país, en América Latina y en Europa, pero que resulta indispensable la participación activa de la sociedad para que el proyecto pueda tener éxito”, reflexionó la becaria. Para Ripoll, el curso que tomó le brindó “profundidad de contenidos, oportunidad de intercambios y actualización en los temas”.
A modo de evaluación, el ministro Perczyk consideró que esta clase de actividades “favorecen la construcción de redes de aprendizaje e intercambio entre profesionales de todo el país, propiciando la elaboración de proyectos conjuntos y fortaleciendo las capacidades institucionales a nivel nacional”.
Los cuatro puntos académicos
Durante el último Congreso Internacional de Universidades Públicas (CIUP), las universidades nacionales de Córdoba (UNC), Litoral (UNL) y Rosario (UNR) firmaron un acuerdo con la Universidad de la República de Uruguay (Udelar) para conformar un Consorcio Internacional de Universidades Públicas, con el fin de "profundizar el trabajo interinstitucional que permita desarrollar proyectos conjuntos que fortalezcan la democratización de la enseñanza superior".
La UNL interviene con intercambios de estudiantes de las carreras de Arquitectura e Ingeniería en Ciencias Agrarias. Ante una consulta del Suplemento Universidad, desde la UNL estimaron que en Arquitectura, entre las cuatro universidades, suman unos 40 mil estudiantes y en Ciencias Agrarias, unos 10 mil.
“La movilidad es entre las carreras de las cuatro universidades, pues entre todas se complementan en áreas temáticas específicas de cada disciplina. Las propuestas varían de acuerdo a cátedras y particularidades de cada universidad; hay propuestas presenciales y también virtuales”, explicó Andrea Vittori, coordinadora de Prensa de la UNL.
Las cuatro universidades –que suman más de 400 mil estudiantes, 30 mil docentes y 10 mil funcionarios, administrativos y de servicios– anticiparon un primer conjunto de acciones del Consorcio que se desarrollarán en los próximos meses.
Los proyectos de trabajo para este semestre son crear redes de cooperación entre las áreas de extensión y de incubadoras de empresas para compartir experiencias e impulsar la creación de compañías de base tecnológica; acordar bases académicas y presupuestarias para la realización de una convocatoria conjunta a proyectos de investigación/vinculación interdisciplinarios en ejes estratégicos para la región; agilizar los procesos técnicos/administrativos para la movilidad de estudiantes de grado y posgrado con reconocimiento de créditos o trayectos académicos en otras áreas disciplinares; y promover procesos de innovaciones en la gestión universitaria, tales como gobierno abierto y rendición de cuentas. Otra iniciativa es generar mecanismos de capacitación para la gestión universitaria acorde a esas innovaciones.
Así se trabajará en lo que denominan “Triángulo del Conocimiento”, una iniciativa que busca promover la articulación y cooperación entre las universidades, el Estado y el sector socio-productivo para estimular la innovación, el desarrollo tecnológico-productivo, el impulso económico y el desarrollo social dentro de la región.
Un camino prometedor
“El análisis de la internacionalización de la educación superior ha recorrido típicamente dos direcciones. Por un lado, la atención por los aspectos prácticos de la internacionalización sobre programas de movilidad estudiantil, acciones de internacionalización del campus y programas similares, que sintetizan las iniciativas que se centran en los aspectos ‘locales’ del tema. En otro extremo, emerge el sector que agrupa a responsables políticos e investigadores que circunscriben su preocupación por la estrategia de universidades o gobiernos con una mirada de la internacionalización como una tendencia, en y desde lo ‘global’. En estos últimos, la internacionalización del currículum o similares no parecen ser primordiales e, incluso, podríamos afirmar que hay una mayor ponderación de las acciones tradicionales de cooperación”, concluyó la investigadora Valeria Pattacini en su ponencia “Desafíos y acciones para una internacionalización inclusiva”, presentada en el Primer Congreso Internacional de Ciencias Humanas: “Humanidades entre pasado y futuro”, celebrado en la UNSAM un año antes de la pandemia.
A partir de este análisis, se desprende que la internacionalización no se puede reducir a la implementación de la movilidad virtual. Hay aspectos estratégicos, estructurales, socioeconómicos y cuestiones políticas que están implícitos en los procesos de internacionalización y que conllevan nuevos retos a las problemáticas en torno a la investigación, la formación y la extensión de las universidades. En tal sentido, las experiencias que ya están en desarrollo transitan por ese camino.