Lxs desobedientes 6 puntos
Argentina, 2022
Dirección y guion: Nadir Medina.
Duración: 62 minutos.
Intérpretes: Alicia Vissani, Elisa Gagliano, Eva Bianco, Santiago Zapata, Daniela Trakál.
Estreno exclusivamente en Cine Gaumont.
Luego de la premiere mundial en el festival Indie Lisboa y un estreno en su Córdoba natal, la nueva película de Nadir Medina –tercer largometraje a la fecha luego de El espacio entre los dos e Instrucciones para flotar un muerto– propone un viaje simultáneo al pasado y al futuro cercano (o quizás a un presente paralelo). En la carta de intención escrita especialmente por el realizador, Medina afirma que nació “en una familia con una fuerte tradición política. Mi padre, ya en 1961, pertenecía a un gremio combativo. En la revuelta de mayo de 1969 estuvo en la calle, y del 76 al 82 fue preso político de la dictadura militar argentina”, antes de explicar diáfanamente la factura e intenciones de su más reciente film: “Me gusta definir Lxs desobedientes como una película de ciencia ficción con material de archivo. La historia transcurre en una Córdoba futura, pero se mezcla con las imágenes y sonidos de las revueltas populares de fines de los ’60”. En pantalla, entonces, el Cordobazo es recuerdo y simulación futurista, reflexión sobre lo que ya ocurrió y también de aquello que podría (volver a) ocurrir.
En blanco y negro y un formato de pantalla casi cuadrado que recuerdan a otros tiempos en la historia del cine, se abren las puertas de la historia. Una historia de personajes comunes que, por esas cosas de las circunstancias sociales y el relato, terminan transformándose en peones de una revuelta popular. El punto de vista, convertido en eje narrativo, es el de una conductora de trolebuses de la capital cordobesa llamada Alicia (Alicia Vissani), quien conversa con un grupo de colegas sobre problemas laborales, anuncios de huelgas y otras cuestiones típicas. Minutos después, se sube al trolebús, como cualquier otra noche, y arranca su recorrido habitual, interrumpido en por un hecho de violencia inesperado. A partir de ese momento, la ciudad y la vida de Alicia mutan, se transforman en otras distintas. Así, Lxs desobedientes comienza a entrelazar las imágenes tomadas por la cámara de Medina con otras registradas décadas atrás por camarógrafos anónimos, cuando Córdoba emulaba otro mayo, el francés, y estallaba de furia y rebelión.
Medina apoya un pie en las ansias rupturistas del primer Godard, el que terminaría tomando la ruta del Grupo Dziga Vertov en el 68, y el otro en la influencia innegable de Invasión, de Hugo Santiago, con sus grupos subterráneos resistiendo el avance de un enemigo más poderoso. Pero aquí, a diferencia del mundo varonil del clásico de la ciencia ficción porteña, las protagonistas son en su mayoría mujeres. Las que vienen militando de antemano la reacción ante un totalitarismo que permanece fuera de campo y aquellas otras que, desde las bases, terminarán apoyando el primer grito contestatario. Mientras los vidrios de la fachada de un cine son quebrados a golpes (la sala exhibe, irónicamente, el poliziotteschi de Sergio Sollima Ciudad violenta), la rosa maravillosa de Sandro adquiere un nuevo sentido, nada pasivo. Los alcances y también los límites de Lxs desobedientes están marcados por su propia intencionalidad formal y temática, que abraza conscientemente el agite rebelde con una ingenuidad voluntarista.