Desde Rosario
Si la dimensión de las concentraciones de gente en el Monumento a la Bandera es indicio de la raigambre popular de una causa, con la de ayer quedó demostrado que el ecocidio del humedal y sus humosas consecuencias en las ciudades a este lado del río ha calado hondo ya en el humor cotidiano en Rosario y en toda urbe ribereña.
Una multitud de heterogénea convocatoria se congregó sobre el playón del Monumento en una asamblea popular que resolvió que se plantará este sábado en un corte de tránsito sobre el puente hacia Victoria, en protesta y reclamo por la sanción de la Ley de Humedales consensuada en el Congreso de la Nación.
Y como telón de fondo y de burla, desde la isla subía una gruesa humareda de gris blanquecino, señal de un incendio recién iniciado. Para el ocaso de la asamblea, ya entrada la noche, se dejó ver en el horizonte islero el resplandor de un formidable cordón de fuego que ardía sin frenos, como un mensaje desafiante contra el clamor popular por el derecho a la salud y a la biodiversidad.
La asamblea abierta al pie del Monumento votó cortar el tránsito vehicular en la cabecera del puente a Victoria con otra asamblea para seguir debatiendo el plan de lucha. Se aprobó también la moción de reiterar el corte del puente el 3 y 4 de septiembre, con participación de todas las organizaciones civiles que militan la causa.
Asimismo, se convino en organizar una marcha hacia Paraná, a la sede de gobierno de la Provincia de Entre Ríos. El 20 de agosto habrá un corte de la autopista Aramburu a la altura de Villa Constitución.
La gente convocada aprobó impulsar una declaración de emergencia en salud pública y ambiental, y exigir el cumplimiento de la ley de manejo del fuego, de acceso a la información ambiental, reactivación del programa PIECAS, y controlar el ganado que ingresa a las islas.
El hartazgo social por la ineficacia del Estado en erradicar las quemas en las islas fue transversal a toda extracción socioeconómica, etárea, política y geográfica. Por eso el Monumento se pobló de gente y de carteles y banderas diversas con el mismo leit motiv: basta de quemas, basta de humo, basta de negocios a costa de la naturaleza, de la salud.
También hubo consignas de claro repudio al poder político y judicial. Mensajes dedicados al ministro de Ambiente Juan Cabandié, al intendente Pablo Javkin, al gobernador Omar Perotti, también al juez federal de Victoria, Federico Martín, como responsables y cómplices del flagelo. Sus nombres quedaron escrachados en grandes letras amarillas sobre los adoquines, con pedidos de renuncia al estilo "que se vayan todos", la muletilla popular del 2001.
Matías De Bueno, del Observatorio Ambiental de la UNR, exigió reacción a Cabandié y refutó que los poderes ejecutivos (nación, provincia, municipio) no tengan facultad para intervenir. "La Corte autorizó a las provincias a actuar. Es preciso una fuerza interjurisdiccional que le ponga un freno a estos quemadores seriales", enfatizó.
Carlos Ghioldi, CTA, hizo pensar sobre el choque entre propiedad privada y el bien colectivo que constituye el delta del Paraná.
Quienes integran la Multisectorial Humedales (MH) celebraron el éxito de la convocatoria. "Siempre nos costó sensibilizar acerca del ecocidio que denunciamos hace ya más de dos años, pero hoy esto da esperanza. Sigamos, seamos conscientes para exigir y lograr un cambio, por una ley de humedales, la del consenso, no la lavadita que favorece los intereses económicos", dijo Sebastián Martínez, en alusión a los proyectos en el Congreso, ya sin estado parlamentario por el lobby que hizo pie en el Senado.
Mirando las lenguas de fuego que asomaban a lo lejos, las atribuyó a "la provocación de estos incendiarios seriales que no les importa nada, ni el humedal, ni la gente".
Hubo oradores venidos desde San Nicolás, Ramallo y Villa Constitución que contaron penurias y broncas similares. Así denunciaron al empresario Flavio Di Fonzo por levantar terraplenes y desecar arroyos y lagunas con fines agropecuarios. Un nicoleño entrado en años recordó que como estudiante en los '90 ya denunciaban en vano que se estaban vendiendo parcelas en las islas. "Nadie nos hizo caso. El departamento de Tierras de Entre Ríos es una mafia", escupió.
Lisandro Zita (MH) agregó nombres a los responsables identificados en las causas judiciales empantanadas: Enzo Mariani, dueño de la guardería náutica Henry Morgan y explotador de 800 hectáreas en las islas; Rufino Baggio, terrateniente de 35.000 hectáreas, (alguien propuso dejar de comprar los jugos de esa marca); José Antonio Aranda, vicepresidente del grupo Clarín y productor arrocero; y Enzo Vignale, productor ganadero de unas 1500 hectáreas de isla.
Al calor de los discursos se animaba el humor del gentío. Hasta una niña, Macarena, gritó al micrófono su hartazgo por la tos, por las "nebus" y tantos remedios que tomar. Una señora se paseaba con máscara antigas y un cartel: "Basta de violencia. Soy asmática".
En la previa, un colectivo de científicos de la UNR y el Conicet había montado la radio abierta "Ciencia rosarina", una tribuna donde abundaron mensajes que dieron forma al repudio.
"Nada de esto es casual ni azaroso. Primero se destruyeron intencionalmente los bosques, y ahora los humedales. Solo quedan 300 mil hectáreas de bosques nativos, todo por la expansión de la agricultura industrial, es la embestida del capitalismo que hasta desaloja con fuego a los isleños", denunció Claudia Alzugaray, investigadora universitaria.