La jueza María Eugenia Capuchetti deberá juzgar al represor de la Fuerza Aérea Juan Carlos Vázquez Sarmiento por haberse apropiado de Ezequiel, el hijo de Graciela Tauro y Jorge Daniel Rochistein. La Cámara Federal porteña –con las firmas de Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi– resolvió que sea Capuchetti quien lleve adelante el juicio que se regirá por el viejo código de procedimientos y tramitará por escrito.

Vázquez Sarmiento, que fue personal de inteligencia de la Fuerza Aérea, estuvo más de 19 años prófugo. Fue detenido en octubre del año pasado en la zona de Ituzaingó, cuando personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) detectó que iba a casa de su esposa. Las tareas de inteligencia para detener al Colo Vázquez Sarmiento las había ordenado Capuchetti cuando subrogaba en el Juzgado Federal 6, que quedó vacante tras la jubilación de Rodolfo Canicoba Corral

Como ella intervino en la primera etapa de la investigación, Capuchetti sostuvo que no le correspondía juzgar al exintegrante de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA). La causa por la apropiación de Ezequiel –que fue elevada a juicio en junio pasado por Daniel Rafecas– estuvo un tiempo en manos del juez Sebastián Casanello hasta que los camaristas Bruglia y Bertuzzi dijeron que Capuchetti debía continuar con el proceso –que tramitará por escrito, a diferencia de los juicios orales–.

Graciela Tauro nació y se crió en Bahía Blanca. Allí estudió hasta tercer año de Bioquímica en la Universidad Nacional del Sur (UNS), donde conoció a Jorge Rochistein. Los dos tenían militancia universitaria y en Montoneros. Cuando la familia empezó a ser perseguida, la pareja viajó para Buenos Aires. Se casaron en enero de 1976.

A Graciela la secuestraron el 15 de mayo de 1977 en su casa de Hurlingham. Cursaba un embarazo de cuatro meses. Una vecina alcanzó a escuchar que entre los integrantes de la patota había una persona a la que llamaban “comodoro”, por lo que entendió que estaba en poder de la Fuerza Aérea. Después de que pasaran unos días sin recibir noticias de su hija, la mamá de Graciela, Nelly Wuiovich de Tauro, viajó desde Bahía Blanca y recogió esa información en el barrio.

Graciela fue llevada, en primer lugar, a la Mansión Seré y después a la Comisaría de Castelar, donde estaba Jorge –sometido a terribles torturas–. Jorge había sido secuestrado en un bar de la zona de San Justo, según declaró un militar. En octubre, la trasladaron a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) para que tuviera a su bebé. La asistió otra de las detenidas, Sara Osatinsky. Cuando estaba en el campo de concentración de la Armada, se encontró con Juan Gasparini, a quien conocía desde antes y le pasó los datos de su familia para que avisara. Ella estaba convencida de que el bebé sería entregado a su madre, pero terminó siendo anotado como propio por Vázquez Sarmiento y su esposa –ella reconoció ante la Justicia que su marido había aparecido de un día para otro con un bebé–.

El cabo de la RIBA Julio César Leston admitió haber participado del secuestro de Graciela y haberla trasladado de un centro clandestino a otro. Dijo que una noche estaba de guardia cuando le ordenaron acondicionar un Fiat 1600 verde para ser presentado como un enfrentamiento fraguado. El 23 de noviembre de 1977 aparecieron los cuerpos de una mujer y de cuatro hombres en el auto. El juzgado de Rafecas –que investigó la represión en el oeste del conurbano a manos de la Fuerza Aérea– reconstruyó, en base a los hallazgos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que entre las víctimas estuvieron Graciela, Jorge, Hilario Santos Ramallo, Pedro Mazzocchi y una persona que aún no pudo ser identificada.

Vázquez Sarmiento está también elevado a juicio por su actuación en la RIBA, donde estaba a cargo de la sección de Contrainteligencia. Ese proceso deberá ser llevado a cabo por el Tribunal Oral Federal 5 de San Martín y estará centrado en lo sucedido con Patricia Roisinblit y José Pérez Rojo, hija y yerno de Rosa Roisinblit –la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo–.

El 6 de octubre de 1978, una patota de la Fuerza Aérea secuestró a José junto con Gustavo Pontnau de la juguetería que atendían en Martínez. Después, los represores siguieron camino hasta el departamento en el que estaban Patricia y su hijita, Mariana Eva. A la nena la entregaron a su familia. Uno de los primos identificó al Colo Vázquez Sarmiento como uno de los secuestradores. La pareja estuvo en la RIBA. Patricia fue llevada a la ESMA para dar a luz –como había sucedido un año antes con Graciela Tauro–. En 2000, su hijo, Guillermo, restituyó su identidad gracias a la búsqueda de sus abuelas y de su hermana.