“Ustedes en tres meses son número uno”, dijo Carlos Bayón como si nada, como si fuera amo y señor del espectáculo. Un poco lo era. Aquel lunes por la mañana de 1967, en su oficina, el productor tenía un pálpito. Otro más. Esta vez eran cuatro muchachitos muy jóvenes que todavía iban a la escuela secundaria y habían registrado un demo por su cuenta con dos covers en inglés: “Gloria”, de Them; y “Hold Tight!”, que el año anterior habían grabado Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Tich. Para Bayón fue suficiente. Los contrató para la televisión y para el resto de los eventos paralelos de La Escala Musical, uno de los programas más exitosos del momento. También hizo los arreglos para que el demo se convirtiera en el primer simple. Music Hall lo publicó en septiembre del 67. Para octubre ya había vendido treinta mil copias. En noviembre lanzó el segundo, “The Letter”, la canción que The Box Tops había llevado a la cima de los rankings de Estados Unidos. De ese vendieron ochenta mil. En diciembre, Los Walkers eran la banda que todos escuchaban.
Aquellos cuatro jovencitos también podrían haber sido advertidos. Alguien podría haberles dicho que en tres años todo iba a caer. Que la breve carrera del grupo, caracterizada por hacer temas en inglés, iba a ser condenada al olvido por los vaivenes de las tendencias y la fuerza de los nuevos movimientos. Pero a la industria musical que pone a trabajar a adolescentes no le importa lo que pueda suceder más allá de sus intereses. Hoy, 52 años después de su separación, Los Walkers no forma parte del rock argentino. La escena, que exigía temas propios en castellano, lo dejó de lado. El grupo no figura en los relatos oficiales recientes. No es tenido en cuenta en 50 años de rock en Argentina, el libro del periodista Marcelo Fernández Bitar. Tampoco aparece en Rompan todo, el documental de Netflix que en 2020 intentó abrir el abanico de artistas que integran el género. Pero gracias al flamante rescate del catálogo de Music Hall, realizado por el Instituto Nacional de la Música, Los Walkers tienen una nueva oportunidad. El sello Fonocal acaba de publicar un box set con todas las grabaciones que la banda registró entre 1967 y 1970. Una caja que incluye tres CD con 62 canciones entre las que se encuentran los LP originales, singles, temas inéditos y tomas instrumentales.
El box set muestra que Los Walkers fueron algo más que una banda complaciente que hacía covers en inglés. Si bien nunca logró salir del pozo beat desde donde construyó su obra, el grupo buscó evolucionar. Osciló entre obedecer a la discográfica y concretar una búsqueda personal. Esa duda, sumada a los frecuentes cambios de integrantes, lo atrapó para siempre. No logró reaccionar y acoplarse al nuevo tren llamado rock argentino. Como decía uno de los temas que versionaron en sus inicios, Los Walkers quedaron “fuera de tiempo”. Sin embargo, su inclusión en la historia ya no debería ser cuestionada. Su último disco, Walkin Up con Los Walkers, de 1969, está conformado únicamente por canciones propias. Y varias letras de los singles finales fueron en castellano, algunas musicalizadas por un sonido que merece un poco más de atención. Eso mismo piensa Carlos Altamirano, uno de los fundadores del grupo, el único miembro que estuvo en todas las formaciones: “Yo creo que tendríamos que estar, creo que contribuimos un poco. Un granito de arena hubo para el rock nacional futuro. Lo que pasa es que como cantábamos en inglés...”.
Los Walkers nacieron en las aulas del Nacional Pueyrredón, en San Telmo, donde Carlos y Roberto “Rover” Rey idearon el grupo a partir de la fascinación por los sonidos del momento. “Rover tenía una prima que vivía en Londres y mandaba los discos que salían. De ahí sacamos ‘Gloria’, que acá ni lo conocían”, cuenta Carlos. “En esa época era muy difícil tener un tema. El que tenía la primicia era Modart en la Noche. Una vez teníamos el último de los Stones, donde estaba ‘Pasemos la noche juntos’, y se lo prestamos a Ricardo Kleinman para que lo pase en la radio”.
Ese clásico de los Stones también era el que Los Walkers cantaban junto a otros que “naufragaban” por Buenos Aires a mediados de los ‘60, como Pipo Lernoud, uno de los referentes del primer rock argentino. “Tocábamos ‘Let's Spend the Night Together’ en la plaza a las tres de la mañana con panderetas y guitarras. Éramos como veinte y ellos participaban de eso”, dice Pipo. “Yo no escuché mucho la obra de Los Walkers como para juzgar, pero para nosotros estaba claro que los que componían temas propios en castellano eran los que pertenecían al rock. Y creo que la historia oficial repite un poco eso. Por supuesto, hoy tenemos una visión mucho más amplia. Nadie se ha tomado el trabajo de discutir y profundizar qué es y qué no es rock. Yo estoy listo para discutir eso”, agrega.
Ciro Fogliatta, ex tecladista de Los Gatos Salvajes y Los Gatos, cree que la “division entre lo comercial y lo otro le hizo mal a la música como cultura popular”. Y agrega: “No entiendo ese prejuicio al dejar de lado bandas que cantaban en inglés”. Otro ex Gatos que tuvo relación con Los Walkers es Litto Nebbia, que aportó y produjo dos canciones para el grupo. “Ellos vienen de una época y una costumbre de producción donde todo lo querían solucionar con el nuevo single”, explica. “Ese sistema medio que te engaña, porque te la pasás grabando temas con la esperanza de que alguno pegue, pero no terminás de desarrollar un buen disco personal. Y si revisás la discografía de ellos, notarás que no sólo grababan temas en inglés. De pronto hacían un tema brasilero, en un simple estaba 'Balada para un loco', de pronto aparecen dos temas de Litto Nebbia (se ríe). Es una pena, porque lo que grababan estaba bien, pero creo que tanta mezcla los debilitaba”.
El grupo atravesó su última etapa con varios cambios de integrantes. En el 69 grabó “Balada para un loco” por pedido de la compañía. La versión comienza igual a “Despiértate nena”, una de las primeras canciones de Pescado Rabioso, banda que todavía no se había formado pero que tendría en Black Amaya una conexión con esta historia. El baterista integró Los Walkers sobre el final. Formó parte de una formación que completaban Carlos Altamirano, Machi Rufino y Héctor Starc. Un supergrupo. Lamentablemente, la versión de Los Walkers más aceptable para las exigencias de los rockeros argentinos no llegó a grabar.