Una larga columna de entusiastas merodea las riberas del Río de la Plata, un grupo movido por la necesidad de llegar al río y conectar con su horizonte, pertrechado con libretas de apuntes, cámaras de fotos, binoculares y termos con mate. Quieren pensar el río, historiarlo, teorizar, pensar situaciones vinculadas al arte, al urbanismo y sobre todo a qué hacer para que sea visible y accesible. No es algo tan intelectual, son las vivencias que tienen con sus playas y riberas.
Un grupo primerizo fue “Expediciones a Puerto Piojo”, que recorría las costas de Avellaneda y el balneario plebeyo, por tierra y por agua, remándola. Luego hubo un momento más conceptual, el año pasado, cuando “Ribera Va” se planteó pensar la recuperación del río como el mayor espacio público de la ciudad. Inspirado por el arquitecto Ezequiel Martínez y otros entusiastas, hicieron el seminario Celebrar el Río y pusieron en juego miradas múltiples. Muchos de los que participaron convergieron en el Colectivo Ribereño, que viene hilvanando cómo pensar y soñar en ver el horizonte del río. Ahí están gente tozuda como los del Club de Regatas Almirante Brown y la Fundación x La Boca, o cineastas como Julián Dangiolillo.
Lo cierto es que a Puerto Piojo lo siguió la Isla de Marchi, con un relevamiento de situación, y el domingo pasado el Museo de los inmigrantes, desde donde se partió hasta la costanera de Costa Salguero, bordeando el río. Hubo una charla a cargo de los organizadores Charly Gradin y Caro Andreetti, integrantes de Expediciones a Puerto Piojo. Luego quien les escribe hizo una introducción para contar por qué la ciudad avanzo tanto sobre su río, apropiándose de dos mil hectáreas, poniendo en juego elementos históricos, económicos y sociales para entender el proceso y por qué los porteños damos la espalda al mayor espectáculo natural que tiene nuestra ciudad. Al final del recorrido esperaba el ex legislador Facundo De Filippo, que contó sobre el fallo de la Corte Suprema que obliga a reabrir la costanera al público, una causa que impulsó en gran soledad.
El día sirvió para descubrir las situaciones de encubrimiento, apropiación de lugares, deterioro y esquemas de seguridad que impiden acercarse al río. Hay una maraña de intereses comerciales que se van depositando en la costa, siempre favorecidos por pícaros. Este colectivo ribereño se propone seguir asediando las costas y sumando vecinos que se movilicen. Hoy es una carrera de obstáculos, lo que desenmascara la situación de privatización de un enorme lugar público.