Un ícono de los derechos de la mujer. Estuvo detenida en Auschwitz, donde perdió a casi toda su familia. Encabezó el debate por la legalización del aborto, que Parlamento francés aprobó en 1974 y presidió el Parlamento Europeo. Su lucha por los derechos humanos la convirtió en un ícono universal.
Había nacido en Niza, el 13 de julio de 1927, como Simone Jacob, en el seno de una familia judía. La ocupación nazi cambió su vida. Perdió a su madre, víctima del tifus en Auschwitz. Su padre y su hermano fueron asesinados en Lituania y nunca se hallaron sus cuerpos. Se salvaron ella y dos hermanas; una de las cuales se incorporó a la Resistencia y estuvo detenida en el campo de Rabesnbrück. A los 17 años fue trasladada, a pie, desde Auschwitz a Mauthausen y luego a Bergen-Belsen. Nunca se borró el número que los nazis le tatuaron en el brazo. Era la prisionera 78651.
Tras la guerra, estudio abogacía y se casó con Antoine Veil. Ingresó a la carrera judicial y comenzó su vida publica. Estaba a la izquierda de la derecha gaullista y a la derecha del socialismo moderado. A comienzos de los 60 abogó por los derechos de los argelinos perseguidos por el ejército colonial. Al final de la década, el presidente Georges Pompidou le ofreció un cargo en la estructura del Ministerio de Justicia.
En 1974 fue nombrada ministra de Salud del gobierno conservador de Valéry Giscard d'Estaing, cuyo primer ministro, Jacques Chirac, le dio luz verde para librar la batalla por la despenalización del aborto. En la Asamblea Nacional, el parlamentario oficialista Jean-Marie Daillet la acusó de querer arrojar fetos al “horno crematorio”.
El 26 de noviembre de 1974, mientras afuera de la Asamblea se desarrollaba una masiva protesta contra la interrupción voluntaria del embarazo, Veil brindó un discurso histórico: "No podemos seguir cerrando los ojos ante los 300 mil abortos que, cada año, mutilan a las mujeres de este país, que ofenden nuestras leyes y humillan a aquellas que los padecen". Tres días después, se aprobaría la ley.
En 1979 dejó el ministerio para competir, en la lista del partido de Giscard, por un lugar en el Parlamento Europeo. Fue cabeza de lista, en la primera elección por voto universal al cuerpo continental. El nuevo parlamento, el primero emanado de la voluntad popular, la eligió presidenta. Fue la primera mujer en acceder a ese cargo, que mantuvo hasta 1983.
Diez años más tarde, en la etapa final de la presidencia de François Mitterand, Veil volvió a ocupar la cartera de Salud. Se quedó hasta 1995. Dedicaría el resto de su vida a mantener viva la memoria del Holocausto. En 2005 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, uno de los tantos lauros que recogió en su carrera; y en 2010 ingresó a la Academia Francesa, la sexta mujer en hacerlo.
Tras su muerte, el presidente Emmanuel Macron señaló que “Francia pierde una de sus figuras más eminentes”, y destacó: "Las mujeres han sido el hilo conductor de su lucha, particularmente cuando con su coraje infatigable consiguió la aprobación de la ley de la interrupción voluntaria del embarazo, que puso fin a tantas situaciones inhumanas". Las exequias de Veil tendrán lugar el próximo miércoles.