Por estos días se está grabando en Tecnópolis el Nuevo Cancionero Federal, integrado por 24 temas, de todos los géneros, creados e interpretados por autores y autoras contemporáneos. Solistas y grupos de todo el país concursaron y fueron seleccionados para tener este premio: grabar con la mayor calidad y las mejores condiciones técnicas y profesionales en el Centro de Investigación en Audio y Música (CIAM), dejar un registro coral que es una suerte de "foto en sonido" de este aquí y ahora. Una de las seleccionadas es Ana Sofía Stamponi, con un tema suyo en letra y música, con arreglos de Laurel Tango Trío, "Huellas del Sur". Es redondo y bello en ese encuentro de poesía y melodía, capaz de contar una historia pero al mismo tiempo abrir una gran cantidad de imágenes. Ana Sofía lo compuso dedicado a su "papá del corazón", que fue preso político, a su mamá, que fue militante y estuvo exiliada, pero no solo a ellos. "Escribí para Carlos y Aída y también para toda esa generación a la cual también pertenecían mis tíos, que continúan desaparecidos", le dice la cantautora, guitarrista y pianista a Página/12.
Ana Sofía también tiene un abuelo que forma parte de esta historia familiar y del país: Héctor Chupita Stamponi. El amor y la admiración por su figura y su legado se escucha en sus palabras, también en la música que hace con Diego Acosta en piano, Javier Crespin en bandoneón y Ezequiel Chiacchio en contrabajo, el Laurel Trío, o en el dúo que forma con Brisa Videla --también cantante, y su pareja--. Pero a ese linaje ella le imprime inevitablemente sus marcas personales, búsquedas en otros géneros --"porque, siempre contrera, no me iba a quedar con el género que me fue asignado al nacer", bromea en esta charla--, temáticas que siente que faltaban hasta hace un tiempo.
Militante transfeminista, dice que hay "nuevas fotos" que el tango está empezando a sacar con sus letras, y también otras fotos posibles para sacarle a este género: milongas en las que no hay roles asignados, por ejemplo, mujeres que lo componen y lo cantan, chicas y chicos trans. "Es un género que se debía este derecho a que lo pueda cantar cualquiera", concluye, repasando su experiencia personal.
Ana Sofía nació en Brasil, durante el exilio de su madre, también pianista --"por eso llevo el apellido de Aída, como se usa allá", explica--, y entre las marcas indelebles de una historia personal que se cruza con la más trágica de la Argentina, tiene a dos tíos desaparecidos, Pablo y Sofía, de quien lleva el nombre.
Tiene también un "papá del corazón" que fue preso político, durante mucho tiempo: entre el 75 y el 83. Tratando de reconstruir su historia, y la historia de una generación, fue que surgió la letra del tema con el que ganó el concurso.
--¿Cómo salió esta canción?
--Lo primero fueron unas entrevistas que empecé a hacer a mi viejo del corazón, Carlos Alvarez, que fue preso político y militante del ERP. Mi sueño era poder algún día hacer algo más extenso, novelado, pero veía por el momento me quedaba grande un relato. Me salieron poesías sueltas, algunas en forma de canción, y esta vino así, con música y letra.
Me apareció esta melodía que tiene algo surero, o por lo menos con reminiscencias del sur, y empezó a aparecer la poesía que hablaba de ellos, de su experiencia. Y que la ligaba con la sensación de la actualidad desde mi militancia transfeminista, a la luz de lo que estaba pasando con la campaña del aborto legal, lo que estamos viviendo como sociedad en cuanto a la diversidad de género y a la búsqueda de liberarnos como mujeres.
--Esa conexión entre la militancia de los 70 y la actual de los feminismos no se suele hacer.
--No. Pero es un link que yo siento muy real. Desde muy chica mi vida estuvo super atravesada por la militancia de mis padres, y yo me siento una militante a pesar de no haber militado de los modos en que se militaba antes, Eso tiene que estar expresado en mi modo de ver las cosas, esa es mi trinchera.
Mi transformación viene a partir de la docencia, estuve en el centro de de estudiantes de la Escuela de Música de Avellaneda, ahí estudié folklore, porque claro: ¡no voy a estudiar el género que me fue asignado al nacer, siempre ante todo contrera yo! (risas). Pero al tango ya lo estaba ejerciendo, y en el tango me seguí metiendo.
--¿Te sentís parte de una generación tanguera?
--Me siento parte de una generación de mujeres y disidencias que están componiendo y haciendo tangos en el escenario, pibas que nos estamos tocando temas las unas a las otras, cosa que antes no sucedía. El tango era cosa de varones. Hoy hay muchas músicas componiendo y tocando, chicas trans, bandoneonistas trans, cantores, cantoras tans. Era un género que se debía este derecho a que lo pueda cantar cualquiera. La típica pregunta hace unos años era: ¿y cómo cantás el tango siendo mujer? Era absurda. La deben seguir haciendo en un montón de espacios, yo elijo no moverme más en ese tipo de lugares, pero los hay.
--¿Y en qué espacios te movés?
--Tal vez es una burbuja, pero es la que me identifica. Hoy hay milongas queer, sin roles para bailar el tango, no se cabecea más. Con otras cinco amigas, tres de ellas profes de tango, tenemos La Deltita Milonga (queda en la primera sección del Delta, donde vive, cerca del Museo Sarmiento). Con Brisa, mi compañera, somos muy militantes de abrir estos espacios donde subirse a cantar un tango porque sí. Me parece re importante que el tango siga vivo de esta manera, en nuestras músicas, nuestras voces, nuestra danza. Así como surgió como una musica que decía lo que nos estaba pasando en esa época, hoy tenemos que lograr lo mismo, tiene que hablar de lo que somos hoy, tiene que ser una foto de este presente.
--¿Qué pensaría tu abuelo de esto?
--Creo que estaría contento. No era una persona cerrada musicalmente, mi vieja le hacía escuchar Michael Jackson, Prince, compartían eso. Tenía una cabeza moderna, le gustaban mucho las armonías del jazz, la música clásica, estaba muy nutrido de otras cosas. También era alguien sensible a las cuestiones sociales, así que estaría muy feliz de que el tango esté renaciendo en las nuevas generaciones. Porque hubo mucho tiempo en que el tango estuvo callado, hoy lo estamos haciendo decir de nuevo.
--¿Qué aprendiste de tu abuelo?
--Mi vivencia más valiosa es haber visto que era un tipo super callado, pero que cuando era necesario, siempre tenía la palabra justa. Nunca hablaba mal de nadie, lo quería todo el mundo, y sobre todo no se la creía como músico. Creo que eso lo heredé, era un tipo que no era soberbio jamás. Eso es algo que yo admiro mucho y busco cultivar ese perfil. Es difícil el equilibrio en esto que hago: mantener un perfil bajo, pero a la vez poder sostener una carrera artística, con todo lo que eso implica, en un mundo como el actual, que te marca una pelea es codo a codo para demostrar lo que una hace. ¡Y en un mercado donde no está de moda el tango! Abrirme camino, darme a conocer, pero no a costa de la soberbia, eso creo que lo aprendí de su manera de habitar el mundo como músico.
--¿Y cómo músico, qué es lo que más admirás de él?
--Sus grandes y hermosas melodías y armonías. Cuando empecé a conocer más en profundidad el tango, me pasó que dije: lo sigo eligiendo, sigo eligiendo su obra. Pero no porque sea suya. Con el Laurel Trío, por ejemplo, hacemos una versión de "Quedémonos aquí", con arreglos nuestros. Y bueno, siento que no pasó ni un día desde que se compuso ese tema, es re loco pero siento que habla de mi vida actual. Mi abuelo es una figura muy querida para mí. Lo conoci hasta mis 15, bastante, y lo conocí en escena, disfrutaba mucho ir a verlo. Tuve esa suerte.
* Ana Sofía Stamponi se presentará con Laurel Tango Trío el 9 de septiembre a las 21 en Hasta Trilce, Maza 177.