Con una inflación disparada a niveles complejos, hay un dato que le muestra al Gobierno que llegar a un acuerdo político de estabilización con sectores del poder económico será una tarea titánica y un juego de confianzas y desconfianzas con pocas posibilidades de éxito. El martes último, en un acto en Lomas de Zamora, el Presidente Alberto Fernández anunció que el Ejecutivo -luego de una charla del primer mandatario y el ministro de Economía, Sergio Massa- busca edificar un acuerdo de precios y salarios con empresarios y sindicatos, con el objetivo de alinear expectativas y cubrir uno de los varios flancos que le ponen peso a la inflación.
Según diferentes informaciones a las que accedió Página I12, esa misma tarde posterior al anuncio, un pelotón muy importante de empresas del consumo masivo mandaron al sector comercial y del supermercadismo listas con "aumentos preventivos" de precios cubriéndose del posible congelamiento de variables que generaría ese pacto de estabilidad perseguido por el oficialismo. Todo cuando sólo había habido una mención presidencial, sin convocatoria formal ni mucho menos detalles de qué se buscaría con la iniciativa y cuál sería el aporte de los diferentes sectores.
Las listas con subas, a las que accedió este diario, llegaron la tarde del martes y algunas el miércoles por la mañana, con aumentos de entre 9 y 12 por ciento de una sola vez. Y sorprendieron a todo el mundo.
Todas esas alzas se dieron de parte de empresas que en el año llevan aumentos acumulados muy superiores a la inflación. Los detalles a lo que accedió este diario muestran subas del 9 por ciento en las empresas Mastellone (La Serenísima), Unilever, Arcor y Molinos; mientras que Mondelez subió un 12 por ciento. Esas firmas producen bebidas, farináceos, dulces y hasta productos de limpieza e higiene. Todas ya acumulan en el año incrementos por encima de la inflación proyectada para todo el año, en algunos casos incrementos que están por encima del 70 por ciento.
La "guerra" y el antecedente Arcor
No es la primera vez que esto ocurre de esta manera. Cuando meses atrás el Presidente anunció la tan mentada "guerra contra la inflación", inició una serie de reuniones con empresas del consumo masivo para buscar respaldos. Una de ellas fue con el ceo de Arcor, el cordobés Luis Pagani. El día siguiente a esa cena en Olivos, en la que también participó el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, la empresa subió más de 10 por ciento los precios. En este caso de la nueva oleada de aumentos, hay otra particularidad: se dan cuando el Gobierno está empezando a articular con sectores formadores de precios y tenía en agenda un encuentro con la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), en la que se agrupan todas las firmas antes mencionadas.
Esta conducta especulativa es, además, un buen testeo para saber si la relación de años que Massa construyó con el poder económico se plasma en resultados concretos de respaldo al Gobierno y "no agresión" mientras el flamante ministro busca en diferentes frentes ponerle freno a una dinámica compleja. Los aumentos recientes muestran que no hay, a priori, bandera blanca de los fabricantes de insumos para la canasta básica en la guerra por la inflación.
Ya esta semana, en paralelo, el secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini, afrontó una batalla de este estilo con los laboratorios productores de medicamentos, que subieron los precios por encima del 11 por ciento acordado con el Gobierno. Allí el funcionario avisó que de no volver atrás los valores, procederán a monitorear los dólares que el Banco Central (BCRA) le otorga a esas firmas en concepto de importaciones.
A su favor, Massa tiene una diferencia central con los modos de Guzmán. Tiene aval político de todo el Frente de Todos y mostró que es capaz de negociar avisando que controlará a los especuladores. Un ejemplo muy reciente: el ministro de Economía se tomó la costumbre de llevar a las reuniones con sectores económicos al titular de Aduanas, Guillermo Michel. El personaje en cuestión es un lugarteniente político de Massa y está allí para avisarles a los ceos que ante las avivadas, el Estado procederá sobre sus operaciones de comercio exterior. Con esos fines participó en las últimas horas en el encuentro de Massa y el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, con la Mesa de Enlace. Un sector que le pide al Estado pero afronta serios problema de regularidad en las operaciones de exportaciones.
El acuerdo que quiere ser
La acción de estas empresas de subir precios se enmarca en los objetivos del acuerdo de precios y salarios que el Gobierno confirmó pondrá en marcha. A grandes rasgos, son acuerdos que sientan en una misma mesa a las empresas privadas y a los sindicatos con el objetivo de que el alza de precios no sea superior a la evolución de los salarios.
El problema con esto es que depende enteramente de la confianza en los interlocutores y de la voluntad de asumir la idea de estabilizar. Estos aumentos recientes muestran que algunos fabricantes no se movieron, aún con los cambios de gabinete recientes y un nuevo ministro en Economía, en línea con la colaboración a una estabilidad de valores de insumos básicos.
Algunos especialistas que conocen el paño y hablaron con este diario aseguran que también los aumentos son una muestra de rebelión de los proveedores de alimentos a la nueva etapa de Precios Cuidados, con la que el Gobierno Nacional busca recuperar los precios de referencia en una economía que ha perdido el anclaje en valores normales. Esa canasta de precios fijos, más allá de que los fabricantes de alimentos digan en público que la apoyan, significa para ellos vender con menos márgen de rentabilidad, por eso, ante la imposibilidad de decirle al Gobierno que no la quieren, optan por aumentar márgenes de ganancia por fuera del programa y desabastecer las mercaderías de Cuidados.
Naturalmente, y en el Gobierno lo saben, la responsabilidad en la inflación tiene diferentes frentes, pero en este escenario donde nada sobra y todo falta, no se puede dejar librado al azar la relación que Economía tendrá con sectores concentrados de la producción de bienes básicos. Lo que está en juego, según diferentes funcionarios con los que habló este diario, es ordenar el frente de los precios de la siguiente manera: a la inflación se le suma un proceso de recomposición de ingresos de empresas, que aprovechan que el consumo masivo aún muestra importantes volúmenes de venta luego del derrumbe en los cuatro años de Macri y la contracción en la pandemia de la COVID.