El 11 de agosto es la fecha de fundación de los dos primeros cursos de Derecho en Brasil – en San Pablo y en Pernambuco – en 1828. Desde entonces la fecha es conmemorada como el Día de los Estudiantes y el Día de los Abogados, por todo Brasil.
La disputa hegemónica entre las fuerzas políticas en cada sociedad depende de quién se apropia de algunos valores, en donde el carácter simbólico de los valores es determinante. Depende de la configuración ideológica de cada país.
La dictadura militar elevó la cuestión democrática a un lugar de destaque, pero no todavía central en Brasil. El país retomó su vida institucional, como si fuera la vuelta a una vía natural, después de 21 años de desvío de esa vía.
Después de nueve elecciones presidenciales se dio una nueva ruptura de la democracia. Esa ruptura, y la llegada de un personaje como Bolsonaro a la presidencia de Brasil se encargó de plantear, de una vez por todas, la cuestión democrática como fundamental para el destino del país.
El estilo de gobierno de Bolsonaro se basa en las agresiones constantes a todo lo que para él huele a democracia – los partidos de la oposición, los movimientos sociales, los medios de comunicación, los organismos Internacionales, el mundo cultural, entre otros. Así, fue acumulando una bronca generalizada en contra de su figura, a lo que su política económica, con sus desastrosas consecuencias sociales, fue sumando aún más rechazos.
Cuando se fue polarizando políticamente el país entre Bolsonaro y su pelea para reeligirse, y Lula, que busca volver a ser presidente, la cuestión democrática fue identificándose cada vez más con el candidato opositor. Lula ha gobernado de forma absolutamente democrática y reivindica ahora el rescate de la democracia, volviéndose el favorito para triunfar, incluso por contar con una gran cantidad de apoyos de la sociedad civil brasileña.
Con Bolsonaro sucede lo contrario, Una iniciativa suya, que debe haber juzgado como genial, terminó muy mal para él. Había decidido convocar a embajadores de varios países para exponer sus puntos de vista, porque creía que sus argumentos eran irrefutables. Desarrolló, en esa reunión, sus razones para cuestionar el sistema electoral brasileño, denunciando la supuesta falta de garantía que ofrece la urna electrónica.
Terminada la reunión empezaron a llover declaraciones de los países representados en la reunión y de otros, empezando por Estados Unidos, rechazando las palabras de Bolsonaro y elogiando el sistema electoral brasileño. Esa situación pareció ser la gota que colmó el vaso de los organismos de la sociedad civil brasileña, que reaccionaron de forma coordinada.
Fue redactado un documento denunciando las declaraciones de Bolsonaro y reivindicando la democracia. Prácticamente todas las organizaciones representativas de los distintos sectores de la sociedad apoyaron la iniciativa- firmaron empresarios y trabajadores, los artistas e intelectuales más representativos, además de personalidades del mundo jurídico y académico – como nunca había pasado en Brasil.
Como novedad, los ejecutivos de los dos bancos privados brasileños más importantes, además de la Fiesp – la Federación de los Industriales de San Pablo – y otros organismos empresariales se sumaron al documento, por primera vez. A punto tal que Bolsonaro se sintió traicionado por los empresarios.
El documento fue leído el 11 de agosto en un acto nacional centralizado en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Pablo (foto), que fue replicado en decenas ciudades brasileñas, haciendo de ése acto un mojón determinante en la lucha política del país.
El documento no se pronuncia a favor de Lula pero, al oponerse frontalmente a Bolsonaro, apunta a un fortalecimiento todavía mayor del candidato opositor. Lula ha firmado el documento, así como otros candidatos, y personalidades como Fernando Henrique Cardoso, mientras Bolsonaro busca disminuir la dimensión del movimiento democrático de oposición, intentando ridiculizarlo, pero así sólo contribuye a que sea todavía más fuerte.
Todo ello se da cuando la discusión es si Lula logra ganar en primera vuelta, el 2 de octubre, o recién en segunda vuelta – lo cual ya sería un logro para Bolsonaro. Lo cierto es que esa demostración de que la democracia brasileña congrega a la gran mayoría de la sociedad en contra Bolsonaro es un hito definitivo en la derrota de este.