A lo lejos, una amenazante y extensa nube negra. Por ahora se puede respirar más o menos bien, pero quién sabe hasta cuándo: depende de la orientación del viento. Así se respira en Rosario y la zona. Así se vive. La gente está cansada. Algunos salen a la calle a movilizarse por el ecocidido, otros por su salud, otros por ambas razones. Esta semana lo hicieron dos veces: el miércoles hubo una movilización masiva en el Monumento a la Bandera y este sábado a la tarde cortan el puente Rosario-Victoria. A diferencia de otras manifestaciones que se hicieron por la misma causa estas dos fueron espontáneas. Es un signo del momento. La medida tendrá su continuidad el 22 de agosto con una protesta en la autopista a Buenos Aires y una protesta federal durante el primer fin de semana de septiembre.
Son jóvenes, familias enteras, adultos mayores; autoconvocados o miembros de organizaciones sociales, partidos y sindicatos los que ascienden al puente que conecta Rosario con Victoria. Lo hacen por escalera o por colectora, con banderas y carteles escritos a mano, máscaras de los animales muertos del Delta e instrumentos musicales. Debajo del puente hay un parque público con canchas de fútbol y básquet y pista para circular en rollers y bicicleta. Las personas que llegaron a pasar el día desde barrios cercanos están totalmente de acuerdo con la manifestación. El tema parece generar un consenso en la ciudad.
El corte, a ambas manos del puente, ocurre en un escenario de menor gravedad que la movilización del miércoles. Todos dicen lo mismo: que la nube negra que empaña este sábado soleado y caluroso nada tiene que ver con lo ocurrido el fin de semana pasado. Habían ardido 10 mil hectáreas en el Delta y las consultas médicas se dispararon. Muchos creyeron que aquella nube, más grande y amenazante que esta, anunciaba una tormenta.
"Hoy no se siente nada", aseguran en la calle. Esta percepción tiene sentido; coincide con los datos del Observatorio de la Universidad Nacional de Rosario. El viernes hubo de seis a nueve veces menor contaminación que el lunes 8. Pero para alguien que llega de afuera la sensación es distinta. Los turistas que circulan por el Monumento a la Bandera, por ejemplo, sienten fuertemente el olor a humo. Es una presencia más. Constante, aunque más o menos acentuada.
El primer corte en este punto fue en agosto de 2020, cuando se conformó la Multisectorial de Humedales, que convocó a la misma acción durante todos los sábados de ese año y parte de 2021. Jésica Fernández Bruera, ambientalista de esa organización, mira en su celular una página de la NASA y chequea los focos que hay. Para esta época siempre han sido intensos. Explica ella que este punto es estratégico en términos de la distribución de responsabilidades, pues mira hacia las dos provincias. Esta vez la diferencia es que la movida es espontánea --la idea fue consensuada el miércoles en el Monumento--, algo que celebran los que militan: cómo la comunidad que inhala humo exhala lucha.
Otra diferencia es que se ve presencia policial en una zona sobre la cual actúa la Gendarmería. No sin conflictos, los integrantes de las organizaciones negocian con las fuerzas el despliegue que puede tomar el reclamo. Logran que les permitan cortar en ambas direcciones. Los uniformados están lejos de la marcha. Desvían el tránsito: es para evitar confrontaciones. Los camioneros pueden llegar a arrojar cosas sobre los manifestantes. En ocasiones han llegado a amenazar con armas. El clima antes de subir es de tranquilidad, pero las organizaciones piden unidad por los peligros que acechan. Pasan autos tocando bocinas en señal de adhesión. Arriba del puente hay algunos dilemas con vehículos que quieren pasar. Gendarmería avisa que no les dio paso. Por la noche se vuelven a ver llamas rodeando los árboles del Delta.