Aunque parezca lejano, desde la derrota de local ante Central Córdoba que terminó con la hinchada clamando de bronca contra la dirigencia por la falta de refuerzos de jerarquía, la presencia de un técnico interino y ciertos desmanejos institucionales, pasaron sólo cuatro meses.
En ese tiempo las cosas cambiaron bastante en Vélez, por lo menos en el plano internacional. “El inodoro va en el baño y la heladera en la cocina”, dijo César Menotti hace tiempo para graficar la importancia del orden en el fútbol. Y eso, justamente, es lo que parece haber encontrado el elenco de la V azulada al recuperar uno de sus principales rasgos identificatorios históricos: la confianza en sus inferiores.
“La Fábrica”, como se conoce a su semillero, es la responsable de aportarle al equipo titular cinco de sus 11 jugadores iniciales: Valentín Gómez, Francisco Ortega, Nicolás Garayalde, Máximo Perrone y Luca Orellano.
Como patentó con éxito en su gestión anterior como mánager entre 2008 y 2015 -con las llegadas de Sebastián Domínguez, Maximiliano Moralez o Federico Insúa- Christian Bassedas siempre supo que a la sangre joven debía sumarle refuerzos de jerarquía que den un salto de calidad. Tal vez por eso su primer gran acierto desde su vuelta al club el año pasado haya sido la repatriación de Lucas Pratto.
Además de un jugador queridísimo por la hinchada, el delantero traía la experiencia de haberse consagrado en la Libertadores con la camiseta de River (e incluso haber marcado en la serie decisiva ante Boca).
También logró sellar la continuidad de Santiago Cáseres, firmar la renovación de Lautaro Giannetti, y posteriormente apostar por un técnico con más recorrido como Alexander Medina en lugar de Julio Vaccari (que a fines de mayo volvió a la Reserva). Incluso, consiguió convencer a Diego Godín, capitán de la Selección de Uruguay, que este equipo era la mejor opción para que pudiera prepararse para el Mundial que se avecina.
Otros responsables de este presente son los entrenadores que antecedieron al “Cacique”. Mauricio Pellegrino logró la participación internacional ubicando al equipo en el segundo puesto de la tabla general detrás de River, a fines de 2021, y el propio Vaccari que lo sucedió en el cargo. El ex ayudante de Bielsa y Heinze, si bien mostró algunas falencias en el banco, también fue clave para favorecer la inserción de juveniles a los que conocía por haberlos dirigido anteriormente en Reserva.
Con su apoyo y la formación que traían se sumaron a la Primera con aplomo, sapiencia, carácter y buena técnica. Basta recordar algunas jugadas y momentos que protagonizaron los más jóvenes del plantel, para comprender mejor cómo hizo Vélez para llegar a donde está.
Cuando el partido se esfumaba en Montevideo y el equipo se despedía de la Copa en la fase de grupos con un amargo empate ante Nacional, Valentín Gómez (de 19 años) evitó la derrota en el minuto 91 con un cierre providencial sobre la línea. Dos minutos después, Perrone estampó el 3-2 con un cabezazo que le devolvió el alma al equipo y las chances matemáticas de seguir en carrera en el certamen.
El nivel superlativo de Garayalde (23) ante River y los tantos de Julián Fernández ante Talleres, en Liniers y Córdoba, con definiciones que no parecen propias de un joven de 18 años completan este raconto. Podría sumarse la potencia de Abiel Osorio, centrodelantero de 20 años, aunque todavía necesita ajustar la definición para capitalizar aún más lo que genera.
Esa frescura y ganas de quedarse en el equipo tuvieron el respaldo de los más grandes. Porque el mismísimo Pratto, cuando no logró acertar en la definición, fue uno más en la recuperación y en la generación. Porque Lucas Janson siguió aportando goles y asistencias, porque Leonardo Jara volvió a ser un lateral derecho confiable, porque Walter Bou se metió rápido entre los once, y porque Lucas Hoyos y Matías de los Santos se mostraron seguros y no fallaron en los momentos decisivos, como sí les había pasado anteriormente en la competencia doméstica.
Este cocktail bien logrado, sumado a la ambición ofensiva de Medina para mantener su 4-2-3-1 más allá del rival de turno, posibilitaron que el equipo accediera al lote de los cuatro mejores de la Libertadores por tercera vez en su historia. La primera vez lo logró en 1994 cuando superó a Junior de Barranquilla y luego a San Pablo, en el Morumbí, para dar la vuelta olímpica continental por única vez, y luego refrendarla ante Milan con la obtención de la Intercontinental.
En 2011 volvió a quedar a un paso de la final, pero esa vez la suerte le fue esquiva al equipo dirigido por Ricardo Gareca. Santiago Silva se resbaló al momento de patear el penal decisivo ante Peñarol, y la victoria 2-1 para los dueños de casa no fue suficiente tras la derrota 1-0 que habían sufrido en Uruguay.
Ahora se le viene Flamengo, que acaba de eliminar a Corinthians y que a su plantel de estrellas le acaba de sumar los refuerzos estelares de los chilenos Arturo Vidal y Erick Pulgar, del atacante Everton Cebolinha (incorporado por 14 millones de euros desde Benfica), y la reciente llegada de Oscar (de pasos por Chelsea, el fútbol chino y la selección brasileña).
La misión parece imposible, pero nadie le quita la ilusión a un equipo con hambre de gloria, que llegó a esta etapa viniendo desde muy abajo y ahora quiere aferrarse a este sueño. El peligroso rival de turno lleva a recordar que en 1995 ambos equipos se trenzaron en una batalla campal, tras la trompada de Zandoná a Edmundo en la Supercopa. Más cercano en el tiempo, se enfrentaron el año pasado también por la Libertadores: fue derrota 3-2 en el Amalfitani y empate 0-0 en Brasil.
Una mención especial merece el apoyo de su gente en esta campaña. Tantas veces hostigados con memes y chistes referidos a su convocatoria, la parcialidad velezana viene diciendo presente con acompañamiento masivo ante Estudiantes, River y Talleres.
Sin embargo, por los hechos de violencia que se produjeron en el duelo ante los cordobeses en la platea Sur alta, llevaron a que el Comité de Seguridad en el Fútbol de CABA decidiera que el equipo “juegue a puertas cerradas hasta tanto se adecúen a distintas cuestiones que hacen a la seguridad de los encuentros”. Resta definir si será sólo por el duelo ante Gimnasia o si la sanción se extenderá.
Afortunadamente faltan poco más de dos semanas para la definición, porque el miércoles 31 de agosto a las 21.30 recibirá a Flamengo, y la vuelta tendrá lugar el 7 de septiembre en el Maracaná de Río de Janeiro.
El plazo será clave para idear bien la serie, poner bien físicamente a Godín e intentar cambiar la cara en el certamen local, a la que viene usando como banco de prueba sin demasiado éxito porque ocupa los últimos puestos.
Queda claro en esta historia que aprovechar bien el tiempo, como hizo recientemente, puede ser clave para reencontrarse con la gloria que supo conseguir.