Los talibanes tomaron el poder en Afganistán el 15 de agosto de 2021 aprovechando el retiro precipitado de las fuerzas extranjeras dirigidas por Estados Unidos. Su victoria puso fin a los combates y dio algo de respiro a los afganos, particularmente en zonas rurales devastadas por dos décadas de violencia. Pero a un año del retorno al poder de los talibanes, el país está hundido en un espiral de crisis: financiera, económica y humanitaria. Millones de afganos viven en la pobreza, muchos se han endeudado por primera vez este año y las mujeres perdieron las pocas libertades que habían conquistado. El sábado los talibanes dispersaron con disparos al aire y culatazos a una manifestación de mujeres que reclamaban en Kabul el derecho al trabajo y a la educación.
Miseria en aumento
Según Acnur, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, en el país al menos 23 millones de afganos, más de la mitad de su población, sufren de hambruna extrema. Esta delicada situación se ve acentuada por la sequía y el aumento de precios desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Aunque los problemas económicos empezaron mucho antes del retorno talibán, el cambio de poder colocó al país de 38 millones de habitantes al borde del precipicio. Estados Unidos congeló los 9.500 millones de dólares de activos del Banco Central, el sector financiero se hundió y la ayuda extranjera, que representaba el 45 por ciento del PBI del país, se interrumpió repentinamente.
La mayoría de los refugiados se desplazaron dentro del país, con 3,5 millones de afganos en el interior a finales de 2021, según datos de Acnur. Además, 2,7 millones cruzaron la frontera para vivir como refugiados en 98 países diferentes, la mayoría en Pakistán (1,3 millones) e Irán (780 mil) y son el grupo poblacional con más desplazados del mundo después de los venezolanos. La situación empeoró cuando en junio pasado el peor terremoto de la historia azotó Afganistán y mató al menos a mil personas, según cifras de Naciones Unidas.
Violencia hacia las mujeres
Con el retorno al poder a mitad de agosto del año pasado, los talibanes fueron erosionado paulatinamente las libertades conquistadas por las mujeres en los últimos 20 años, tras la caída de su anterior régimen (1996-2001). Los fundamentalistas islámicos impusieron una serie de restricciones a la sociedad civil, muchas de las cuales tienen por objeto someter a las mujeres a su concepción integrista del Islam.
En la última restricción, a inicios de mayo, el gobierno publicó un decreto, aprobado por el líder supremo de los talibanes y de Afganistán, Hibatullah Akhundzada, que volvió obligatorio que las mujeres cubran completamente su cuerpo y su rostro en público. También ordenaron que, a menos de que tengan una razón imperiosa para salir, es "mejor que las mujeres permanezcan en casa".
Este sábado los talibanes reprimieron salvajemente una manifestación de mujeres afganas que exigían sus derechos a la educación y al trabajo. Unas 40 mujeres que coreaban "¡Pan, trabajo y libertad!" desfilaron delante del ministerio de Educación, pero unos cinco minutos después de iniciada la marcha un grupo de combatientes talibanes las dispersó disparando al aire en ráfagas.
"Desgraciadamente, los talibanes que forman parte de los servicios de inteligencia vinieron y dispararon al aire", declaró Zholia Parsi, una de las organizadoras de la manifestación. "Dispersaron a las chicas y confiscaron los teléfonos celulares de muchas de ellas", agregó. Algunas manifestantes se refugiaron en tiendas cercanas, hasta donde fueron perseguidas y golpeadas con las culatas de los fusiles.