Los primeros diez detenidos por los presuntos delitos atribuidos a la "Escuela de Yoga" de Villa Crespo, que van desde trata de personas hasta la asociación ilícita, pasando por corrupción de menores, reducción a la servidumbre y estafas, se negaron a declarar este lunes ante el juez federal Ariel Lijo y pidieron ser excarcelados.
Los detenidos, diez varones que se encuentran apresados desde el viernes, fueron trasladados esta mañana a los tribunales de Comodoro Py 2002 para cumplir con el trámite de la indagatoria pero optaron por no declarar, amparados en el derecho constitucional de no hacerlo sin que ello implique presunción de culpabilidad en su contra.
Por la tarde de este lunes también serán llevadas a los tribunales federales de Retiro las mujeres detenidas durante el fin de semana, quienes también se negarán a declarar y reclamarán quedar en libertad, según adelantó el abogado particular que representa a los investigados, Federico Bossi Ballester.
Los imputados sostienen que esta nueva investigación es similar a la que se desarrolló en los 90, que estuvo a cargo inicialmente de Mariano Bergés. En aquel expediente fueron todos sobreseídos y, según argumentan ahora, en la actualidad se los está imputando por episodios de la misma naturaleza.
Los detenidos fueron apresados en el marco de 50 allanamientos que se vienen realizando desde el viernes, como consecuencia de una larga investigación ordenada por el juez Lijo.
En los procedimientos, a cargo del Departamento Trata de Personas de la Policía Federal, fueron secuestrados automóviles, computadoras, teléfonos celulares, documentación y otros elementos de contenido sexual.
Entre los detenidos está Juan Percowicz, un hombre de 84 años de edad que ya había estado vinculado con la investigación que se realizó dos décadas atrás.
Cómo captaban seguidores
De acuerdo con la información que pudieron obtener hasta ahora los investigadores, la organización captaba a sus víctimas con la promesa terminar con "los males del SIDA y las drogas" y "buscar el desarrollo de la felicidad".
Con esta metodología, tras incorporarlos, lograban reducirlos a una situación de servidumbre, y utilizaban a sus adeptas para el ofrecimiento de relaciones sexuales a "personas de poder".
También, según la investigación, se dedicaban a realizar "curas de sueño" consistentes en "empastillar" a los "fieles" de la organización para dormirlos durante días como forma de castigo, y a otras personas captadas en el extranjero a quienes daban un supuesto tratamiento contra las drogas.
El dinero obtenido de la explotación de las personas ingresaría al circuito legal, según la información obtenida por la justicia, mediante inmobiliarias y una escribanía que posee la organización en Argentina, así como por distintas fundaciones creadas en los Estados Unidos.