Rechazar un premio literario es otra manera de aceptarlo, pero haciendo más ruido, planteaba con afilada ironía Mark Twain (1835-1910). El escritor Javier Marías, que fue galardonado ayer con el Premio LIBER 2017 al autor hispanoamericano más destacado por su aportación a la modernización de la novela en español y la “naturaleza cosmopolita” de su obra, practica una extraña coherencia en el campo de batalla de los premios literarios, un ámbito donde cunde una dosis de hipocresía al no ver la propia paja de la corrupción entre escritores, editores, agentes literarios y jurados y solo percibirla, escandalizados, en el ojo ajeno de la clase política. Todos los premios que sean institucionales-estatales, es decir otorgados por algún organismo del Estado español, como fue el caso del Premio Nacional de Narrativa, son rechazados por el autor de Los dominios del lobo, Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, la trilogía de novelas Tu rostro mañana y Los enamoramientos, entre tantos otros títulos.
El Premio LIBER, que Marías recibirá el próximo 5 de octubre en Madrid, en el marco de la Feria Internacional del Libro LIBER –una feria que no es abierta al público en general, sino un intercambio profesional de todos los sectores del libro, que se realizará del 4 al 6 de octubre y tendrá a la Argentina como país invitado–, es una distinción otorgada por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). La “naturaleza cosmopolita” de la propuesta literaria del escritor, traductor y miembro de la Real Academia Española (RAE), según señaló la FGEE en una nota de prensa, está demostrada por las numerosas traducciones de sus libros, publicados en 44 lenguas en 57 países y con más de ocho millones de ejemplares vendidos. El premio distingue una obra “que ha adquirido gran reconocimiento más allá de nuestras fronteras gracias a un estilo que acerca a los lectores a una forma de ver el mundo”.
Marías (Madrid, 1951) tocó un punto neurálgico de la representación literaria al rechazar en 2012 el Premio Nacional de Narrativa, dotado de 20 mil euros, que le concedió el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España por Los enamoramientos (Alfaguara). No fue un héroe moral de la izquierda por “desacatar” un codiciado reconocimiento. Cuando fundamentó su decisión, quedó claro que su postura va más allá de quién está a cargo del gobierno. El presidente de entonces y ahora es Mariano Rajoy del Partido Popular (PP). “Estoy siendo coherente con lo que siempre he dicho, que nunca recibiría un premio institucional. Si hubiera estado el PSOE en el poder, habría hecho lo mismo”, explicó hace cinco años. “Recuerdo que un autor, Thomas Bernhard, hablaba de lo horroroso que era recibir los premios y de las ceremonias de entrega. Decía que los había aceptado por dinero y que estaba bien. Pensando también en él, prefiero no aceptarlo y no ser considerado una especie de abanderado oficial. Y con esto no quiero decir que todos los que lo han recibido antes lo sean. La mayoría es gente independiente. Pero es un galardón que, en este país, prefiero no tener”, reconoció Marías, que recibió el Premio Formentor en 2013.
La determinación de no aceptar premios e impugnar invitaciones del Ministerio de Cultura o del Instituto Cervantes la fue madurando con el tiempo. Aunque vaciló, en 1998 recibió un premio que le otorgó la comunidad de Madrid. “Dudé, pero era un premio sin mucha repercusión y era de mi ciudad natal. Luego decidí que no aceptaría ningún otro premio de carácter oficial o institucional”. El joven Marías consintió que le dieran el Premio Nacional de Traducción en 1979 por Tristam Shandy, del escritor irlandés Laurence Sterne. “Tenía veintitantos años y no había decidido nada de esto”, dijo el escritor, por si algún ortodoxo de la moralidad le endilgara este hecho a modo de “prontuario” o insolvencia ética. “Es una postura que mantengo prescindiendo de quién gobierna, me da igual que sea el PSOE o el PP. Decidí que no iba a prestarme en modo alguno a que se dijera: ‘Este ha sido favorecido, le han invitado mucho al Cervantes, ha hecho carrera gracias a ayudas estatales...’”. Entonces, en 2012, aportó una “prueba” fresquita, como una capa de pintura a la que le cuesta secarse. Marías es miembro de la RAE, una de las instituciones que presenta candidatos al Premio Cervantes. En 2011, en una votación inicial, lo propusieron. Ante esa perspectiva, el escritor intervino, agradeció la confianza, pero les rogó que se abstuvieran de poner su nombre. “Si me lo hubiesen dado, no lo podría aceptar”.