Tinogasta es una ciudad catamarqueña de alrededor de 15.000 habitantes, ubicada al oeste de la provincia. Una mujer que sufrió violencia de género y acude a la Comisaría de Tinogasta, es posible que sea recibida por un hombre con antecedentes de haber violentado a su pareja. En este contexto ¿Cómo nació, vive y sobrevive el feminismo?
Luciana Barboza, es una de las referentes de la Agrupación Ni Una Menos Tinogasta. Desde 2019 decidieron juntarse y decirle “basta al patriarcado”, conmovidas por un femicidio que ocurrió casi frente a sus ojos. Hoy, siguen sin contar con recursos, ni un espacio físico. Brindan asesoramiento y acompañamiento a mujeres que sobrevivieron a hechos de violencia de género o abusos sexuales.
Luciana cuenta a Catamarca/12 que los pedidos de ayuda al movimiento se duplicaron este año en relación con 2021.
¿Cómo es ser feminista en Tinogasta?
Aquí muchas mujeres pasan su vida sin involucrarse en el feminismo, aunque no es decir que eso esté bien ni esté mal; pero es muy difícil. Esta es una sociedad machista y patriarcal, e históricamente las decisiones más importantes son tomadas por hombres. El Poder Judicial no tiene mirada de género y no responde. Nuestros pedidos (de la organización) no son escuchados y nuestros recursos son escasos, nos sostenemos vendiendo calcos.
¿Cuándo decidieron conformar Ni Una Menos?
Se conforma en el 2019, pero hace dos años que estamos de manera continua. Todas veníamos militando el feminismo y con la misma inquietud de lo que veíamos que pasaba en nuestra sociedad. Nos toca recorrer un camino muy íntimo, doloroso, de mucha deconstrucción. En ese momento había chicas más jóvenes que venían con la ola verde y el femicidio de Nadia fue el quiebre por el que decidimos juntarnos todas.
(Nadia García de 30 años, fue asesinada por Ramón Isidro González (62) en septiembre de ese año. El hombre, luego de la ruptura de la pareja, la convenció para que vayan a conversar a bordo de su camioneta, pero la llevó hasta un descampado y la mató para luego quitarse él la vida).
¿Cómo es la mirada del pueblo hacia ustedes?
Estamos vistas como las feminazis, las extremas y las que nos quejamos por todo. También nos pasa mucho que las propias mujeres nos aclaran ‘pero yo no soy feminista’. Esto lo hemos recibido, inclusive, de chicas a las que hemos acompañado a hacer denuncias o a declarar. Nos dicen gracias, pero consideran necesaria hacer esa aclaración. Por parte de los hombres, es directamente la cancelación, aunque también es muy posible que porque tienen un problema, nos preguntan por qué no los defendemos a ellos, a lo que nosotras simplemente respondemos que se busquen una organización propia. En general, la respuesta que recibimos es de molestia e incomodidad.
Uno de los pedidos más fuertes que visibilizan mediante su Facebook, es la implementación de una Comisaría de la Mujer ¿Por qué llegan a esto?
Que vayamos a radicar una denuncia por violencia y ser recibidas por una persona que conocemos bien, y que tiene antecedentes de violencia de género, es algo que aquí está normalizado completamente. Es por eso nuestro pedido de una comisaría específica para estos casos, en el que se pueda brindar un acompañamiento a las víctimas.
Pedimos hasta el cansancio que se dicte la capacitación de la Ley Micaela, pero la Justicia y la Policía no se toman la molestia y a eso también lo muestran los fallos. La mujer es juzgada en relación a "qué tipo de mujer es" y esto es algo muy profundo, al tratarse de un pueblo chico. También sucede que el policía recibe la denuncia va a hablar con el agresor para decirle "que la corte un poco, sino vamos a tener que hacer algo", y esto no debería ser tratado así, con amiguismo y complicidad.
Pedimos que hagan las cosas como tiene que ser, que si hay una denuncia por abuso sexual, los tiempos de la Justicia no sea tan lentos, que si hay un caso de femicidio, se actúe. En Fiambalá -otra localidad tinogasteña- el femicida de Elba Ibáñez está libre esperando un juicio que no llega porque los plazos judiciales no se cumplieron. Si para casos como estos la Justicia no hace nada, ¿qué le queda a una mujer golpeada por su pareja?
¿Cómo sienten que están posicionadas con su organización en cuanto a los pedidos que vienen realizando?
Es difícil y lo notamos cada día más porque no tenemos respuestas en las cosas que pedimos. Pusieron una Casa de la Mujer en Tinogasta, pero según las mismas mujeres que acuden allí, no da ninguna respuesta y la ubicaron en uno de los barrios más pobres, como si el problema de la violencia de género sólo ocurriera en determinado sector social.
Sentimos discriminación porque el Intendente nunca nos ha recibido a pesar de todos los pedidos de audiencia que hicimos. También presentamos una nota pidiendo la creación de la Comisaría de la Mujer a la ministra de Seguridad de la provincia, Fabiola Segura, a la que adjuntamos 2 mil firmas, que es un gran número de apoyo para Tinogasta, pero directamente no tuvimos una respuesta. Nos han ignorado en todos los pedidos. Como si no existiéramos, aunque desde el año pasado, en comparación con este, se duplicaron los pedidos de ayuda y asesoramiento que recibimos y eso nos demuestra la necesidad de crear una comisaría que sea un ámbito seguro y con perspectiva de género, porque nosotras no damos abasto. Tenemos una abogada que trabaja con nosotras para el asesoramiento legal, pero sin apoyo ni recursos se nos hace muy cuesta arriba.
Quienes llegan a la organización, ¿porqué motivos lo hacen?
La mayoría de los casos son por violencia física y abuso sexual y esto coincide con las estadísticas que el fiscal Penal dio a mediados de año, cuando informó que las denuncias por estas causas se han duplicado. Es más visible la violencia o, por lo menos, que la denuncian, pero no hay políticas claras y concretas para las mujeres.
¿Cuál es tu sueño dentro del movimiento en este contexto?
Que haya un cambio. Quiero ser optimista y es lo que me mueve a seguir con esto, por eso soy optimista con las chicas más jóvenes, que tienen otra mirada, porque el movimiento feminista en Argentina es muy importante y no veo otro momento histórico y de lucha como este. Soñamos con tener nuestro espacio físico, pero no hay ningún apoyo y en esa lucha, a veces una decae.
Igual, no me quiero detener en la violencia física y el abuso, ya que tampoco sobran las oportunidades laborales para nosotras. Por ejemplo, en las personas becadas en el Municipio, la postergación es muy grande, ya que las mujeres nunca salen de los roles asignados históricamente a nuestro género. O sea que podés limpiar una escuela, una casa o un edificio y nada más; pero hay mujeres capacitadas que no acceden a un trabajo formal. Querría que las mujeres accedamos a trabajos legítimos y bien pagos, y lleguemos a los lugares de poder. Que una mujer que haga una denuncia y tenga un abogado o abogada para asistirla, ya que hay muchas que no pueden pagar y las causas duermen eternamente. Que no haya más revictimización cuando se hace una denuncia, porque actualmente, las obligan a contar lo que les pasó una y otra vez, con todo lo que eso implica. No nos sentimos defendidas ni representadas para nada y eso tiene que cambiar”.