Si la hipótesis del juicio es que hubo una asociación ilícita, encabezada por Cristina Kirchner, que benefició a Lázaro Báez, habrá que poner en la balanza lo que ocurrió con las licitaciones de Santa Cruz en materia energética. En la provincia sureña se hicieron enormes inversiones de tendido eléctrico y de subestaciones energéticas, como la de Río Gallegos: las empresas de Báez, en especial Austral Construcciones, se presentaron en numerosas de esas licitaciones. No ganó ni una sola. Y los concursos fueron lanzados y las adjudicaciones fueron hechas directamente por el gobierno nacional.
También Austral perdió la licitación más importante de todas, la de las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner, con un presupuesto original de más de 4.700 millones de dólares. En esa licitación, Austral se presentó con Iecsa, la constructora del grupo Macri que entonces estaba a cargo del primo del expresidente, Angelo Calcaterra. O sea, al macrismo le parecía normal asociarse a Báez en aquella época. Calcaterra -y varios otros empresarios- declararon en el juicio y dijeron que el santacruceño ganaba las licitaciones de rutas porque jugaba de local, tenía todas las maquinarias y todo el personal en la provincia y, por lo tanto, podía ofrecer más barato.
¿Quienes ganaron las licitaciones energéticas de Santa Cruz? Electroingeniería, Iecsa (otra vez el primo Angelo), Roggio e Isolux (empresa española, socia de los Macri, por ejemplo en los parques eólicos).
Fuera de Santa Cruz, donde jugó de local en licitaciones que se hicieron en la propia provincia, Báez no ganó casi ninguna licitación. Compró la empresa Adelamo Biancalani y sólo se impuso en unas pocas obras en la zona de origen de la constructora, Chaco y Formosa. Fuera de esas, nada de nada.
Es decir, la supuesta asociación ilícita, comandada por Cristina Kirchner, en verdad perjudicó a Báez en las licitaciones claves, incluyendo las energéticas de Santa Cruz, la de las represas más importantes del país y las rutas del resto de las 23 provincias.