En un mundo lleno de empresas millonarias que han comenzado a blandir la aparente bandera de la inclusión con más intensidad que nunca, todavía son escasas las ficciones que muestran protagonistas lesbianas o historias de amor entre mujeres. Incluso dejando de lado las críticas que puedan hacerse al pinkwashing, los debates acerca de la calidad de la representación y de las historias contadas, las lesbianas todavía permanecen en el margen de la visibilidad. Cuando aparecen en pantalla, aunque sea como personajes secundarios, son atesoradas por sus espectadoras como gemas ocultas.
A pesar de ser considerado el mayor servicio de streaming a nivel mundial, en los últimos años Netflix se ganó el odio de sus usuarios por la facilidad con que cancela series enteras después de pocas temporadas. Y si bien arremete con producciones de todo tipo, las seguidoras de las ficciones lésbicas notan un patrón en particular. Con la excepción de Orange Is The New Black, la famosísima plataforma ha cancelado una gran cantidad de series con protagonistas lesbianas o tramas donde el romance entre mujeres es un ítem importante. Entre ellas se puede nombrar I Am Not Okay With This, Everything Sucks!, One Day At A Time, Atypical o Sense8, y las explicaciones que se dieron según cada cancelación varían, algunas “relacionadas con las circunstancias del COVID 19”.
La última semana, First Kill se unió a la lista negra de títulos cancelados por Netflix a pesar de su aparente popularidad. La serie, que se estrenó el 19 de abril de este año, sigue el drama amoroso entre Juliette y Calliope, una vampira y una cazadora de vampiros que deben asesinarse mutuamente como rito de iniciación de sus respectivos clanes, pero terminan enamorándose. La historia es una especie de revival lésbico de la saga Twilight que, a pesar de las críticas, construyó inmediatamente una fanbase en comunidades virtuales como Twitter.
Tras el anuncio de que First Kill no se renovaría a pesar de haber tenido una sola temporada, un slogan apareció en las redes sociales, y con él se desatan discusiones, teorías, y críticas de todo tipo: Netflix odia a las lesbianas. Muchas seguidoras resaltan, también, la importancia que cobra el color de piel de Imani Lewis -la actriz que interpreta a una de protagonistas del romance, la cazavampiros Calliope- en los motivos ideológicos tras la cancelación.
Digamos que, si no queremos asumir que Netflix odia a las lesbianas, lo primero que se podría pensar es que el éxito de la serie no cumplió con las expectativas, que el motivo puede ser la relación entre los costos de producción y el número de visualizaciones. Pero los números contradicen esta teoría: durante los primeros tres días después del estreno de First Kill, entró en el top 10 de series de TV en inglés, con aproximadamente cincuenta millones de horas de reproducción. Y cualquiera que la haya visto sabe que First Kill no se destaca por su presupuesto de producción y fueron señalados, para bien o para mal, sus CGIS de mala calidad, sus monstruos inverosímiles con cabezas de goma que rodaban por el piso.
También podríamos decir que fue cancelada debido a sus críticas desfavorables que atacaron contra sus clichés cursis y las inconsistencias de su trama. Pero esa mirada resulta, como mínimo, inocente: sabemos que los productos de la fábrica Netflix no son especialmente reconocidos por su calidad cinematográfica. Otro de los argumentos de las fans de First Kill es que ninguna de estas producciones con historias lésbicas ha sobrevivido, mientras que títulos de bajo presupuesto y críticas férreas en relación a su calidad como Riverdale o 13 Reasons Why se han seguido renovando año tras año.
En medio de este panorama, no tardó en aparecer en la discusión la comparación con Heartstopper, la comedia dramática que Netflix lanzó en abril de este año y que ya cuenta con dos futuras temporadas aseguradas. La serie, basada en el webcomic y la novela gráfica de la autora Alice Oseman -que hace tiempo se luce en las mesas para adolescentes de casi todas las librerías-, cuenta el romance entre dos compañeros de colegio, Charlie y Nick: el primero, un adolesecnte gay que está fuera del closet, el segundo, un rugbier que termina resultando menos paki de lo que su entorno asume inicialmente.
A pesar de haber roto récords de audiencia, su primera temporada alcanzó cifras más bajas que la de First Kill. Mientras que Heartstopper fue vista durante más de 14 millones de horas a nivel mundial, First Kill llegó a superar las 30 millones de horas de visualización en su primera semana de estreno. Es decir, duplica la cifra de Heartstopper, la serie que sí fue renovada. A pesar de que los episodios de First Kill son más largos, en esa diferencia estadística parece ocultarse la ideología tras las decisiones de Netflix.
Aunque todavía quede un pequeño lugar a dudas, la idea de que en la cuota de inclusividad de la plataforma se privilegian las historias de gays blancos tampoco es muy difícil de creer. Netflix se ha construido como curaduría masiva de ficciones, como sommelier de los gustos de una parte enorme de la población mundial. Y en esa curaduría, por el momento, no parece haber espacio para historias protagonizadas por lesbianas.