Joke, presenta a su hijo Félix. Es el principio de un video en el que se ligan como una masa chiclosa las voces que introducen a las diez familias a las que Oriana Eliçabe les viene siguiendo el rastro con su cámara fotográfica desde hace 23 años. El primer nombre del proyecto fue “Madres lesbianas”, Oriana, argentina y migrante en europa había apenas pasado los 20 y venía de trabajar como fotógrafa en Chiapas, corría el año 1999 y estaba convencida de que quería ocuparse de algo bien diferente a lo que había hecho hasta ese momento: “Este fue mi proyecto de vida, yo venía de hacer coberturas en Chiapas y de ver mucha muerte. Cuando llegué a Barcelona, me quise ocupar de algo vinculado a la vida”. Por eso comenzó a trabajar en “Madres lesbianas” que ahora lleva el nombre “Familiarizarse”. La aventura comenzó cuando las leyes aún no amparaban otros modos de familia, cuando ser madre soltera o fuera de la configuración heteronormativa era tomar muchos riesgos: la crianza, la estigmatización y sobre todo un mundo que aún en estos tiempos sostiene que “familia hay una sola”.
“Las familias cambian. Entendí todo eso en el instante en el que Oriana entró por mi puerta”. Esa frase, en la voz de Liz Margolies, una de las protagonistas del proyecto, también es una puerta de entrada a la muestra que puede verse en el Centro Cultural Haroldo Conti hasta el 2 de octubre. En una sala pequeña se hilvanan una serie de fotografías, algunas de ellas tomadas entre 1999 y 2001, algunas en 2010 - en una segunda etapa- y otras en 2022. Todas ellas en formato analógico recorren estás dos décadas de familias que residen en España, Holanda y Estados Unidos. La muestra se completa con dos elementos más: una serie de materiales audiovisuales con entrevistas a las distintas personas que forman este ecosistema, que frente a cámara conversan sobre ejes como identidad, normas, matrimonio, maternidad, deseo y memoria; el otro elemento es una vitrina de objetos que son prueba del entramado vincular que Oriana construyó con todos estos personajes.
De madres lesbianas a familiarizarse
En junio de este año viajó de su casa en Barcelona a Holanda para retomar “Familiarizarase”, dice que ese título también tiene mucho que ver con poder habitar las transformaciones que van sucediendo alrededor: “Familiarizarse también con los cambios que van pasando a lo largo del tiempo, con esos vínculos que están en continuo movimiento. Hay fotografías que muestran ausencia y también dan cuenta de que la familia es conflicto. Este es el giro que toma el proyecto en el 2010 cuando deja de llamarse madres lesbianas”, dice mientras recorre la exposición y va relatando historias de separaciones, nuevos vínculos, nacimientos, un primer noviazgo, la vejez, los ensambles, maternidades fallidas, enfermedad o muerte. Porque detrás de las fotografías hay mundos que se despliegan sin que Oriana se ocupe de ocultarlos. Las historias están ahí, rodeando las fotografías esperando a ser escuchadas.
“Me encontré con las mismas familias que había fotografiado 10 y 20 años atrás, me devolvieron una imagen de mi misma distinta a cuando yo comencé `Madres Lesbianas´, sin embargo nos reconocimos en la confidencia de nuestras conversaciones, el tiempo ha pasado y curiosamente nos ha acercado mucho más”, relata Oriana que va deambulando por las vidas de “las familias” como si fuera una más.
“Las imágenes muestran la intimidad, la fortaleza y la fragilidad de los vínculos en un ensayo de largo aliento” dice Gisela Volá en el texto que introduce a la muestra de la que es curadora. Y vaya que sí es un largo aliento, ante la pregunta de ¿cómo sigue esto? -porque las familias que retrata Oriana se ensamblan, se reproducen y existen- ella responde “no tengo idea, pero sigue”. Sigue deambulando por las vidas de las familias, por momentos haciéndose parte y cosechando derroteros que van calibrando discusiones en distintas épocas: roles, estereotipos, deseo y la gran pregunta cómo telón de fondo ¿qué es la familia?
La tuya, la mía
“La familia no es una estructura rígida, es dinámica, orgánica y este proyecto me ha ido enseñando ese camino con triunfos y derrotas” dice Oriana que en la actualidad vive en Barcelona. Tiene muchos proyectos pero este es el que atraviesa su vida en muchos sentidos. Ella las llama “las familias” a aquellas que comenzaron siendo tres y hoy tal vez son siete o más; con algunas personas dejó de verse, otras son amigas y otras hasta podrían ser su propia familia. Es allí donde su trabajo se expande: “Yo tengo relaciones muy fuertes con algunas de las personas que forman estas familias, es donde los límites se vuelven difusos y podemos cuestionar qué es realmente una familia”.
Hace algunos años decidió ser madre y considera que su proyecto le dio mucha información a la hora de tomar esa decisión: “Soy madre de una niña de cinco años y a la hora de tomar esta decisión tenía mucha información para lidiar con la presión social que existe sobre la maternidad, incluso en estos tiempos e incluso habiéndo visto tantos modos distintos de familia yo sentí esa presión que hay en la sociedad en torno a la meternidad y en torno a como se supone que debe ser".
Su trabajo con “las familias” se sale de los límites del encuadre: el material de “Familiarizarse” no es solo la fotografía, hay cartas, veraneos, rodajes, bitácoras, conversaciones vía Whatsapp y todo eso también está en la muestra: “Queríamos hablar de lo que se construye con lxs protagonistas, con la intimidad. El trabajo visual también es la construcción de un vínculo, si no hay relación humana la imagen no existe” dice Gisela Volá, también fotógrafa de la generación 2001, con Oriana se conocen desde esa época: “Aunque Oriana no vivía en el país, estaba cerca y éramos parte de las mismas búsquedas en torno a la imagen, el activismo político y la forma de enunciación y abordaje a los temas que nos interesaban. Este trabajo fue uno de los primeros en temática de género que plantea un debate sobre la familia y la diversidad sexual. Parece increíble pero es así” explica.
Allá por el año 99`, cuando comenzó esta historia Oriana decidió fotografiar a madres lesbianas, sin embargo ni ahora ni en ese tiempo elige esa palabra para definir su identidad: “Yo no me identifico como lesbiana, elegí contar estas historias en un contexto en donde de eso no se hablaba. En el 2001 nadie quería publicar fotos sobre madres lesbianas, en el 2007 cuando en España se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario, todo el mundo me llamaba”.
La tercera etapa del proyecto son las fotografías tomadas en 2022: “Sin duda sin la logística de Lorena Bossi del Centro Cultural Haroldo Conti no podríamos haberlo hecho, el espacio nos facilitó la producción de muchas de las ideas, como por ejemplo volver a fotografiar exclusivamente para la exposición, porque creíamos actualizar el proyecto, que fue fotografiado hasta junio de 2022. Una locura en términos curatoriales, pero una apuesta que pone el valor la convicción por la propuesta” explica Gisela.
La captura
“La palabra `captura` para referirse a una toma fotográfica me parece especialmente relevante en este momento. Nos sitúa como testigos de la propia existencia y convalida el cambio en un tiempo presente que también será capturado para poder seguir cambiando. Esas capturas no nos encierran ni limitan, al contrario, nos ofrecen la posibilidad de cambiar sin aferrarnos a lo que fuimos” cuenta Oriana a pocos días de regresar a su lugar de residencia después de la inauguración de la muestra: “Que estas capturas están en este lugar para mi es muy importante y conmovedor. Es volver a mi país, mostrar mi trabajo en un lugar tan vinculado a la memoria”. Como migrante ella también tuvo que atravesar el desarraigo y la necesidad de formar familia en otro lado: “Para mí ese fue un proceso duro pero a la vez revelador, entender la cantidad de formas que puede tomar una familia”.
¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
Joke y Dailen se conocieron en los 80 y son parte de “Familiarizarse”, en el 92` eligieron maternar y a través de inseminación artificial nació Inés, el donante fue Martin, un amigo heterosexual casado y con dos hijos. El segundo hijo que tuvieron fue Félix a través de un banco de esperma, Félix es autista y hoy reside en una casa-proyecto donde conviven jóvenes con diferentes grados de dependencia. Inés ha sido madre en 2002 y convive con su pareja, Rogier y el recién nacido Raiko cerca de Amsterdam. Hace 10 años, Inés decía estar convencida de que las familias no se rigen por los vínculos de sangre: “las familias se cuidan, se quieren e intentan ser felices” así lo define en uno de los materiales audiovisuales que forman la muestra. Dailen relata la importancia de criar niñes en estos contextos de familias a las que ella llama “no conevencionales”. A Inés muchas veces le han preguntado si no quisiera tener “un padre” y ella responde: “No creo que sea necesario tener la figura de un padre y de una madre, pueden ser dos madre como en mi caso, que tiene cosas buenas y cosas malas. Lo malo puede ser que si te ven mal tenés a dos madres encima tuyo preguntando ¿qué pasa? ¿qué pasa?
¿Por qué una muestra sobre la familia?
Según Gisela Volá “la familia es el primer continente que vincula lo público con lo privado”, por eso rescata la importancia de una muestra fotográfica de este tipo: “En la familia se asimilan los valores marcados por el sentido común dominante, se instituyen las reglas sociales que organizan la vida y se imponen las reglas que rigen la vida social. La familia es el territorio donde se disputa el espacio ideal con las transformaciones que pugnan por legitimarse. Por eso deviene en dispositivo social que alberga modos de organización y pautas morales que instituciones como la heteronorma, el estado y la iglesia buscan perpetuar en el tiempo” explica. “Familiarizarse” es un ensayo sobre vínculos, un lugar donde quebrantar los mandatos y dar cuenta de que aunque rotos siguen pululando por ahí, también siendo parte de ese gran todo que forma familias, como falla, como conflicto y también como felicidad.