“Aunque distintas investigaciones sugieren que las estatuas prehistóricas de las Venus fueron creadas como tótems rituales para la protección y la supervivencia, sus formas enigmáticas continúan desconcertando a especialistas hoy en día, que siguen intentando dar con el contexto cultural preciso, descifrar su genuina relevancia”, anota la web arty This is Colossal, previo a presentar a las modernas sucesoras de las curvilíneas Venus de Lespugue y Venus de Dolní Věstonice, sin olvidar a la que acaso sea la más famosa de todas: la Venus de Willendorf, pieza paleolítica con entre 25 y 30 mil años de edad estimada, que por sus pechos generosos, caderas anchas, vientre redondeado y sexo turgente podría representar a una diosa de la fertilidad.
“Si bien estas esculturas arqueológicas han sobrevivido decenas de miles de años, la nueva incorporación a su dinastía es solo efímera y tiene la vida útil de una decoración de fiesta”, abren el paraguas desde las filas del estudio israelí Reddish Studio, que recientemente presentaron en sociedad a las Venus de Jaffa. Nombre que hace referencia, vale aclarar, al barrio portuario del sur de Tel Aviv, Jaffa, donde precisamente tienen sus oficinas la diseñadora Naama Steinbock y su socio Idan Friedman, autores de las mentadas estatuas de prominentes atributos, en honor a sus antecesoras.
Para este lúdico proyecto, que se mostró en la Semana del Diseño de Jerusalén 2022, el dúo no esculpió a sus damas en piedra, hueso, marfil, madera, terracota. La simpática interpretación contemporánea de Steinbock y Friedman parte de delgadas estructuras de cobre, en cuyo interior se ubica un globo que, una vez inflado, se hincha en torno a los metales, tomando la forma de mujeres que mucho recuerdan a las representaciones paleolíticas antes citadas. “Este proyecto busca despertar la curiosidad sobre estos hallazgos arqueológicos y el lugar que ocupan en nuestra cultura”, remarca el dúo de Reddish Studio sobre sus encantadoras obras, sin pretensiones ceremoniales.