No había rol demasiado pequeño al que no le sacara brillo Anne Heche (1969-2022), blonda que supo tocar con garbo las sutiles cuerdas de la comedia; también encarar idóneamente el drama, el romance, el terror, la aventura… Un ejemplo, en apariencia menor: su ambivalente muchacha destripa-pescados en Sé lo que hicieron el verano pasado, film slasher donde hace temblequear a las protagonistas adolescentes -y al público en general- sin apelar al subrayado, logrando que pasemos del cuiqui a la compasión en un periquete… Aunque tampoco nos terminemos de fiar de esa huérfana trastornada.
Su primer trabajo como actriz fue nomás terminar el secundario -sin más preparación que las obritas del colegio- en la telenovela Another world, donde permaneció por 4 temporadas en doble rol (interpretaba a gemelas), pero fue en los 90s cuando floreció su popularidad y se confirmó la plasticidad de su talento a través de personajes de cine bien diferentes. En esta década la vimos salir airosa de un desastre de proporciones épicas en Volcano como brillante sismóloga que esquiva lava y trata de salvar un Los Ángeles ardido. También superar un accidente de avión en la comedia romántica y de aventuras 6 días / 7 noches, uno de sus pocos protagónicos, donde le pone el cuerpo a una periodista citadina que termina varada en una isla del Pacífico con un piloto rusticón, Harrison Ford. Obvio que de sacarse chispas enfrentados, pasan al flechazo de fórmula.
En la archinegra sátira Mentiras que matan, su asesora presidencial empata en cinismo a Dustin Hoffman y Robert De Niro, en un papel que originalmente había sido pensado para un tipo. También en los 90s, se luce como esposa del infiltrado Johnny Depp en el drama mafioso Donny Branco. Y destaca en Psicosis, la remake cuadro-por-cuadro de Gus Van Sant del clásico de Hitchcock, donde Anne encarna a Marion Crane, icónico personaje que Janet Leigh había hecho suyo. Aun así, dejó su impronta en la muchacha ladrona que, escapando de la policía, tiene la mala fortuna de hospedarse en el hotelito de ruta que regentea el nene-de-mamá-momificada Norman Bates, y toma esa fatídica ducha… Y siguen los ejemplos, porque esta actriz todoterreno, de aire andrógino y belleza no convencional que se murió prematuramente hace unos días, a consecuencia de un accidente de coche, fue ascendiendo imparable, hasta que tuvo el arrojo de exhibir públicamente su amor apasionado por otra mujer.
Heche habló sin tapujos de los episodios más tristes de su pasado, con una sinceridad tan apabullante como conmovedora. Para prueba, su libro de memorias Call me crazy (2003) y las numerosas interviús donde recordaba una niñez y adolescencia marcadas por la violencia y el abuso. No vamos a entrar en detalles escabrosos, ya hay suficientes notas amarillistas que se regodearon en esos episodios, pero sí hay que destacar que ella nunca resignó franqueza, ni siquiera cuando la exposición la volvía carne de cañón de tabloides sensacionalistas que la ridiculizaban, empañando su singular rendimiento como intérprete.
Ya la habían maltratado bastante hacia fines de los 90s, quizás porque Anne no respondía a las reglas del estrellato hollywoodense. Fue entonces cuando ella decidió hacer público su romance con Ellen DeGeneres. Decisión que tomó aún a sabiendas del peligro que representaba para su carrera en franco avance, y contra la recomendación de la propia Ellen, que le dijo que no era necesario decirlo a los cuatro vientos. Quizá resulte difícil de entender el alcance de su gesto corajudo hoy día, pero hace 25 años le auguraba un rechazo de la industria. Heche, con magnífica integridad, desestimó los prudentes consejos y fue al estreno de Volcano del brazo de su novia. Y sucedió lo previsible: la Fox le rescindió un contrato millonario y comenzaron a mermar las ofertas de trabajo mientras que, en paralelo, se multiplicaban los embistes homofóbicos de un Hollywood todavía hipócritamente conservador. La paradoja del asunto es que, con el tiempo, DeGeneres devino la American Sweetheart LGBTQ+ de los Estados Unidos, y lo fue hasta hace nada, cuando salió al descubierto cómo maltrataba a los empleados de su programa. En cambio, Heche nunca volvió a recuperar el esplendor pasado, su carrera se fue opacando.
Según la crítica más atenta y rigurosa, lo que hacía especial a Anne era ir más allá de lo evidente, revelando la interioridad de personajes, trascendiendo así sus minutos en pantalla. Tal la acertada apreciación de Justin Chang, crítico del LA Times que, con afán justiciero, se ha detenido estrictamente en sus logros artísticos en vez de repasar las contingencias de su vida privada. Chang afirma que Anne fue una actriz extraordinaria, con un raro don que Hollywood no supo comprender, menos aún aprovechar. La mayoría de los papeles que conseguía -anota- estaban por debajo de sus recursos actorales, aunque ella les sacaba provecho sin un ápice de condescendencia, dándoles una dimensión inusitada “a fuerza de su propio ingenio irónico y de una energía electrizante”.
Entre los trabajos preferidos de este crítico está Reencarnación, film de 2004 sobre una mujer (Nicole Kidman) que conoce a un púber de 10 años que dice ser -y aporta pruebas- su difunto marido reencarnado. Clara, el personaje de Heche, aparece brevemente, inolvidablemente, “revelando, con su mirada, su verdadera naturaleza: la amante desconsolada, la rival deslumbrante, la agente del caos tan vengativa como determinada”.
A pesar de la apenas encubierta discriminación, la empeñosa Heche nunca dejó de laburar. En los últimos años se había volcado al teatro y a la tevé, obtenido algunos premios y nominaciones, a la par que seguía participando de algunos films (en su mayoría, indies). Deja acabados distintos proyectos, entre ellos, el telefilm Girl In Room 13, donde se cuenta una historia sobre tráfico sexual de mujeres. Asimismo se la podrá ver en varios capítulos de The Idol, esperado drama de HBO cocreado por The Weeknd y Sam Levinson, el cerebro detrás de Euphoria. Desde estas líneas, la celebramos por alta calidad de intérprete, y, desde luego, por abrir un camino hacia la aceptación de la diversidad que se afirmaría en el XXI, pese a que el costo fuese empañar su brillante carrera en alza.