Llevamos en los botines revolución” cantan les pibis colgades del alambrado, entre birras y brindis en los bares, o en juntadas cuando la Selección de las pibas mete goles. “El fútbol va a ser de todes o no va a ser”, dicen. Este 21 de Agosto se festeja el Día de la futbolista en todo el país en honor a la goleada de “Las Pioneras”. Fue un glorioso 4 a 1 contra Inglaterra en el mundial femenino del ‘71 que lleno de mística el Estadio Azteca y forjó un hito en la historia

En el 2019 la ex-legisladora porteña Andrea Conde presentó el proyecto en la Ciudad de Buenos Aires y comenzó el recorrido de este reconocimiento para luego convertirse en ley nacional. El fútbol “femenino”, que hoy podemos nombrar transfeminista, fue negado, invisibilizado y obligó a sus protagonistas durante décadas a mantenerse en un closet que tomó todas las formas posibles.

Higui de Jesús, que sin su pelota no va a ningún lado, Mara Gómez, que salió a disputar el biologicismo en el deporte, Mónica Santino, que en el medio de la 31 enseña a pararse en la cancha como en la vida. Cada chonguite que en los barrios pasea la pelota como forma de supervivencia, hoy visibilizan otro fútbol posible, que existió siempre pero a esta altura podemos llamar transfeminista

Una de las protagonistas de esta historia es Betty Garcia, la 9 legendaria, que con sus 81 años sigue pateando y demuestra que el patriarcado sigue vivo pero se puede tumbar a pelotazos travas, tortas y marikas.

Futbol en sangre

Betty arranca la charla con esa pasión que la caracteriza desde que abre la puerta, ya hablando del fútbol. Su pequeño departamento en el barrio de Villa Crespo está colmado de fotos, camisetas, medallas que muestra orgullosa. “Desde que empecé, el fútbol significó mucho en mi vida. El campo de juego me hacía olvidar de todo, también de todo lo que dolía”. Betty nos introduce en ese mundo íntimo desde donde nace su identidad: futbolista. “Lo llevaba en la sangre, lo llevo” continúa. “Todavía lo siento, cuando estoy con las Noritas y entro a la cancha siento cosas adentro”. Hoy, la fanática racinguista es DT de un equipo de mujeres y lesbianas, las Noritas FC, las cuales llevan como bandera su nombre en honor a Nora Cortiñas. “Mirá la edad que tengo y todavía estoy pateando una pelota”. Al comenzar esta entrevista entre mates cocidos y abrazos la pelota baila en sus manos como si fuera parte de su cuerpo, no la suelta.

¿Cuándo te diste cuenta que amabas el fútbol?

Betty García: Siempre lo amé, es el amor de mi vida. Entraba a una cancha y me olvidaba del mundo. Hacía diferentes deportes en la escuela o con amigos picaditos, hasta que un día me enteré de que en Bernal cerca de la casa de mis viejos había una chica que jugaba al fútbol. Fui, hablé con ella y ya quedé en el equipo y de ahí nunca más dejé. Tenía 18 años cuando fuimos a jugar a Uruguay con la Pre- selección contra las uruguayas, ahí mismo me dijeron que me quede en Uruguay y lo hice. Estuve dos años hasta que lo prohibieron y luego me vine para seguir jugando acá. Después del mundial se puso bueno porque volví y fui a jugar a Racing que era el equipo de mis amores, haber vestido la casaca de Racing y ser la capitana del equipo fue maravilloso. Hasta tuvimos la alegría de en el ‘71.

Sos hincha, DT, jugadora, pionera, mundialista. ¿Cómo te describís hoy?

B. G.:  Me pienso como una deportista que amó lo que hizo desde su comienzo hasta el fin. Dediqué toda mi vida al deporte. Ahora dirigiendo siento igual que antes la camiseta, para mí lo de Las Noritas en este momento es todo y todo el amor que me dan las chicas no se paga con nada. Además siento el cariño de todas las jugadoras, cuando voy a los campeonatos me reconocen y me hacen sentir que no fue en vano todo lo que hice.

¿Qué sentís con ese reconocimiento que te llega? Hoy hay copas y torneos llevan tu nombre, te paran en la calle, y cuando llegás a la cancha sos una celebrity.

B. G.: Me pone muy contenta, pensá que a nosotras llegamos del mundial y nadie nos fue a esperar, no había nadie después de tanto esfuerzo. Hoy pasados tantos años tener semejante reconocimiento y ver el fútbol como se ve ahora, es una alegría inmensa. En la época que empezamos a patear nosotras no había fútbol, no había nada. Éramos dos equipos que salíamos al interior a jugar y fuimos sembrando la semillita. Hoy voy a Racing y me conoce todo el mundo, no lo puedo creer, me pusieron entre las figuras homenajeadas del club y hasta me entregaron la camiseta en el medio del Cilindro.

¿Cómo ves a les futbolistas hoy?

B. G.: Cada futbolista en este momento, las que están y las que van a venir van a llevar en sus botines revolución, es como cantamos cuando alentamos. Siempre fuimos mal vistas. Hemos demostrado que podemos jugar igual que los hombres (Cis), y de hecho para ellos es un negocio, no se matan tanto como las pibas para poder jugar. Nosotras ponemos corazón, tenemos otra manera de jugar.

Da la sensación de que en la cancha les pibis disputan más que un partido...

B. G.: Claro, disputan todo lo que les ponen en contra cada día, demuestran en la cancha que pueden, que sí pueden, esa es la lucha que hay cuando desde estas identidades se entra a la cancha. En la época en la que yo jugaba nos decían cada cosa… y sin embargo nosotras seguíamos, incluso hacíamos callar a mucha gente cuando empezábamos a jugar y nos veían. Se callaban y se ponían a mirar.

¿Podrías decir que el fútbol da herramientas para cambiar tu vida?

B. G.: El deporte en general salva vidas, porque te saca de la calle, podés conocer otro tipo de gente, la posibilidad de vivir de otra manera. Aprendés a ver al otro, a mirar. Todos los deportes en equipo enseñan muchísimo, no es lo mismo jugar sola que tener compañeras con las que compartís alegrías, pasiones. 

¿Cómo ves a la comunidad lgbtiq disputando en el deporte?

B. G.: Es fundamental, el deporte no puede quedar en la época de las carretas. La gente abrió mucho la cabeza y en eso la política jugó un rol importante con leyes como el Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género. Antes te mandaban a lavar los platos, decían que no era para mujeres, pero no nos trataban tanto de lesbianas porque se cuidaba mucho que no haya “demostraciones”. En la época de los milicos te obligaban a eso, levantaban a los homosexuales. Te obligaban a callarte.

¿Hay diferencia en cómo se construye ese sueño de futbolista? Es decir, un pibe que nace en Fiorito puede ser millonario y la persona más conocida del planeta, pero una piba no.

B. G.: Todavía no. En Europa están cobrando, ahora. La Selección española va a cobrar igual que los hombres, en Estados Unidos también están cobrando igual y hay varias chicas de nuestra Selección que están jugando afuera. Se está logrando. En algún momento va a pasar.

¿Cómo viviste el closet?

B. G.: Me costó salir del closet de futbolista en especial, mi familia ya sabía pero gente que conocí después recien se enteró con los reconocimientos. De toda esa época en la que no podíamos hablar quedamos marcadas y no lo contábamos. Cuando vinieron los reconocimientos y la gente te agasajaba con cariño y nos ponderaban, ahí me solté un poco más porque me sentí comprendida, en un mundo que no te comprendía

Mundialistas

El Día de la futbolista se celebra en honor a una Selección de “Pioneras que viajó al mundial femenino de fútbol sin botines, sin camiseta, sin DT ni cuerpo médico. Juntando plata con rifas para viajar, escapando de sus familias. En el Estadio Azteca frente a 110.000 personas ese equipo goleó 4 a 1 a Inglaterra justamente un 21 de agosto de 1971. “Fuimos sin nada pero no nos achicamos en la cancha. Le ganamos a Inglaterra 4 a 0 en el mismo estadio que en el ‘86 fue el gol del Diego”.

¿Cómo ves los mundiales que se vienen en Qatar 2022 y Nueva Zelanda 2023?

B. G.: Creo que en el masculino vamos a hacer un buen papel, que vamos a tener un rol importante, confío en el equipo. Por otro lado no puedo dejar de decir que Qatar es una cultura muy difícil, fijate que no puede ir nadie homosexual, tratan horrible a las mujeres, está jodido. Todo por la plata... Nunca haría un mundial en ese país, no hay derechos, es terrible. Y el mundial femenino... vamos a ver, le tengo fe a las chicas después de la Copa América. Ver entrar al equipo argentino a la cancha me da ganas de jugar. Te juro. Es como que quisiera estar ahí.

¿Qué se siente ser mundialista?

B. G.: Estar en la Selección y jugar un mundial es lo máximo. En mi caso todavía no me puedo sacar de la cabeza lo que fue salir del túnel y ver 110.000 personas alentándonos, todavía lo llevo en mis ojos y es para siempre. Es orgullo