Unas 23 mil comadronas lograron su registro en el Ministerio de Salud de Guatemala, aliadas en el acompañamiento de mujeres y personas gestantes en sus embarazos deseados y no deseados, partos y xaternidades, abusos y violencias de género, y trabajadoras esenciales durante la pandemia de Covid-19, difundiendo en los pueblos más alejados la importancia de la vacunación masiva, con un rol determinante en el transcurso de gestaciones que se cursaron confinadas.
En su mayoría adultas mayores veneradas como las guardianas de conocimientos médicos ancestrales, ya cuentan con una identificación oficial de la cartera de Salud que les permite recibir capacitaciones, y el correspondiente reconocimiento económico en el “Presupuesto General del Estado para el Ejercicio Fiscal 2022”. El artículo 113 del decreto que ordenó la inclusión, contempla un apoyo de 3 mil quetzales anuales, beneficio histórico aunque cifra insuficiente para que las comadronas puedan sostener sus propias vidas en un territorio marcado por la mala gestión de la pandemia, el aumento de la pobreza extrema, el alto costo de vida y los salarios de miseria.
Muchas de las “mensajeras ideales en la lucha contra la desinformación del virus”, como las define la Organización Panamericana de la Salud (OPS), participaron de las jornadas de marchas y protestas el jueves 11, encabezadas por organizaciones sociales, estudiantiles y campesinas, unidas contra la corrupción política y en reclamo de acciones económicas que estabilicen el costo de la canasta básica, hoy inaccesible. Entre sus demandas, las comadronas pelean por el “respeto sin discriminación” a su labor y la facilitación de medios para aplicar sus conocimientos y prácticas ancestrales.
En ese horizonte a construir, acuerdan complementarse con los servicios institucionales sanitarios, pero a través de su propio sistema de salud: las redes naturales que crearon con sabiduría cómplice en las comunidades. “Llevando sus propias historias y compartiendo desde sus saberes la atención, o la búsqueda de apoyos cuando se hacen necesarios -describe la publicación “El rostro de las mujeres que cuidan bien”, de OPS-, encontrándose a su paso con los abusos a las mujeres, embarazos no deseados y deseados, alegrías y tristezas, buenos tratos y malos tratos, pero siempre dispuestas a dar lo mejor de sí, pues saben que tienen un don y han ido desarrollando habilidades.”