Las criptomonedas siguen generando polémicas profundas. Desde 2020 tuvieron un crecimiento de precios vertiginosos, en lo que va de año la caída fue en picada y el futuro de estos activos digitales no termina de despejarse. Las preguntas terminan siendo las mismas. ¿Conseguirán transformarse en una tecnología madura y pasar a ser parte del mainstream de las finanzas? ¿O quedarán en la historia de la innovación como la solución bonita a un problema que no existe (en particular, la demanda de descentralización de la sociedad)?
Grandes críticos y grandes defensores aprovechan cada una de las novedades con las criptomonedas para reforzar sus posiciones. Por ejemplo los escépticos usan un dato que es demoledor. El Salvador, uno de los primeros países del mundo en declarar al bitcoin como moneda de curso legal, se enfrenta a una situación de quiebra y crisis de deuda.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, intentó mostrarse en los últimos años como si fuera uno de los grandes emprendedores y visionarios de Silicon Valley. Consiguió que el país compre bitcoin para incorporar a sus reservas internacionales, impulsó a empresas de distintas parte del mundo a instalarse en sus tierras para desarrollar innovación en blockchain y estimuló a la población para utilizar las criptomonedas como forma de ahorro y para realizar compras minoristas.
Pero la idea de adquirir bitcoin a valores de 40 mil dólares ahora que cuesta cerca de 20 mil no parece haber sido la más oportuna. Principalmente si se tiene en cuenta el estado de las cuentas financieras del país. La situación es tan apremiante que el Instituto Internacional de Finanzas realizó este mes un informe especial sobre El Salvador asegurando que la deuda resulta insostenible, las reservas se agotan rápidamente, los fondos de pensión están siendo drenados y para 2023 el escenario es caótico.
Los optimistas de las criptomonedas por su puesto no ponderan estas noticias negativas, sino que reparan en eventos más auspiciosos para el sector. Por ejemplo, el imperio de las finanzas globales BlackRock ofreció un espaldarazo al bitcoin en las últimas semanas, incorporando la opción de negociar esta moneda digital en su plataforma de gestión de activos Aladdin (en la que se mueven billones de dólares). Fue un hito en la industria financiera y de los fondos de inversión.
Las noticias no llegan únicamente desde Estados Unidos. La semana pasada sorprendió el anuncio de la unidad brasileña de Mercado Libre oficializando el lanzamiento de Mercado Coin. Se trata de la primera versión de la moneda digital del gigante del comercio electrónico de la región, desarrollada con tecnología blockchain (en la red de Ethereum) y con intenciones de llegar a toda Latinoamérica.
En principio se utilizaría como un mecanismo de fidelización de usuarios. Es decir, cada vez que se adquiere un producto en Mercado Libre Brasil se recibirán premios en esta moneda digital. Pero está contemplado que tenga la posibilidad de comprarse, guardarse y transferirse desde la plataforma Mercado Pago, la billetera digital de este grupo con presencia regional.
Puesto en otras palabras: el proyecto tiene implícita la visión de transformar a Mercado Coin en un nuevo medido de pago para usarse a nivel local pero también entre países. ¿Qué impedirá que un brasileño viaje por negocios o por turismo y use esta moneda digital con la billetera de Mercado Pago para comprar en un supermercado mexicano escaneando un código QR en lugar de pasar su tarjeta de crédito? La solución de moneda digital de Mercado Libre no es novedosa pero tiene el poder de llegar a sus millones de sus usuarios.
El proyecto por ahora está en una fase inicial. Las expectativas que se generan pueden no concretarse en la realidad. Eso ocurrió con la idea de moneda digital de Facebook cuando anunció Libra y luego Diem. Pero lo que es claro es que la forma en que se maneja el dinero se encuentra en evolución permanente, lo que abre los siguientes interrogantes: ¿Las tecnológicas y grandes corporaciones lograrán competir con sus propias monedas contra las monedas de los países? ¿Las monedas digitales lograrán instalarse como nuevos medio de pago entre fronteras?