La clase baja es perezosa. La idea de detectar pobres “poco laboriosos” existe desde los albores del sistema. El estereotipo de holgazán de “clase” que no quiere trabajar y tira de subsidios es usado para erosionar las políticas del Estado social. Se extiende la idea de que la pobreza no está provocada por una injusticia social, sino por el resultado de un fracaso personal. Lo más prominente de estos síntomas es la canonización del término pobreza en su “acepción” más posmoderna: vagancia. Sabemos muy bien que el poder de algunas ideas poco tiene que ver con la verdad que contengan.
Las “welfare queen” -reinas del subsidio- fueron bautizadas en la época del binomio Reagan/Thatcher por los medios anglosajones a las mujeres que eran demasiado remolonas para trabajar y se dedicaban a engañar al sistema y acumular subsidios estatales. Una de ellas fue Linda Taylor, famosa en todo Estados Unidos. Ronald Reagan la definió como “un cáncer que se come nuestros órganos”. Pagada por los medios conservadores, Linda se paseó por los plató de televisión detallando sus estrategias de fraude. El personaje fue utilizado por el ex presidente para demonizar las ayudas sociales en un cóctel clasista, racista y machista que resultó muy efectivo para apuntalar construcciones neoliberales como que el Estado le quita impuestos a los trabajadores honrados para sostener a un montón de indeseables.
Hay tantas cosas que no se entienden. Uno se pierde entre tanto bien y tanto mal. Carlos Tevez se ha convertido en estos días en el el rey del subsidio energético. El Ministerio de Economía sacó a la luz el listado de empresarios, celebridades del espectáculo y del deporte que a pesar de contar con millonarios patrimonios conservaron el subsidio para no pagar consumos energéticos elevados. Esas riquezas agregadas de individuos de ética también elevada. Curiosas “celebrities” que no se les ruboriza el rostro por engordar el gasto público. El listado es jugoso y transversal: Carlos Tevez: $2.933.000; Familia Blaquier: $1.600.000; Juan Carlos y Sebastián Bagó, los dueños de laboratorios Bagó: $1.000.000, Hilda "Chiche" González: $474.008; Araceli González: $335.124; Eduardo Constantini: $289.743; Julio Comparada (ex presidente de Independiente): $233.747; Marcela Tinayre: $187.313; David Nalbandian: $74.369; Mirtha Legrand: $89.608; Francisco Macri, hijo de Mauricio Macri: $60.830; Carlos Fernando Rosenkrantz: $48.256; Fabián Cubero: $25.467. Algunos de la lista aún preguntan porque tienen que pagar impuestos. Tevez presentó un recurso de amparo para quedar exento de abonar el aporte solidario a las grandes fortunas. Arrimar el hombro en momentos difíciles de pandemia es “confiscatorio”, emborracharse de la vapuleada “teta” del Estado para cubrir necesidades energéticas es satisfactorio. Si hubiera aunque sea un grano de verdad en la teoría del derrame: la peculiar idea de que enriquecer a los de arriba redunda en beneficio de todos.
El juzgado Federal de ejecuciones Fiscales Tributarias Nº 4 le dio la razón a la AFIP y condenó al ex futbolista a pagar 42.361.511 de pesos, por una deuda impositiva correspondiente al Impuesto de Bienes Personales correspondiente al período fiscal 2020. La sociedad es algo más que la suma de sus individuos, el interés general es algo más que los intereses particulares.
“No hay medicina que cure el origen de clase, ni siquiera el dinero que puede llegar luego, o el prestigio social que se adquiera. Es una herida de cuyo dolor te defiendes, e incluso ante tus propios hijos ya desclasados sacas las uñas de animal de abajo”, escribió Rafael Chirbes. Sabrá Tevez de lo que habla.
(*) Ex jugador de Vélez, y campeón Mundial Tokio 1979.