“La búsqueda de la eliminación de todos aquellos y todas aquellas que no participan de nuestro modo de pensar es expresión peligrosa no solo de violencia, que luego corre el riesgo de volverse irrefrenable, sino también de una intolerancia con la que no podemos ni queremos coexistir”, afirman los Curas en la Opción por los Pobres (COPP) en un documento en el hacen un crudo análisis de los enfrentamientos que se viven en la sociedad y critican severamente “el odio y la violencia que parecen enseñorearse de nuestra vida cotidiana”.
“En estos momentos de nuestro presente, y sin duda no se trata de algo exclusivamente de nuestra Patria, notamos –no entre los pobres, por cierto– un clima que nos parece nocivo para la convivencia y, por lo mismo, peligroso para la sociedad”, señalan los sacerdotes católicos que trabajan en medios populares. Sostienen por otra parte que “pensar distinto, discutir, cuestionar, criticar es algo no solamente normal, sino que también es bueno, y –lo creemos– nos ayuda a todos y todas a crecer a caminar, a vivir y convivir”. No obstante ello, añaden, “cuando esto parece una búsqueda de la eliminación, destrucción o cancelación de la otra parte, cuando el odio y la violencia nos parece, no sólo peligroso, sino que engendra una corrosión en la base de toda convivencia”.
Para los curas “dialogar no significa renunciar a las propias opiniones y convicciones, pero sí implica disposición a la escucha y respeto por las diferencias, aunque no cambiemos un ápice nuestros modos de ver, pensar o vivir”.
Respecto de las actitudes que condenan, los sacerdotes aclaran que “no vemos que esto sea algo que se viva entre los pobres” pero “sí en las dirigencias y los medios de comunicación, y, por lo tanto, algo que puede trasladarse más tarde o temprano a toda la sociedad”.
En su diagnóstico, los COPP advierten “violencia en gran parte de los ambientes políticos, violencia engendrada por la impunidad judicial, violencia por la degradación ambiental y la destrucción de nuestra casa común, violencia de las fuerzas de seguridad, violencia internacional, violencia contra los pobres y los diferentes a aquello que algunos pretenden hegemónico, violencia desde la mentira sistemática de muchos medios de comunicación… violencia, demasiada violencia”. Y continuando con una reivindicación largamente sostenida por este grupo de religiosos reiteran que “las nuevas denuncias contra Milagro Sala, ¡una más!, no podemos verlas sino como denuncia sobre denuncia, violencia sobre violencia y mentira sobre mentira”.
Para los sacerdotes católicos “es imposible vivir sin paz, y la paz, que nace de la justicia, crece en el diálogo y la tolerancia” porque “no hay paz donde hay injusticia, no hay paz donde los poderosos aplastan a los débiles, no hay paz donde se impone un discurso único y se silencian o niegan otras voces, no hay paz donde se ostenta impunidad”.
Transparentando cierta resignación acerca del acontecer los curas dicen “quizás no se pueda pedir grandeza donde no la hay, pero al menos queremos llamar a todos y todas a mirar nuestra patria y el mundo”. Desde esta perspectiva piden “mirar a los otros y las otras que debieran ser vistos como hermanos y hermanas. Mirar, que implica no creernos el ‘ombligo del mundo’ sino simplemente (¡y nada menos!) miembros de una gran familia; una que –para los creyentes– tiene un Dios que es Padre y Madre y celebra, reina y festeja cuando brilla la hermandad, pero que se conmueve y padece cuando el odio, la mentira y la negación de los demás pareciera la única manera de vivir que conocemos y queremos”.
La declaración culmina con la consigna “¡Otro mundo es posible!”.