“Hay sucesos de la historia que son como una piedra arrojada a un arroyo: producen ondas que nos alcanzan a todos. Así nos ocurrió a nosotros”, cuenta Verónica Rossi, montajista de oficio y profesión; compañera de Mariano Ravier; guionista y directora de La casa de los tíos, su ópera prima. ¿En qué se vinculan todos estos datos? Mariano es sobrino de Hilda y Miguel Polti, mamá y papá de Miguel Polti, uno de les militentes fusilados en la Masacre de Trelew. Tras su asesinato, esa familia quedó sin herederes –el hijo mayor, José, también militante, había sido asesinado un tiempo antes en Córdoba–, y su casa, sin quien la cuide. Así que Mariano, después de décadas, decidió “hacer algo, darle un cierre”, acompañado de Verónica y sus pequeñes hijes. Ella, que registró todo con una cámara de gran angular, logró un testimonio intimista sobre los efectos que los crímenes de lesa humanidad, como ondas en el agua, impactan en varias generaciones. La casa de los tíos se estrenará este fin de semana en Trelew, en el marco del aniversario 50 de la masacre.
Mariano Raiver nació pocos días antes de que asesinaran a su primo José, en abril de 1971. Su papá y su mamá supieron de aquella muerte por la radio, mientras iban rumbo a la casa de Ilda y de Miguel Polti, que lo escucharon en el mismo momento. Los hermanos habían iniciado juntos su militancia en el PRT-ERP durante sus estudios universitarios en Córdoba Capital.
“Yo cargo con la cruz de que mis tíos me conocieron el día en que se enteraran de la muerte de Pepito”, cuenta sentado en una de las habitaciones de la casa en donde sus tíes criaron a sus hijos, recibieron a la familia, realizaron celebraciones, reunieron al barrio. Verónica lo filma en primer plano. En la misma charla, Mariano cuenta que no conoció a Pepe, y que tampoco recuerda a Miguel, fusilado un año y medio después en los calabozos de la Base Almirante Zar, pero que sus ausencias estuvieron presentes a lo largo de toda su vida y su vínculo con sus tíes y esa casa de Río Ceballos.
“La familia de Hilda y de Miguel no tuvo la continuidad normal, la dictadura (de Alejandro Agustín Lanusse) le cortó esa continuidad natural”, rescata Rossi entre tantas reflexiones que le surgen sobre el documental que empujó y logró concretar, y que tuvo un origen que ella define como “espontáneo”. “La casa de los tíos –como se llamó finalmente la película— estaba cerrada desde que falleció la tía Hilda, en 2011, y eso era una situación que a Mariano lo angustiaba mucho. Se sentía en deuda con sus tíos por no resolver el final de la casa”, cuenta la montajista. Deciden en 2018 irse de vacaciones a Río Cevallos e ir a ver la casa. Por consejo de un colega, Verónica decide llevar una cámara y registrar la tarea. “grabé todo lo que pude, de la mejor manera que pude, mientras sacábamos las cosas”, añade.
Las imágenes de Mariano y sus hijes recorriendo los ambientes quietos, congelados en el tiempo, se mezclan con aquellas otras registradas décadas atrás en las que los Polti mantenían vivos esos ambientes. La historia se completó con “una cantidad interminable de fotografías” que Mariano halló en la casa, mezcladas con libros y revistas de sus primos, carta y poemas que sus tíes escribieron pidiendo ayuda, haciendo reclamos, por el esclarecimiento de la muerte de sus hijes.
“Estando allá, y más allá de que Mariano pasó muchos momentos de su vida allí, sentimos que de alguna manera estábamos invadiendo la intimidad de una familia. ¿Nos corresponde hacer esto? ¿Por qué estamos nosotros, con nuestros hijos, acá?”, recuerda que se preguntaron Verónica y Mariano. Entonces reflexionaron sobre los efectos que genera una piedra arrojada a un cuerpo de agua: “Un suceso histórico describe una serie de efectos como las ondas que provoca esa piedra. Y nos alcanza a todos de alguna forma. mis hijes están atravesados ya y son conscientes de ese suceso, de la dictadura, de la Masacre de Trelew”, completa.
En ese sentido, consideraron que la vivienda no solo tiene un valor familiar sino también “por su valor simbólico, por lo que tienen para narrar, lo que guarda en concepto de testimonio. A pesar de toda la tragedia y el dolor, los tíos la mantuvieron abierta a los vecinos, a la familia, a los amigos de los chicos como una forma de aferrarse al amor y resistir desde ahí”, aclara Rossi.
La visita y el “cierre” de esa casa sucedió en el verano de 2018 –la mayor cantidad de documentación hallada en el lugar fue entregada al Archivo de la Memoria de Córdoba y al Parque de la Memoria de Río Ceballos; el lugar fue cedido a una mamá soltera que la cuida al día de hoy–, su transformación en documental demoró hasta entrado este año. En el medio, Rossi convocó a la productora de cine documental de Rosario e integrante del equipo de comunicación del Área de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Rosario.
El contacto con la Asociación de Familiares de la Masacre de Trelew vino un tiempo después y resultó en un intercambio muy rico: es que hasta entonces, el colectivo no sabía que había familiares vivos de Miguel Polti. Los invitaron para la conmemoración de los 50 años de los fusilamientos y allí, en Trelew se estrenará “La casa de los tíos” –el sábado 20 y el domingo 21 a las 21 en el Espacio INCAA KM1460 local– y hacia allí viajarán Mariano, Verónica y sus dos hijes. “Va a ser algo que va a marcar un punto bastante importante en nuestras vidas y que va más allá del documental, va a ser algo movilizador”, completa Rossi.