La familia Rutaceae (cítricos) es conocida por los frutos que dan y se comercializan, como los limones, naranjas o mandarinas. Sin embargo, son muy poco conocidos aquellos árboles cítricos de origen autóctono, como coco y naranjillo que, si bien sus frutos no son aptos para el consumo como los demás, resultan tener características importantes para considerarlos en parquización de espacios verdes.
“Los nombres científicos del coco y del naranjillo son Zanthoxylum coco y Zanthoxylum petiolare, respectivamente. Ambas especies están presentes en Catamarca”, contó a Catamarca/12 el biólogo Gonzalo Martínez.
Según explicó el profesional, el coco es más abundante y adaptable a diferentes climas, suelos y altitudes. Crece naturalmente en zonas serranas, en las ecorregiones de Yungas y Chaco Serrano, pero se desarrolla con mayor porte en las zonas más húmedas. “De hecho, hay áreas donde el coco forma bosques montanos muy húmedos junto al sauco y el biscote”, dijo.
En el país, el coco crece en las provincias del NOA (excepto Santiago del Estero), Córdoba, La Rioja y San Luis.
Por su parte, el naranjillo es menos abundante y está limitado a las regiones selváticas bajas, principalmente. “Éste árbol crece en las ecorregiones de Yungas, Selva Paranaense y Chaco Húmedo, principalmente. En Catamarca habita en las selvas montanas y pedemontanas de Yungas, en los departamentos Paclín, Santa Rosa y El Alto”, dijo Martínez.
Ambas especies se caracterizan por ser perennes, es decir, no liberan su follaje entero en ninguna estación del año, por lo que son árboles “siempreverdes”. Tienen pequeños aguijones en sus hojas y ramas, como así también producen frutos pequeños de los que se alimentan algunas aves cuando maduran.
“En época de floración producen una fragancia agradable y atraen a especies polinizadoras. Incluso, las hojas del naranjillo, a veces maceradas y otras veces con solo rozarlas, producen un agradable aroma cítrico muy único. El coco, a diferencia, al rozar sus hojas produce un aroma muy penetrante y algo desagradable como mecanismo de defensa para evitar ser comido, en especial cuando son plantas renovales”, refirió.
Martínez resaltó el rol ecológico que cumplen estas especies, “no solo es importante por generar frutos comestibles para muchas aves y por atraer especies de insectos polinizadores a sus flores sino porque, al ser árboles que siempre están verdes, ayudan proteger los suelos de la radiación solar, conservando así la humedad de los sotobosques en la estación seca. Además, existen especies de mariposas llamadas limoneras que solamente pueden reproducirse en cítricos, por lo que necesitan de estos árboles autóctonos para su supervivencia”.
“La deforestación y la ganadería extensiva son las principales amenazas que sufren estos árboles. Sería fundamental la creación de áreas naturales protegidas donde las actividades agro-ganaderas puedan limitarse y así podamos convivir con ambientes naturales completamente sanos, en un contexto mundial de crisis ambiental”, concluyó.