La historia cuenta que en los años 60 una nueva forma de expresión cultural comenzó a surgir desde la periferia de la ciudad de Nueva York. Serán los barrios de Bronx y Harlem los territorios testigos del nacimiento de una contracultura con raíces afroamericanas, mixturadas con migrantes latinoamericanos.
Este entrecruzamiento comenzará a gestar lo que hoy se conoce como hip hop, o rap, un estilo que no solo será musical, sino que ampliará sus fronteras al baile, el grafiti, la vestimenta, el sentir y pensar el mundo. El hip hop será entonces, un estilo de vida.
Desde sus líricas, los jóvenes denunciarán los abusos policiales, la segregación racial y las injusticias del sistema. Serán estos motivos, latentes en diferentes partes del globo, los que harán que el estilo musical se riegue rápidamente, encontrando en otros barrios, en otras periferias, la herramienta necesaria para que los jóvenes puedan alzar su voz.
En primera persona
Guillermo tiene 33 años. Desde chico le decían Rulo y ahora “Rulapsus”, una transformación en su apodo que denota los caminos recorridos con el hip hop. Sin embargo, Rulapsus desde chico también es caporal, una danza con fuertes raíces andinas muy popular en los carnavales salteños.
Este sincretismo, de alguna manera fue el que lo llevó a explorar nuevos horizontes con oído atento: “Cuando tenía unos 20 años me gustaba el hip hop como música y como forma de baile. Crecí con los caporales y viendo bailar a Michael Jackson. Estaba solo y ya me tiraba unos pasos. Pero un día, caminando por la peatonal de Salta, vi una ronda de gente y se escuchaba a alguien que rapeaba. Me acerco y escucho a un chabón, que es de una de las primeras generaciones de freestyler de acá, le decían 'El Espa', por El Español, que si bien no era, hablaba como español. Estaba improvisando y me voló la cabeza. Ahí no más dije '¿como puede ser que haya esto en Salta y no lo conozco’?'. Pasaron unos días y volví por la zona. Me instalé en la glorieta de la plaza 9 de Julio, porque ahí también se juntaban a improvisar, a rapear y algunos tiraban unos pasos”.
Así Rulapsus comenzó a meterse de lleno en esta cultura, “Me hablaron, me fui acercando y empecé a practicar con ellos. En el 2014 ya estaba rapeando, compitiendo, grabando canciones, haciendo una movida muy nuestra”.
Al tiempo, él y su grupo de colegas hiphoperos fueron madurando en sus ideas y tomando al género como una forma de transitar la vida: “Hoy tengo una banda que se llama De Rancho en Rancho y fuimos haciendo muchas cosas en nombre del hip hop. Recuerdo cuando hacían paro los maestros, metíamos eventos, juntábamos harina y hacíamos bollos para llevarlos al acampe. También organizábamos eventos para el día del niño, para merenderos y comedores”.
Toda esta organización puesta al servicio de la sociedad fue madurando y decantó en la generación de espacios para practicar, entrenar y, de algún modo, profesionalizarse.
Gotea la chapa
Si bien unos de los eventos más antiguos en la escena salteña de hip hop son "Las Uniones Underground", Rulapsus se hizo eco de la necesidad que planteaban las nuevas generaciones de raperos de juntarse cada vez más y, por qué no, organizar alguna competencia. Así nació “Gotea la Chapa”, que surge de la inclemencia climática surgida el día de su fundación al costado de la estación de trenes, “un nombre que quedó justo porque también hace referencia a la casa de los pibes, a la casa de los barrios donde gotea la chapa”.
“Es una competencia under, donde los MC (cantantes o Master of Ceremony por su acepción en ingles) que rapean, improvisan, y los dancers, bailarines, se tiran unos pasos. Las inscripciones son muy bajas, 100 pesos como mucho, algunos no tienen y ponen 50 o 70 pesos, pero la idea es que se anoten y participen. Son lugares para divertirse y entrenar”, comenta Rulapsus.
El dinero que se junta con la inscripción se traslada íntegramente al premio por haber ganado la edición y, como lo comenta su organizador, “A veces se juntan 3000 o como mucho 5000 pesos, y es un montón, una re ayuda para el que gana porque salva la comida de 2 o 3 días, o los pibes muchas veces compran mercadería y llevan cosas a la casa, ayudan mucho”.
El evento, que tiene ya casi tres años de existencia, promete cada día ser más grande, “Hicimos en todos lados: en el Aristine Papi, en el barrio 20 de Febrero, en Vaqueros, a la orilla del río, también en la Casa Azul del Sedronar en el barrio San Benito, hasta hicimos una en Jujuy, en Palpalá, que andábamos por ahí conociendo gente y pintó. Gotea la Chapa es una apuesta a que los pibes estén con el cerebro re activo, porque así hay que estar para rapear”.
Sublimando la bronca
Si bien la competencia no tiene limitaciones de rango etario ni clase social, la mayoría de los participantes son jóvenes de barriadas humildes. San Antonio, Solidaridad, San Benito, Lamadrid, Mosconi, son solo algunos de los territorios que aportan participantes.
“Muchos de los pibes en sus letras cuentan las secuencias del barrio. Se habla de drogas, se habla de violencia en la casa, de todo lo que pasa, siempre en modo de protesta, rebeldía, son historias reales. También se hablan de cosas buenas. Se le canta al amor, a la familia, al deseo de ser algo y de ser alguien”, comenta Rulapsus.
El hiphopero salteño subraya: “Hay muchas miradas discriminatorias hacia nosotros, por los consumos, por ejemplo, y si bien los hay, es como en todos lados. Hay que decir que estos pibes en su mayoría son buenos alumnos, buenos laburantes, siempre están re activos socialmente y se bancan la estigmatización. La mayoría de los pibes, que tienen un promedio de 16 años, son en muchos casos los mejores de su escuela, porque les gusta estudiar y porque es la única forma de nutrir el cerebro: estudiar, leer, informarse. A veces escuchás un freestyle y los pibes están hablando de política, hablan de historia, de tecnología, hasta de bioquímica hablaban el otro día. Todo esto rapeando y acotando en una batalla. Nos interesa sacarlos a los pibes de la mala junta, que vengan a este círculo, que rapeen, que se sumen, que puedan hacer su historia también. Este círculo invita a activar el cerebro y ver y hacer las cosas de otra forma”.
“Nosotros como vagos grandes, que ya llevamos más de 15 años en esta cultura, insistimos mucho para que salgan de ese círculo de consumo o de violencia, porque se tornan violentos esos ambientes. Que salgan de eso, que vengan a este espacio que van a poder conducir sensaciones de otra forma. Muchas veces les pasan cosas en la casa, no pueden decir nada, se quedan con esa bronca y salen a la calle, y la mayoría hace boludeces. Entonces el rapero viene acá y en un freestyle se desahoga, llora, grita, se bardea con otro rapeando, y a la hora se está cagando de risa, ya descargó esa mala energía, esa tensión de manera creativa”, reafirma el caporal y hiphopero local.
Líricas subterráneas
Rulapsus trae en su relato la figura de Agustín Marchetta, quien hoy lleva adelante el concurso Líricas Subterráneas. “Empezamos escuchándonos, acercándonos, él nos daba charlas sobre uso y prevenciones con las drogas y nosotros le hablábamos todo el día de hip hop... hasta que se empezó a involucrar”, comenta entre risas.
“Entonces él también empieza a rapear y a meterse de lleno en la movida, y empieza a hacer unas competencias under, pero como conoce mucha gente, conseguía de premio, por ejemplo, un parlante, algo de indumentaria para los pibes. Después hizo un contacto con la Liga de freestyle, la FMS, y ahí forma Líricas Subterráneas, un evento con rango oficial que da puntos a los ganadores para que puedan ir llegando al rango 1 y competir en modo nacional o internacional. Nuestro exponente ahora es Alkoy, ganador de las ligas salteñas, de las ligas regionales y ahora ganador de la liga nacional. El campeón argentino es de acá, de Salta, del barrio 20 de Febrero, nació con nosotros… y en menos de un mes compite de manera internacional en Perú. Eso es un gran orgullo”.
El hiphopero salteño, quien hoy también es parte de la organización de Líricas Subterráneas, cuenta como se complementa con Gotea la Chapa. “En Líricas se anotan todos los que quieren y se eligen los mejores 17 para las finales, y por otro lado, el ganador de Gotea la Chapa, pasa directamente a ese grupo. Ahí se complementan los dos eventos, uno totalmente under y el otro oficial”.
Empujando desde el norte
Los freestylers del norte demuestran potencia y entrega a la hora de rapear, aunque también como principal dificultad, se ven las carencias de impulso, tanto a nivel nacional, como desde las propias esferas gubernamentales.
“Todo lo que vemos en escena nacional e internacional de Argentina, es casi siempre de Buenos Aires, Córdoba y Rosario-Santa Fe. Son las tres provincias con más salidas y con más mirada desde afuera. Ahora con Alkoy se habla de Salta, y está muy bueno porque ayuda a dar impulso para que los pibes locales salgan”, agrega Rulapsus.
“En Salta tiene que llegar a haber una competencia rango 1, tiene que haber más de un pibe que sea del norte. Salta es cuna de talentos, los pibes se entregan al 100. Cualquiera de estos raperos se para frente a un rapero de Buenos Aires y la rompe, la re gana... se siente en el aire la pasión, la fuerza, las ganas y el deseo de querer llegar. Pero lamentablemente no hay muchas rutas para salir, no hay difusión y gente que apoye”, cuestiona Rulapsus y agrega: “Salta es cuna de talentos pero también cuna de folclore, todo lo que sea relacionado al folclore te lo dan, pero si le pedís a alguien ‘quiero hacer un evento de hip hop’, cuesta muchísimo”.
En la voz de Rulapsus se multiplica el mensaje de muchos pibes y pibas que ganan la calle y cantan sus verdades, las de su barrio, las de su familia y sus amigos, como un pregón constante de lo que sucede en cada uno de los territorios de la ciudad de Salta, una historia silenciada y a contracorriente.
“De acá a unos años, el hip hop va a pasar a ser parte de la cultura local salteña, se lo va a ver como se lo ve al folclore, porque es parte de las nuevas generaciones, de la juventud. Está cultura va a ser el futuro”, sueña el Rulapsus y con él, muchos.