El miércoles pasado Arsenal pensó más que nada en el cero propio, y con mucho orden defensivo logró el objetivo de robarle un puntito a River. Casi no se acercó a Armani, pero eso no pareció importarle demasiado a los de Sarandí.
Cuatro días después, Central Córdoba fue al Monumental con la idea de jugar de igual a igual y mostró buen manejo de pelota en el medio y tuvo alguna chance, pero se vuelve a Santiago del Estero con tres goles en el arco propio, frustrado, decepcionado.
El miércoles pasado frente a Arsenal, River pudo haber ganado pero no tuvo claridad en sus llegadas y terminó dando una pálida imagen. Cuatro días después terminó armando una colorida fiesta en el Monumental, con un público que se entusiasma con la posibilidad de dar pelea bien arriba.
Frente a estos hechos confrontados podrían sacarse algunos conclusiones apresuradas del tipo: A) Abel Balbo equivocó el camino. B) Marcelo Gallardo hizo ajustes en el equipo que provocaron una gran levantada.
Algunas circunstancias que se dieron en el partido desarman fácilmente esas presunciones. Repasemos, por ejemplo, los goles de River en su contexto:
1) Remate mordido de Herrera, mezcla de tiro al arco y buscapié, y definición de primera de Pablo Solari, que se encontró con la pelota en el medio del área. River hasta ahí había llegado poco, y su rival sorprendía con Jesús Soraire y compañía por la forma en que trataban la pelota. Pero se habían mostrado poco expeditivos para rechazar en la previa de esa jugada.
2) Contacto en Colombia. Córner de Juan Quintero y cabezazo de Miguel Borja, solo, porque el encargado de marcarlo lo había perdido y se resbaló. Los santiagueños habían quedado conmocionados por el primer gol, y durante un trato largo se bambolearon en la cancha. En ese lapso se produjo el segundo gol.
3) Córner de Nicolás De La Cruz, frentazo de Franco Zuculini, sin marca. Fue sobre la mitad del segundo tiempo, cuando River, tranquilo por la ventaja pero con pocas asociaciones de su sello y algunas grietas defensivas, deambulaba en la cancha.
Entonces, en el último tramo, con Central Córdoba entregado, River sumó a su poder de fuego porque, como sea, tres goles no se hacen de casualidad, algo de brillo.
Central Córdoba no se equivocó en la idea de jugar, le erró fiero en la técnica defensiva para respaldar sus intenciones.
River mira la tabla y se ilusiona, sabe que tiene gran potencial. Solari sigue en alza, Herrera jugó muy bien, Borja cumple su cuota, y muy buenas alternativas en el banco. Y con ese plantel continúa siendo una amenaza muy grande para Atlético Tucumán y sus escoltas.