Cristina Kirchner pidió hablar en el juicio por la obra pública de Santa Cruz. Dio a conocer su decisión a través de un hilo de Twitter en el que ella misma explicó que solicitó ampliar su declaración indagatoria porque ante el hecho de que los testigos demolieron la acusación durante el juicio, los fiscales recurrieron en su alegato a cuestiones nunca planteadas en las audiencias, incluyendo elementos traídos de otras causas.
Por ejemplo, Sergio Mola, mencionó este lunes el juicio contra José López, el exsecretario que tiró los bolsos con nueve millones de dólares en el convento de General Rodríguez. El fiscal dio por cierto que López argumentó que “el dinero es de la política” y sugirió que se lo dio un secretario de CFK, Fabián Gutierrez.
Toda esa historia fue demolida por el Tribunal Oral Número 1. Se demostró que Gutiérrez no estaba el día anterior en Buenos Aires, que no existió el supuesto encuentro en el City Hotel, a una cuadra de Plaza de Mayo y, por el contrario, que el dinero estaba escondido en la vivienda del funcionario, en Tigre, en una pequeña habitación clandestina del techo, a la que había que acceder por una escalera que se colocaba.
Las supuestas pruebas que se metieron por la ventana
Pero lo más grotesco es que nada de eso se debatió en el juicio de Vialidad. Los jueces admitieron que se introdujeran pruebas de otros expedientes en la última audiencia, es decir que en lugar de evaluarse en el juicio, esas supuestas evidencias se metieron por la ventana. Lo mismo hicieron los fiscales con Hotesur-Los Sauces; la ruta del dinero y fotocopias de los cuadernos.
La particularidad es que ninguna de esas “pruebas” fueron debatidas en los juicios respectivos: esos tres expedientes no llegaron a audiencias todavía.
Por ejemplo, los fiscales metieron la cuestión del testamento de Lázaro Báez, que proviene de La ruta del dinero, y sacaron una conclusión que no convalidó ni remotamente el juez de esa causa, Sebastián Casanello. El testamento tiene como únicos beneficiarios a los hijos del constructor, pero éste puso una cláusula de que no se pueden dividir ni la empresa ni los bienes a lo largo de 30 años. Eso no significa que Austral y las demás propiedades no fueran de él, sino que busca evitar que los hijos se peleen y, por lo tanto, los obliga a seguir juntos, al menos por el interés económico. Si Báez fuera testaferro, hubiera existido la introducción como beneficiaria de alguna sociedad de un paraíso fiscal o algo relacionado con la familia Kirchner. Lo cierto es que ni a Cristina ni a Néstor ni Máximo ni a Florencia se les encontraron sociedades o cuentas escondidas ni propiedades ni dinero no declarado.
La realidad, es que tampoco el testamento fue una prueba que se hubiera discutido en el juicio de Vialidad. Luciani y Mola recibieron tal paliza en las audiencias que, desesperados, recurrieron a otros expedientes de los que nunca se habló en los tres años de juicio.
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