¿Qué peor mensaje puede dar el fútbol cuando una liga infantil decide quitarle los puntos ganados a un equipo por el solo hecho de haber incluido a una niña en su plantel? Es increíble pero real. Y nadie se sonroja.
Paula Bolaño tiene 10 años y ama patear la pelota: juega en la categoría 2012 del Cañuelas Fútbol Club con sus compañeros varones. Pero para la Liga de Buenos Aires su presencia en la cancha es inaceptable, a pesar de tener toda la documentación aprobada antes del inicio del torneo. Jugó 12 de las 13 fechas que se han desarrollado. La sanción se aplicó luego de la queja del club Alem.
El problema no es nuevo. Se repite la misma historia de Juana, del Club Mercedes, Emma Rodríguez de Guaminí, Renata de Villa Gesell, Martina de Córdoba y de tantas otras niñas que no tienen garantizado el derecho al juego. Al no contar las Ligas con categorías mixtas o femeninas, sobre todo en localidades pequeñas, las niñas no tienen ámbitos deportivos competitivos para seguir jugando.
En esta película repetida, sin embargo, hay un club que da otro mensaje: Cañuelas Fútbol Club decidió que Paula y otra niña que también juega en la misma categoría, Agostina Argüello, sigan en el equipo aunque les quiten los puntos. “Se privilegia el derecho a jugar que tienen a la competencia por el título”, señaló a Página 12 el expresidente Daniel Roncoli, quien viene impulsando una agenda de género en el club. Lo más lindo es que sus compañeros --cuenta Ronconi-- son “muy solidiarios” y “prefieren que jueguen sus compañeras antes que ganar”.
El problema, claro, es que se las estigmatice como responsables de la pérdida de los puntos, advierte el dirigente de Cañuelas.
Según argumentaron los responsables de la Liga de Buenos Aires, se aplicó la reglamentación de la AFA, que indica en el artículo 1, capítulo 2, que es “exclusivamente para varones”. Pero en realidad, señala Roncoli, las ligas son autónomas: podrían cambiar el reglamento.
¿Cuántos clubes más están dispuestos a resistir decisiones misóginas contra las niñas que practican fútbol?
Ya hay otras ligas, como la de Madariaga y de Bahía Blanca, que incluyen niñas de 12 e incluso 14 años en equipos con varones. La ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, Estela Díaz, se reunió con el padre de Paula, con el expresidente de Cañuelas y la directora de género del club, Patricia Ramírez, para brindarles apoyo.
Mientras tanto, la AFA prefiere mirar para otro lado. “La FIFA recomienda al menos hasta los 12 años que sea mixto. La AFA tiene que reglamentar el fútbol mixto en categorías formativas. Pero no lo hace. Es fundamental que avance en ese sentido para que las ligas en cada territorio no tengan la excusa de decir que la AFA no lo avala. Pero lo cierto es que no lo prohíbe”, advierte a este diario Soraya Ciaccia, mamá de Emma Rodríguez.
Este año, Emma, su hija, se probó en River y quedó. Nadie sabe en el club de Nuñez de su lucha. Emma cumplió 13 años el 28 de julio. Empezó a entrenarse --aunque no está fichada porque no hay torneo de sub-14--, pero el club le queda a casi 500 kilómetros de donde vive su mamá, su papá y sus dos hermanas. Entonces, se queda dos semanas por mes en la casa de unos tíos en Don Torcuato, en la zona norte del conurbano, para poder ir a River y otras dos regresa a Guaminí, en el centro de la provincia de Buenos Aires, donde se entrena con sus compañeros del Club Deportivo Empleados de Comercio, aunque la Liga Regional de Coronel Suárez no le permite tampoco a ella ser parte del torneo. Emma sigue la escuela a distancia cuando no está en Guaminí. Pero el año próximo no sabe si va a poder seguir jugando en River porque ya sabe, le van a exigir entrenarse todo el mes para poder formar parte del plantel y competir y la familia no está dispuesta a que se mude porque es pequeña aún. Emma quiere ser jugadora profesional. ¿Qué alternativas le quedan para poder lograr su sueño?
La discusión en torno a las chicas y el fútbol en las categorías formativas se tiene que abrir. Es una cuestión de sentido común: no se les puede impedir practicar un deporte por ser mujeres.