El exministro de Economía, Martín Guzmán, decidió que se quedará en Argentina, donde sigue bien de cerca el nexo con la política, por ahora sin intenciones de pensar en candidaturas pero centrado en asesoramientos técnicos a diferentes dirigentes. Según supo Página/12, el pupilo del Nobel Joseph Stiglitz pasa sus días alternando acciones entre La Plata y la Capital, en el barrio de Belgrano, y mantiene charlas con intendentes y gobernadores del PJ con los que había tenido mucho vínculo durante los tiempos de su gestión.
El exministro tiene ambiciones políticas que, a priori, no están vinculadas a la posibilidad de trabajar por nuevos cargos, sobre todo porque es reciente su salida del poder y fue un hecho más que traumático para el Frente de Todos. En algún momento se especuló con que podía irse a vivir en el exterior, pero fuentes de las intendencias que aún lo frecuentan relatan que "sólo viajará afuera a dar clases". Guzmán es profesor en la Universidad de La Plata y la de Columbia, en Estados Unidos, y tuvo propuestas para trabajar en el exterior que rechazó con la intención de seguir vinculado al país. En paralelo, sobre su figura están los mitos de ofrecimientos falsos, como posibilidades de trabajo en organismos internacionales como el Banco Mundial.
Admiten en la Casa Rosada que hace tiempo que Guzmán no habla con el presidente Alberto Fernández, por quien mantiene un importante aprecio. La última vez que charlaron fue el día posterior a la renuncia al cargo, el sábado 3 de julio. El jueves previo a su salida del cargo por Twitter, le había pedido al Presidente dos cosas para seguir en el ministerio, luego de decirle que se veía jaqueado por sectores del kirchnerismo, lo que le trababa la ejecución de políticas. Esas dos cosas eran el manejo de la mesa de dinero del Banco Central (BCRA) y correr a los funcionarios kirchneristas del área de la secretaría de Energía. Ese mayor reclamo de poder no tuvo una respuesta positiva del Presidente y se dio la salida.
Por esas curiosidades de la política, todo lo que había pedido Guzmán, el Presidente se lo concedió al actual ministro, Sergio Massa. Es más, el propio exministro en su carta de renuncia había deslizado la relevancia de que el primer mandatario le diera a su sucesor la suma del poder para poder gestionar. Eso no ocurrió con su antecesora inmediata en el cargo, Silvina Batakis, pero sí con el tigrense, que además consiguió aval político para ajustar las cuentas públicas y ordenar el frente fiscal.
Aún hoy, cerca de Cristina Kirchner apuntan que la ruptura con el ministro se debió a que ellos consideran que Guzmán mintió sobre las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Aducen que el propio ministro se habría comprometido a una reestructuración de plazos y montos de la deuda que Mauricio Macri contrajo con el Fondo por valor de 45 mil millones de dólares. En el Gobierno, aún hoy, niegan que Guzmán haya hecho esa promesa, algo que en principio manifestó en sendas entrevistas públicas como algo técnicamente imposible de acuerdo a las reglas de deuda del Fondo Monetario. Sí argumentan que hubo una especie de intento intermedio de compensar la no extensión de la negociación por otras vías, como la pelea por los DEGS.