Las investigaciones, los bloqueos de cuentas bancarias personales y también de las páginas en las redes, el quiebre del sigilo, en fin, toda la avalancha con que Alexandre de Moraes, integrante de la corte suprema de Justicia brasileña, hizo cubrir a ocho poderosos empresarios vinculados directamente al ultraderechista y desequilibrado mandatario, ha sido una tremenda bomba que explotó sobre las rodillas de Jair Bolsonaro (foto).
Aunque las consecuencias judiciales tarden o sean menos feroces que se prevé en un primer momento, es innegable que las consecuencias políticas ya se hacen palpables, y son muy fuertes.
La noticia explotó a la mañana siguiente de la aparición de Bolsonaro en el “Jornal Nacional”, el noticiero más visto de la televisión brasileña, transmitido por la TV Globo.
A lo largo de 40 minutos Bolsonaro fue visto por 60 millones de espectadores, público record. Pareció tenso como siempre, pero al menos no estaba desequilibradamente enfurecido. Mintió de manera escandalosa en al menos siete oportunidades a lo largo de los 41 minutos de transmisión. Es decir, era Bolsonaro nuevamente en estado puro.
Encuestas realizadas al fin de la transmisión indicaron que 65 por ciento del público reaccionó de manera negativa al presidente, y 35 por ciento lo aplaudió. En todo caso, no fue masacrado por la pareja de presentadores, lo que ya se consideró una victoria importante.
Y al amanecer del día siguiente, la bomba.
Efectos negativos
Son varios los efectos altamente negativos de la medida adoptada por Alexandre de Moraes, que, además de integrar el Supremo Tribunal Federal, preside el Tribunal Superior Electoral.
Primero, deja claro que un grupo de empresarios muy cercanos defienden o defendieron el mismo golpe de Estado, en caso de victoria de Lula en las elecciones de octubre, insinuado tanto por el ultraderechista presidente como por las inserciones de una vastísima red social que lo respalda.
Todo el esfuerzo de los responsables por la campaña de Bolsonaro para que, en caso de una derrota cada vez más anunciada, no mencionase la posibilidad de golpe, fue atropellado.
El segundo aspecto: hay un temor más que comprensible que la quiebra de sigilo telefónico de los investigados revelen más detalles preocupantes, con la participación del mismo Bolsonaro.
Y tercero: se sabrá cuáles de los investigados contribuyeron para financiar las redes sociales de extrema derecha que esparcen mentiras contra Lula y la izquierda, y en favor del ultraderechista.
Robots de campaña
Se sabrá hasta qué punto la familia Bolsonaro, en especial su hijo Carlos, que controla todas las redes, pidió dinero para mantener el ejército de robots que distribuyen automáticamente, inclusive desde el exterior, toneladas de mentiras que atacan violentamente a Lula.
Y esa consecuencia – que se cierren las canillas de vasto dineral – tendrá peso definitivo en la campaña de Bolsonaro.
Ha sido un mal día para él, y otros vendrán.