"Nuestra música es lo que somos, está hecha en casas de barro", dice el productor musical Tuto Petruzzi, y la definición parece dar en la tecla. Es que junto a la cantante Toni Volpen conforman el dúo La Forastería, "un experimento sonoro-artístico" en constante movimiento que se afincó en el monte cordobés, más precisamente en el Balcón de Punilla, cerquita de Cosquín.
Son de Buenos Aires, pero justo unos días antes de la explosión de la pandemia, en 2020, decidieron mudarse a un terreno que tenían en Córdoba, rodeados de pájaros, zorros, ríos y plantas medicinales. "Veníamos levantando la casa hacía varios años con técnicas de bioconstrucción, en busca de otra forma y ritmo de vida, de otro paradigma", cuenta Tuto.
"Cada vez que se podía me juntaba una tropa e íbamos dándole forma a La Molleja Molecular, como llamamos a nuestra casa", continúa el músico. "Fueron unas misiones hermosas, sentíamos todo el tiempo que estábamos haciendo algo groso. Levantar el rancho con nuestros pares fue de las experiencias más hermosas de la vida, y algo que siempre recomiendo."
En ese entorno natural crearon el EP debut del proyecto, Ofrenda (2022), que en cuatro canciones pasa por el folklore latinoamericano, la música africana, el western y la psicodelia bailable. Y un universo sonoro que hasta el momento era nuevo para el grupo: las texturas electrónicas. "Comenzó como una aventura acústica, en formato canción, y de a poco fuimos incursionando cada vez más con las máquinas y los recursos que puede aportar hoy la tecnología, que son muchísimos", explica Tuto. "Nuestro desafío es encontrar y desarrollar el equilibrio entre esos mundos."
► Viajar para que otrxs viajen
En este momento, La Forastería se encuentra de gira por Europa. La aventura musical los llevó por ciudades como Barcelona, Valencia, Mallorca e Ibiza. "Adonde vamos, siempre somos un poco bichos raros", revela Toni. "En lugares de música electrónica, donde por lo general toda la música se 'pincha', cuando caemos con todos nuestros instrumentos nadie entiende bien qué vamos a hacer. Porque en el lugar en el que van los platos de los DJs empezamos a apoyar el charango, las semillas, el tambor chamánico... es una situación cómica. Después se comen un viaje bárbaro y la gente se acerca a compartirnos sus sensaciones."
"Creemos que de alguna forma vamos desarrollando un sendero y una forma de hacer música, que algunos artistas ya han recorrido o están recorriendo pero que todavía no es muy conocida en todos lados, y por eso llama la atención", amplía Toni. "En ese proceso, también vamos aprendiendo muchísimo, siempre con humildad y ganas de dar un mejor show y conviviendo un poco con los dos mundos: el orgánico y el digital."
--En su música predomina lo instrumental. ¿Cómo se da esa búsqueda que excede la canción?
Tuto: La Forastería está pensada para ser un ente cultural que pueda trascender fronteras. La música instrumental abre esas posibilidades y permite que nos escuche gente de muchos países, de distintos idiomas y de origen cultural; es como una especie de código o idioma universal. En nuestra música conviven ritmos y folklores de muchas tribus y lugares del mundo. De todas formas, siempre nos gusta apelar al poder del canto y las letras, que son casi siempre en español.
Toni: Nos gusta generar momentos cinematográficos, dejar que la mente del oyente vuele por diferentes paisajes y entre en un trance. También nos gusta no necesariamente usar "letras"; como en Temazcal, donde fueron vocales que nacieron de un momento muy de ritual, y que invitan a adentrarse en el viaje que proponemos.
► Cosecharás tu siembra
Toni y Tuto viven con su hijita en una comunidad de cien habitantes en medio del monte cordobés, donde se practica permacultura. Una forma de vivir respetando y adaptándose a la biodiversidad de cada ecosistema. "A los dos meses de vivir allí y ambientarnos con el entorno y su gente hermosa, decidimos quedarnos sea cual fuese el destino del mundo", cuenta Tuto. "Allí empezamos a producir muchísima música y repensar de qué forma queríamos expresar todo eso."
"Nos hizo bajar mil cambios a comparación con la vida que llevábamos en la ciudad, el ritmo va más acorde con lo que propone cada estación", plantea Toni. "No hay tanta vida nocturna, ni ruidos que contaminen la sonoridad del ambiente, el aire es más puro. Todo eso te hace tener una mejor calidad de vida. Ni hablar cuando empezamos a cosechar nuestros alimentos; es muy emocionante todo el proceso de siembra, cuidado y cosecha, y consumir lo que plantaste es un placer inmenso."
--¿Les cambió la vida y la forma de entender la música?
Toni: Vivir en un entorno natural es una inspiración constante. Me conmueve mucho la cantidad de yuyos medicinales que crecen por todos lados, te genera una gratitud inmensa saber que la tierra lo provee y está al alcance de tu mano, siempre cosechando con respeto y consciencia, claro. Luego están los animales que viven en el monte: miles de especies de pájaros, zorros, corzuelas, conejos, serpientes. Siempre es un deleite verlos pasar, reconocer sus sonidos y aprender también a convivir con ellos.
Tuto: Vivir en la naturaleza nos dio un marco de concentración, inspiración e introspección fundamentales para llevar a cabo La Forastería. Vivir en el monte empodera muchísimo nuestra obra, nos focaliza, nos da la inspiración necesaria para llegar a los lugares artísticos donde queremos llegar. Allí también construimos nuestro estudio, donde producimos, ensayamos y experimentamos. La vida nos cambió completamente, nos conectó con la tierra, con las medicinas, con cuestiones que tienen que ver con cierta independencia del sistema que puede generarse en el ser: la capacidad de sustentarse el alimento con la huerta, de generar energía con paneles solares, construir el hogar con barro y manos amigas. Hay muchísimas posibilidades que ofrece la permacultura. La contemplación se volvió una práctica muy frecuente.