Un equipo de investigación de las universidades nacionales de Quilmes (UNQ), Arturo Jauretche (UNAJ) y Hurlingham (UNAHUR) avanza con un proyecto para fabricar una barra de cereal rica en proteínas y fibras, a partir del bagazo de cerveza, un residuo del proceso de prensado y filtración del mosto del grano de cebada. Se estima que para el año próximo podrá estar a la venta en el mercado local.
La iniciativa apunta a que la barra tenga un buen sabor y textura, entre otras características, para alcanzar la mayor recepción entre la población, a un costo accesible.
La idea fue presentada en una convocatoria del Colaboratorio Universitario de Ciencias, Artes, Tecnología, Innovación y Saberes del Sur (Conusur), integrado por aquellas instituciones y las de Avellaneda (UNDAV), José C. Paz (UNPAZ) y Moreno (UNM). La investigación cuenta con un financiamiento de 2 millones de pesos.
“Como sabemos que hay que mejorar la situación alimentaria de Argentina, la primera motivación es dar respuesta a esa necesidad”, explicó Lina Merino, investigadora y profesora de Microbiología y Toxicología de Alimentos de la UNAHUR.
En diálogo con el Suplemento Universidad, Merino enfatizó que el producto “debe llegar a las personas más vulnerables con la intervención de cooperativas y pymes regionales”.
La tarea de la biotecnóloga Paula Bucci –investigadora del CONICET y subsecretaria de Vinculación y Transferencia de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA– fue fundamental en el proceso de maduración de la idea, porque empezó a indagar para fabricar una barra de cereal “a partir del excedente de la industria cervecera, que se elabora en grandes cantidades, porque entre 1.500 productores generan 15 millones de kilos de bagazo al año”, detalló Merino.
“Esos excedentes deben recibir un tratamiento para su disposición como residuos.
El bagazo está compuesto por fibras y proteínas y bajo contenido de azúcar, lo que constituye una fuente importante de nutrientes. Por lo tanto, es materia prima para producir una barra de cereal”, puntualizó.
La investigadora, doctorada en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), precisó que el proyecto contempla agregar a la barra de cereal gránulos de kéfir –un producto lácteo similar al yogur–, cuyo consumo habitual “ha demostrado tener un impacto positivo en los procesos en los que la microbiota intestinal juega un rol central, destacándose su perfil de seguridad”.
Aseguró que el kéfir “previene infecciones del tracto intestinal; reduce el nivel de colesterol sérico; estimula la absorción de calcio; mejora la digestibilidad de las proteínas y la síntesis de vitaminas; refuerza el sistema inmunológico y contrarresta los efectos de los patógenos transmitidos por los alimentos”.
La investigadora añadió que “los gránulos de kéfir se generan como excedente de la producción de la bebida fermentada bastante común en las dietéticas” y destacó que “son suplementos que poseen microorganismos vivos que ayudan a mantener o mejorar las bacterias buenas del cuerpo, en especial de la flora intestinal”.
Por otra parte, subrayó que la barra de cereal “se desarrolla a bajo costo, para de ese modo generar puestos de trabajos”, y señaló que su elaboración tendrá “un impacto positivo en el ambiente, porque habrá menos excedentes de bagazo”.