Brian Castaño retuvo ayer por primera vez el título interino de los superwelters de la Asociación Mundial de Boxeo, al vencer por puntos en fallo dividido al marfileño Michel Soro en un combate realizado en el Casino de Evian, una pequeña localidad fronteriza entre los Alpes franceses y Suiza. Después de 12 vueltas intensas, dos de los jurados vieron ganador al invicto campeón de La Matanza por 115-113, en tanto que el restante dictaminó 116-112 a favor del boxeador africano.

Más que por lo que efectivamente sucedió sobre el cuadrilátero, el triunfo de Castaño tuvo un tinte angustioso. El anuncio del fallo se demoró más de lo debido por problemas en la suma de las tarjetas, y las cámaras de la televisión mostraron como el promotor y manager francés Michel Acaries, manejador de la carrera de Soro, presionaba sin disimulos a las autoridades de la AMB para volcar los números en beneficio de su pupilo. Sebastián Contursi, manager de Castaño, debió ponerse muy firme para evitar que le birlaran la victoria a la vista de todo el mundo, y recién pudo respirar aliviado cuando la decisión fue proclamada a favor del argentino, luego de más de cinco minutos de interminables cabildeos.

Castaño (69,800) tuvo una muy buena actuación. Boxeó y peleó cuando era debido y supo compensar la diferencia de nueve centímetros de estatura que le llevaba Soro (69,700), llevando el trámite de la media distancia hacia adentro. El peleador de La Matanza combinó bien sus manos a la cabeza y al cuerpo y su derecha voleada, sobre todo, llegó reiteradamente sobre los planos altos del francés, que sólo pudo hacer valer su boxeo largo en los rounds 6° y 7°. Al final del 5°, inclusive, llegó a conectar con justeza una derecha cruzada que lo hizo volver a Castaño algo conmovido a su rincón.

En los cuatro asaltos finales, Castaño mostró sobre el ring la presencia de un real campeón. Sin desbocarse jamás, trabajó con orden, continuidad y eficacia más allá de la lógica fatiga que lo invadía y cerró redondeando una imagen satisfactoria de cara a lo que verdaderamente pretende: una pronta inserción en el mercado pugilístico de los Estados Unidos, el gran objetivo al que apunta su manager Contursi.

Brian Castaño tiene 27 años, un invicto de 14 peleas con diez victorias antes del límite y más allá de una calidad y un temperamento que no se discuten, no le sobra tiempo como para perderlo con peleas intrascendentes o actuaciones inexpresivas. Ayer superó a un rival de alta exigencia, acaso el más riesgoso de su carrera. Hubiera sido una vergüenza que tres jurados presionados por un promotor inescrupuloso, le sustrajeran lo que dignamente había ganado sobre el ring.