Durante la presentación oficial de su último disco, una noche de principios de agosto en La Trastienda de Montevideo, Arquero notó que la mayoría de las caras que estaban frente a él eran desconocidas. Solo reconoció a algunos de sus amigos, los mismos que suelen ir a apoyarlo en cada concierto. Fue algo inesperado, teniendo en cuenta que El mundo aparte, publicado en abril, aún no alcanzó el mismo impacto que Aguafiestas, su exitoso antecesor. Cuando Arquero entró a La Trastienda dispuesto a presentar las nuevas canciones, cargaba con los cuatro años transcurridos entre un álbum y otro, un lapso de tiempo breve en el que le había pasado de todo. Auge y caída. Furor y ruina mental. Pero es evidente que sucedió algo más. Algo que no estaba tan en los planes. Porque en varios momentos de la noche, los temas de El mundo aparte fueron mejor recibidos que los clásicos de la breve trayectoria profesional de este artista uruguayo nacido en España. “Fue una sorpresa súper grata, de las cosas que más atesoré. ‘4 días’ fue de los picos más altos del show, cuando tenía que competir con las canciones que tengo prohibido no tocar”, cuenta desde su casa del barrio de Palermo, en Montevideo, mientras reniega con el mal funcionamiento del micrófono de los auriculares berretas que tiene puestos para hablar por Zoom.
Por suerte, para Diego Arquero, clase ’93, nacido en Sevilla y radicado en Montevideo con su familia desde 2009, los micrófonos nunca fueron un problema a la hora de hacer música. Después de las grabaciones under compiladas en Obras póstumas (2012) y Áspero (2013), cuando apareció Aguafiestas (2018) rápidamente se convirtió un éxito. Arquero se presentaba como un post adolescente que no quería encajar en el mundo del rap sino trascenderlo. Elogiaba a Joaquín Sabina, prefería a Damas Gratis antes que a “esas banditas indie”, señalaba a los posers del hip hop y reconocía que dormía poco. Se jactaba de que en la vida era un imbécil, pero que rapeando era como Messi. Se volvió un referente del género en Uruguay y ganó el Premio Graffiti –equivante uruguayo del Gardel– como mejor artista nuevo de 2019. Ese mismo año estuvo nominado en otras tres categorías. Sus canciones sonaban y la gente lo reconocía por la calle. Pero...
“Me sentó muy mal la fama de Aguafiestas”, dice, y cuenta que el cambio que significó “haber llegado”, sumado al trastorno de ansiedad generalizada que padece lo llevaron a abusar de las medicaciones y el alcohol. “Mi padre estaba súper contento conmigo, con todo lo que estaba logrando, y yo no podía disfrutarlo. Tenía muchos ataques de pánico. En mi punto máximo, cuando mejor me iba, Diego se había convertido en una persona nefasta”, sigue, en tercera persona porque desde hace algunos años está tratando de separar a Diego del artista.
De ese nuevo proceso interno surgió El mundo aparte, un trabajo de fragilidad explícita firmado por alguien que se volvió inseguro, que ya no se cree mejor que nadie y que lucha todo el tiempo para no caer en las viejas tentaciones. Dieguito, el Dalai Drama, Edgar Alan Flow, no rivaliza con nadie más que consigo mismo y simplemente espera no ser una decepción para su familia. “Estoy en un proceso de llevar una vida más sana en todos los aspectos. No tengo ganas de hablar de sustancias porque siento que se forma una especie de puterío que no es lo más importante. Hablar de eso tiene valor en cuanto a que es algo de mi vida y por eso está reflejado en las canciones. Conozco a millones de faloperos y el noventa por ciento no son artistas, así que no sé por qué eso sería importante en lo que yo hago. Yo creo que todo el arte normalmente viene de un vacío que intentás llenar y todas las otras cosas también vienen de ese mismo vacío”, explica.
Cualquier interesado en indagar un poco más sobre el asunto puede reproducir El mundo aparte y escuchar con atención. Es un disco ideal para los que llegan por primera vez, ya que posee una mayor amplitud de géneros. Una consecuencia de la evolución de Arquero, que entre disco y disco publicó singles con artistas como Sebastián Teysera, de La Vela Puerca; Juan Campodónico y Julián Kartún. El mundo aparte resulta un trabajo más inclinado al largo y sinuoso camino de la canción pop que al gueto del hip hop. Fue producido por Luis Angelero y Pan, ex compañero de Arquero en Los Buenos Modales, colectivo rapero que editó dos discos hasta su separación a principios de 2022. Los tres trabajaron en un sonido que contrastara musicalmente con la oscuridad de las letras. Diego cita a Swimming (2018), de Mac Miller, como una influencia decisiva desde lo musical, y a Andrés Calamaro como una inspiración conceptual.
“Soy fanático, fanático, de San Andrés. También soy muy fanático del Chano, de Tan Biónica, de sus primeras épocas. Cuando dice ‘y esta violencia, regalo de mi papá’ es más rock que... no quiero nombrar bandas porque después se me enojan. Desnudarte y decir eso en una canción me parece algo que el rock tiene adentro. El rock es conflicto, conflicto interno. Sin embargo a Chano lo tienen etiquetado como un cheto, un pop. Es un poco así, pero es como el lado oscuro de Disney. Por eso me gusta. Y con Calamaro me pasa también”, cuenta.
Andrés sirvió como inspiración y además es mencionado en El mundo aparte. “Hay sobre la mesa un disco de Calamaro/ Lo usamos pa’ todo, pero nunca lo escuchamos”, canta Arquero en “4 días”, esa canción de gancho irresistible que no por casualidad fue coreada de manera masiva en La Trastienda. En realidad, Diego no usó ningún disco de Calamaro para hacer “de todo”. Simplemente se le ocurrió esa imagen poética porque le encanta Calamaro y reconoce que disfrutaría mucho de cantar alguna vez con él o llegar a abrir el show que va a dar en Montevideo en noviembre. Pero, si hubiese sucedido, ese disco para hacer de todo sería La lengua popular (2007).
“Fue por el disco que le entré a Calamaro, más allá de que tiene millones de grandes obras. La lengua popular, además, me gusta porque es algo a lo que me aferré como concepto. No sé si Calamaro lo quiso interpretar así, pero para mí tiene que ver con la simpleza. Yo puedo escribir mucho más complejo de lo que lo hago, pero si yo puedo decirte esto con menos palabras y todo el mundo lo va a entender, me voy a tirar para ese lado”, dice, con su tono de voz mezcla del acento que trajo de España y el que adquirió en Montevideo.