Cinco mil hectáreas equivalen a la superficie que ocupan todos los barrios al sur del centro histórico de la ciudad de Salta. Dos mil, los barrios de la zona norte capitalina. Setecientas ocupan el área urbana de San Lorenzo. Cualquiera de esos valores resultan pequeños comparados con el millón 600 mil hectáreas que ocupa la Reserva de Biosfera de las Yungas en las provincias de Salta y Jujuy. El incendio, con más de 50 focos dispersos, consumió por ahora cinco mil del área protegida por UNESCO desde 2002. El pequeño municipio de Colonia Santa Rosa se encuentra dentro de ella.

El viernes de la semana pasada un puñado de trabajadores de la zona agrícola próxima al área serrana reportaban pequeños focos de incendios. Irremediablemente, el fuego “saltó” al monte, por el accionar de cazadores furtivos o por tomateros que quemaron gomas para proteger sus cultivos de la fuerte helada de la semana pasada. Son dos hipótesis. Al fenómeno meteorológico, le siguieron días de calor, panorama ideal para la expansión de cualquier foco ígneo en el norte argentino: sequedad en el entorno vegetal, baja humedad ambiental y progresivo ascenso de la temperatura ambiente.

El humo en el horizonte de Colonia Santa Rosa (Imagen: Gentileza Joaquín Ulivarri). 

“Nosotros trabajamos con bomberos locales y de Orán, y un sistema de satelital. Ya se quemaron alrededor de cinco mil hectáreas. Si hubo intencionalidad o no, será una tarea de los bomberos”, informó a Salta/12 el intendente de Colonia Santa Rosa, Jorge Guerra. El jefe de la comuna indicó además que desde el municipio de Urundel, guardaparques del establecimiento propiedad del empresario Fernando Nocetti, colaboraban apagando focos activos. “Esa finca trabaja con Nación en un proyecto de recuperación de emisiones por deforestación y degradación de boques”, contó. El funcionario se refería al mecanismo REDD+.

“En estos momentos lo que vemos desde Calilegua es un fuego fuera de control. En línea recta, nos separan 18 kilómetros”, relató Raúl Moyano, jefe de cuadrilla y capacitador del Cuartel de bomberos de Libertador General San Martín, ya en Jujuy, muy cerca del Parque Nacional Calilegua. “Todo dependerá del viento y la temperatura”, calculó. Para el viernes se espera una temperatura máxima de 38 grados en Colonia Santa Rosa. “Con el calor y el viento del Este, el fuego se dirige a Valle Morado. De no poder controlarlo en ese punto, en pocos días estará sobre el Parque en Jujuy”, vaticinó Hugo Pérez, jefe de los Bomberos de Colonia. 

Defensa Civil de Salta anunció el martes por la tarde el envío de brigadistas para ayudar a sofocar los múltiples focos ígneos. “Se trata de una cuadrilla completa, con mayor equipamiento. En el terreno, contamos con bomberos en Colonia y Urundel. También prestan apoyo muchos privados con equipos que facilitaron maquinarias para hacer picadas”, explicó a Salta/12 Jorge Arce, subdirector de Defensa Civil.

Lo que el fuego dejó a su paso (Imagen: Gentileza Hugo Pérez). 

Hasta ayer, en el terreno combatían el fuego dos dotaciones de bomberos (30 personas), privados que colaboran (alrededor de 15 más), y personal técnico que envió el organismo salteño (cuatro personas). Arce explicó que cuentan con apoyo del Servicio Nacional de Manejo del Fuego que depende del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Nación. “Es una zona de yungas, no tenemos riesgo de personas, ni de viviendas o bienes. Pero es una Reserva y queremos extinguir el fuego cuanto antes”, dijo el funcionario salteño. 

“No tenemos información ni estudios para saber cómo se inició. Sabemos que comenzó la semana pasada y fue extinguido. Pero luego se volvió a activar”, informó Arce. “Determinaremos qué pasó cuando concluya el evento”, añadió. Por el sistema satelital, el funcionario calculó que se quemaron alrededor de 700 hectáreas, número que contrasta notablemente con la proporción considerada por el jefe comunal de Colonia Santa Rosa. Productores agrícolas cercanos a la zona del siniestro, entendían el martes que ya se habían perdido dos mil hectáreas. No se recuerda nada igual desde setiembre de 2013.

Lautaro Vázquez, coordinador Regional del Servicio Nacional de Manejo del Fuego de la Región NOA, explicó que “el incendio se encuentra afectando una yunga bastante degradada por sucesivos incendios en años anteriores. Tiene combustible fino y medio en abundancia, muy seco. El ambiente se caracteriza por tener enredaderas sobre los árboles muertos. Esto dificulta el combate del incendio”.

El equipo de Bomberos de Colonia Santa Rosa (Imagen: Gentileza Hugo Pérez). 

El funcionario detalló además que desde la Coordinación se buscan distintas tácticas para hacerle frente al evento. “Se desarrolla sobre una topografía bastante compleja”, continuó. “Estamos en contacto con la provincia de Jujuy, por si necesitamos recursos humanos y apoyo aéreo”. También con Parques Nacionales, por si se requiere asistencia en la jurisdicción de Salta. “Según la Ley 26.815, el Servicio recién interviene cuando la provincia o una jurisdicción lo solicite”, aclaró Vázquez. La norma, promulgada en 2012, establece los presupuestos mínimos de protección ambiental en materia de incendios forestales y rurales en el ámbito del territorio nacional.

Desde que los humanos recorren el Gran Chaco Sudamericano, el fuego fue un recurso constante. Distintos grupos nómades lo utilizaron como parte de la estrategia de caza. Esa práctica se remonta en el tiempo. Luego, los grupos asentados y con rutinas agrícolas pastoriles, paulatinamente se dieron cuenta que la quema de pastizales aceleraba el rebrote, aún sin necesidad de lluvias

Una investigación académica de los años 70, publicada por el Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Salta, detalla cómo en ciertos pastizales, el fuego no constituye un evento casual. Marcaba entonces que, comparadas en laboratorio, las simientes o semillas ubicadas a dos centímetros de profundidad, tenían porcentajes de germinación igual a las que no atravesaron por altas temperaturas en superficie en un pastizal de seis mil kilos de materia seca por hectárea. Esa es una explicación válida para comenzar a comprender la persistente cultura del fuego, tan difícil de erradicar en distintas poblaciones del Chaco Americano.