Para Cata Raybaud, cada disco es una oportunidad de transformación. En este caso, acaba de publicar su cuarto disco, Escorpio, que está atravesado por el pulso bailable, urbano y magnético del indie pop. “Este disco es la representación de mi ser escorpiano, que no había aparecido hasta ahora en mis canciones”, apunta la cantante y compositora sobre el carisma intenso, sensual y pasional que refleja su nueva obra. “Es una foto de un momento. Es lo que se va despertando o intensificando más en esta etapa de mi vida”, explica sobre este disco conceptual que presentará el viernes 26 de agosto a las 20.30 en La Tangente (Honduras 5317).
“Como artista siempre voy cambiando de piel”, refuerza Raybaud. “Y también un poco es volver hacia mí, porque mi primer disco, Detrás de lo que vieran (2011), era súper pop. Después me enamoré de la canción de autor y los conocí a Kevin Johansen, Jorge Drexler, la música rioplatense y el folklore. Me fue cautivando y envolviendo toda esa música. Y fui cambiando de rumbo”, cuenta Raybaud, que también tiene una faceta más acústica y cancionera. “Cada disco es una oportunidad diferente para ver quién soy en ese momento y qué quiero decir. En la pandemia me volví mucho más sensible y profunda. Estuve tocando con una formación más sutil, con una percusión y un violín. Y después de eso salió un grito y una necesidad de sacar algo para afuera, de volver a tocar con banda, de escuchar qué música está sonando hoy en día en la Argentina. Y ver qué me pertenece y qué no de todo eso”.
En esa búsqueda, se acercó al sonido del pop, al mundo más electrónico y a la escena indie para contar a través de siete canciones historias vinculadas con el deseo, el amor y la aventura de los viajes. En ese proceso, también se dio cuenta que tenía la necesidad de cantar con un lenguaje más cotidiano, directo e informal. “Lo del lenguaje fue de manera muy consciente. A mí me gusta mucho escribir, quizá lo hago de manera más poética o antigua. Y en este disco me propuse escribir tal cual hablo, que es mucho más sencillo y simple”, cuenta sobre esta nueva etapa. Entre las referencias sonoras, Raybaud menciona a artistas y bandas como El Zar, Bandalos Chinos, Conociendo Rusia y Feli Colina. Por eso, también trabajó con tres productores de la escena indie: Yago Escrivá (Ainda), Joaquín “Polska” Bañuelos y Emiliano Macchi.
El disco cuenta con dos colaboraciones que provienen del mismo país: Chile. El cantautor Benjamín Walker participa en “Heridas” y el dúo Yorka se suma a “John & Yoko”. “Son dos hermanas, me gusta mucho lo que hacen y la energía que tienen. Las admiro mucho como artistas y sentía que era maravilloso tenerlas en alguna canción”, destaca sobre Yorka. “Lo mismo Benjamín Walker. Son artistas que están viniendo a la Argentina y están generando algo con el público de acá. Los puentes sirven muchísimo. Las colaboraciones son un alimento al alma y una riqueza para la obra y para el público. Fue casualidad que las colaboraciones sean de artistas chilenos. Pero me gustó mucho, porque con Chile estamos demasiado cerca pero manejamos una distancia extraña, como si estuviésemos mucho más lejos”.
-¿Y cómo hacés para encontrar un equilibrio entre tu identidad musical más íntima y en el sonido de una escena que está sonando ahora? Ese proceso no debe estar desprovisto de tensiones...
-Siento que mi identidad está en la manera en la que digo las cosas. Después, la búsqueda sonora fue más desde la producción, desde la instrumentación. Incluso en mis épocas de música más latina o rioplatense por lo general eran canciones súper genuinas, muy amables y fáciles de oír. Y hoy también lo son. Entonces, sigo siendo yo más allá de haber actualizado el lenguaje en la manera de decir las cosas y en la sonoridad a la hora de producir las canciones porque de repente aparece algo más actual. Y eso era lo que me divertía de este proceso.
-De todos modos, la canción sigue siendo tu territorio, más allá del ropaje.
-Totalmente. La bandera es la canción, el motor es la canción. Después, si termino tocando las canciones de ayer, de hoy o de mañana con la guitarra, la esencia va a seguir siendo siempre la misma. La canción tiene la identidad y la huella de cada artista. Y mis canciones nacen todas de la guitarra y la voz.
-¿La idea también fue apelar al baile, no?
-Sí, quería que sea un disco que genere movimiento y que también acompañe los viajes. Cuando voy por la calle escuchando música me genera cosas muy lindas y quería provocar esa misma sensación en las personas que escuchen mis canciones. Que te dé ganas de moverte y acompañar las transiciones ya sea caminando, en un bondi, en un auto o en un tren. Para mí la música es una gran compañera de viaje.
-¿Cómo ves el presente de la canción en Buenos Aires? ¿Hay un público ávido e interesado para conectar con la canción?
-Siento que por un lado el trap está a flor de piel y está buenísimo. Por otro lado, también el indie-pop está a pleno y cada vez hay más artistas increíbles en esa escena. Pero también me gusta que haya artistas como Zoe Gotusso, que está teniendo cada vez más llegada a un público joven y toca despojada con dos guitarras. Entonces, me parece muy maravilloso que una artista como ella haya planteado ese formato tan intimista y tan cálido, y que el público lo acepte y lo disfrute con tanto amor. Me parece súper importante tener referentes con esa sensibilidad, simpleza y frescura en sus canciones, porque podemos disfrutar de una banda completa pero también podemos disfrutar de la canción pelada.